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Pat Metheny: talento y virtuosismo de un guitarrista que brilla en trío

Técnica e interacción son las notas salientes de �Trio 99-00�, su nuevo álbum, junto a los excelentes Larry Grenadier y Bill Stewart.

El nuevo CD de Metheny lo encuentra en su mejor forma.
Llega después de dos dúos notables, con Hall y con Haden.


Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) La revista especializada francesa Jazz Magazine terminaba su crítica del disco anterior de Pat Metheny (la banda de sonido para una película ignota) con un �menos mal que sale pronto su disco en trío�. Y su disco en trío salió. Lo que resulta revelador del perfil de este músico no es solamente que Trio 99-00 es un álbum notable sino que, casi con obviedad, es totalmente diferente del anterior. Si en su aproximación a la música para la imagen la hipótesis creativa de Metheny era demasiado cercana a la new age y a la contemplación más bien abúlica, en este trío con los excelentes Larry Grenadier (contrabajista habitual del pianista Brad Mehldau) y Bill Stewart (uno de los mejores bateristas del momento) llega a niveles sorprendentes de fuerza y creatividad.
�No creo en los estilos�, había dicho el guitarrista en una entrevista con Página/12. �Pienso más bien en otros términos, en una cuestión de espíritu. La manera de tocar, para mí, es más importante que lo que se toca. Hay diversas maneras de comunicar algo musicalmente. Mucha gente quiere o admira a los músicos de manera lineal. Les pide siempre lo mismo. Pero yo no pienso jamás que tal música pueda ser más o menos apropiada para mí por el hecho de que pueda encasillarse en un estilo determinado o no.� Su trayectoria, en todo caso, hace realidad esas palabras. Desde el jazz smooth de American Garage al experimentalismo de Song X �con Ornette Coleman� o del fallido Zero Tolerance for Silence hasta el jazz más ortodoxo de Rejoicing o de su maravilloso disco debut, Bright Size Life, con Jaco Pastorius en el bajo. Desde el homenaje al folk de As Falls Wischita Falls o de Beyond The Missouri Sky (en dúo con el contrabajista Charlie Haden) al homenaje al maestro de su último dúo con Jim Hall. Desde el grupo con Lyle Mays (con el que llegó a hacerse tan popular en Buenos Aires como casi cualquier estrella pop) a su participación como sesionista de lujo con Herbie Hancock, con Michael Brecker o en aquel histórico álbum en vivo de Joni Mitchel. �Es que por ahí mi cara es justamente ésa: el tener mil caras�, decía Metheny en ese mismo reportaje. �Soy alguien que no se conforma con un solo estilo; me gusta tocar la guitarra todo el tiempo y no me gusta tocar siempre lo mismo, así que no me queda más remedio que variar de estilos. Busco todo el tiempo. La historia del jazz es tratar de sorprender haciendo lo que anda dando vueltas por ahí: canciones de Broadway, blues, canciones de trabajo. Lo que pasa es que hoy, simplemente, las cosas que andan dando vueltas son otras.�
La presentación de Trio 99-00, recién publicado por Metheny Group Productions (una pequeña compañía independiente distribuida por Warner), es casi minimalista. Letras negras con el nombre del guitarrista, letras blancas con el del disco, fondo gris. En la contratapa, con el mismo formato, nombres de canciones, de los músicos y número de Barcode, como si se tratara de la carátula del master y no del disco comercial. La tapa es apenas una hojita, como en los discos de recontraoferta. Y tanto despojamiento no hace otra cosa que poner en primer plano la riqueza de la música. Un tema, el segundo, sirve como ejemplo. El pie rítmico remite a la bossa nova, los bajos de la guitarra toman el tema sin aditamentos de ninguna clase. Apenas una línea melódica tocada en los graves, con un contracanto del contrabajo y una batería voluntariamente ceñida (todavía) a un plano secundario. Después: la explosión. El tema es uno de los más bellos (y más difíciles de tocar) de todo el género. Los acordes cambian con cada pulso y esos son los pasos de gigante (giant steps) de los que habla el título de John Coltrane. Un tema de Wayne Shorter (�Capricorn�), otro de Strouse y Adams (�A Lot of Livin� To Do�), dos compuestos en conjunto por Metheny y Lyle Mays (�Lone Jack� y el hermosísimo �Travels� con que se cierra el disco), más siete escritos por el guitarrista son el material sobre el que se construye este disco memorable. El nivel de virtuosismo y la musicalidad de cada uno de los tres músicos que participan ya alcanzaría para la recomendación más efusiva. Pero, además, aquí puede encontrarse de sobra eso que algunos llaman swing y que resultade una suma entre sentido rítmico, capacidad de disfrutar mientras se toca, vocación por hacer fácil lo difícil y, sobre todo, interacción.

 

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