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LOS MILITARES CIERRAN FILAS EN TORNO A SU "TATA"
Los Intocables chilenos

Hoy, la Cámara de Apelaciones recibirá el pedido de desafuero contra el senador vitalicio Augusto Pinochet. Según el analista militar Eduardo Santos, las Fuerzas Armadas, a pesar de marchar a su profesionalismo, seguirán defendiendo con uñas y dientes al ex dictador repatriado


El general Ricardo Izurieta, jefe del Ejército chileno

Página/12 
en Chile    

Por Luis Bruschtein 
Desde Santiago

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Tras recibir como un héroe victorioso el viernes a Augusto Pinochet, las Fuerzas Armadas apretarán hoy los dientes cuando entre a la Cámara de Apelaciones de esta capital, según se anunció, el pedido de desafuero del dictador de su cargo de senador vitalicio. "Más que restituir la avasallada soberanía nacional, tal como muchos plantean, el retorno de Pinochet sólo devuelve a Chile el conflicto que al interior del Ejército genera su enjuiciamiento por los crímenes contra los derechos humanos cometidos durante la dictadura", afirma el analista en defensa Eduardo Santos.

  Por lo pronto, la recepción que los militares ofrecieron a Pinochet produjo una profunda crisis en la Mesa del Diálogo, donde habían comenzado a reunirse abogados defensores de los derechos humanos con representantes del Ejército para encontrar una solución "con verdad y justicia" al tema de los desaparecidos. El abogado Héctor Salazar, que fue uno de los primeros en abrir querellas contra Pinochet y luego criticado por sus colegas cuando se sumó a estas deliberaciones, decidió tomar distancia al señalar que la forma en que las Fuerzas Armadas recibieron al dictador quitaba credibilidad al documento que estaba a punto de emitir la mesa. "En derechos humanos valen más las actitudes que las palabras", afirmó Salazar.

  Pinochet no deja lugar a términos medios. El viernes, las que tenían los dientes apretados eran las organizaciones de derechos humanos y hoy les tocará a las Fuerzas Armadas, encerradas entre la necesidad de profesionalizarse y desligarse de la política y una lealtad cerrada con su ex comandante en jefe, que para colmo tiene el bizarro título de comandante en jefe benemérito del Ejército de Chile.

  Las Fuerzas Armadas son encargadas por decreto de proveer seguridad material y física a Pinochet, y así lo volvieron a confirmar en un comunicado oficial el viernes, donde comprometieron "solidaridad y respaldo" en cualquier circunstancia. La casa del dictador tiene una guardia exterior normal de carabineros y otra formada por tropas especiales con equipo de combate.

  "Lamentablemente, la llegada de Pinochet traerá más problemas a Chile que su permanente detención en el exterior", afirma el analista Santos al referirse a las querellas y al posible desafuero. Santos estima que esta situación irritará a los militares, "lo que no significa traspasar la barrera que impone el estado de derecho". El analista en defensa explica que "la figura del 'comandante en jefe benemérito' del Ejército es un estandarte emblemático para sus sucesores y contemporáneos. Para el Ejército es su máxima figura después de Bernardo O'Higgins y no será fácil que acepten verlo humillado por la Justicia".

  En la concentración que hicieron el viernes, los simpatizantes de la dictadura repartían estampitas y calendarios con la foto de Pinochet con la leyenda: "Libertador de Chile". Además de los comandantes de las cuatro armas y de las bandas militares, el helicóptero "Superpuma" del Ejército, que lo trasladó desde el aeropuerto hasta el hospital, sobrevoló la Casa de Gobierno, en lo que aquí se interpretó como un gesto de desafío, ya que podría haber optado por otra ruta.

  Ricardo Izurieta, el actual comandante en jefe, tuvo más de un cuestionamiento interno, ya que evitó una confrontación con el gobierno del presidente Eduardo Frei durante el período en que Pinochet estuvo detenido en Europa. Aun así, Izurieta, que expresa un ala castrense más negociadora, parecía un niño feliz el viernes mientras llevaba del brazo a Pinochet. El presidente electo Ricardo Lagos criticó en términos muy duros la recepción que los militares hicieron a Pinochet y advirtió que no tolerará Fuerzas Armadas deliberativas. Incluso, en una entrevista publicada por la revista brasileña Veja, afirmó que "nunca voy a perdonar a Pinochet por lo que hizo en su dictadura". Izurieta queda así entre dos fuegos y no sería raro que se convirtiera en la primera víctima del retorno de Pinochet.

 

HABLARON STORANI Y HEBE DE BONAFINI
"Bochorno, burla, parodia"

El ministro del Interior de Argentina, Federico Storani, dijo ayer que es un "bochorno" y "una burla" el regreso a Chile del ex dictador Augusto Pinochet. En declaraciones a Radio América, Storani consideró que Pinochet "simuló un estado de salud más precario" en Londres y luego "montó una provocación" al llegar a Santiago. Por la misma radio, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, declaró que "para las Madres no es nuevo. Nosotros sabíamos qué iba a pasar, sabíamos que Inglaterra, que apoyó la dictadura chilena y la argentina, no iba a condenarlo, pensar eso era absurdo".

  Bonafini afirmó que la demora en la definición del caso fue para "estirar, para que la gente se canse, porque era demasiado vergonzoso" y que las declaraciones sobre un eventual juicio a Pinochet en Chile "son una parodia, son movimientos para conformar al pueblo". La presidenta de las Madres criticó al presidente electo Ricardo Lagos, que asumirá el sábado próximo, quien aseguró que va a dar garantías para procesar al ex dictador. "¡Qué garantías va a dar, si le dice 'general' y 'senador' al asesino!", exclamó Hebe de Bonafini, "al llamarlo así le está dando todas las premisas y todas las protecciones que corresponden a esos cargos".

  Lo ocurrido con Pinochet "habla de que en este país hermano, a pesar de los años que llevan intentando consolidar la democracia y de lo muy respetable de su clase política, no hay ningún tipo de dudas de que todavía tiene sectores autoritarios que intentan mantener una fuerza de presión muy grande", señaló por su parte Federico Storani. "Pinochet, en lugar de mantener ese ardid para no provocar, cuando llegó a Chile montó una verdadera provocación con la complicidad de los altos mandos".

 

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