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DEMOCRATAS Y REPUBLICANOS TRAS EL SUPERMARTES
Ahora, por la Casa Blanca

Los resultados del Supermartes 7 muestran que el vicepresidente Al Gore y el gobernador de Texas George W. Bush Jr. sofocaron dos rebeliones internas y son candidatos.

George W. Bush Jr. (izq.) necesita ahora a los independientes con vistas a noviembre.
Al Gore (der.) lanzó una propuesta de debates seguro de poder aniquilar al gobernador de Texas.


t.gif (862 bytes) Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

Todo está como era entonces. Los resultados de la macro primaria del Supermartes dieron como ganadores al demócrata Al Gore y al republicano George W. Bush, los candidatos que habían sido elegidos por los aparatos partidarios antes de que Bill Bradley y, especialmente, el �huracán� John Mc Cain amenazasen con subvertir la decisión de los mandarines de cada agrupación. Llevándose a cuestas una derrota catastrófica �no ganó una sola de las 16 primarias y caucuses del martes y en casi todas las internas figuró a una enorme distancia del triunfador Gore� el basquebolista Bill Bradley anunciará hoy en Nueva Jersey su retiro de la campaña. Por su parte, el republicano Mc Cain, que ganó en varios estados de Nueva Inglaterra pero que perdió en los tres estados cruciales para la supervivencia de su campaña �California, Nueva York y Ohio�, no dijo que se retiraría. Su equipo, sin embargo, ha dado fuertes señales de que esta decisión podría ser inminente.
De costa a costa, pareció resonar el suspiro de alivio de Al Gore y los demócratas. No por la desaparición de Bradley sino por la derrota de Mc Cain, el conservador que se convirtió súbitamente en un imán para los independientes y hasta para los mismos demócratas y que hubiese puesto en peligro, mucho más que Bush, las chances de triunfo del vicepresidente de Clinton en la elección general de noviembre. Bush obtuvo 681 delegados contra 225 que logró Mc Cain. Aun en el hipotético caso de que el senador de Arizona compita en las primarias del martes próximo, Bush puede conseguir igual, sin ninguna dificultad, los delegados que se requieren para que lo nominen en la convención. Las primarias se realizarán en estados sureños favorables a Bush, entre ellos Texas, donde él es gobernador, y Florida, donde su hermano Jeb es gobernador. Se necesitan 1034 delegados para la nominación.
En su discurso de la victoria, Bush no perdió el tiempo y atacó a Gore. �El es el candidato del statu quo en Washington y le resultará muy difícil convencer a la gente en noviembre�, dijo. Los analistas opinan, sin embargo, que Bush ha salido debilitado de la dura interna con Mc Cain, quien probó que era él y no el gobernador �compasivo� el político conservador capaz de atraer independientes y demócratas. Bush, que se corrió a la derecha-derecha para ganar las primarias, deberá desplazarse hacia el centro-derecha si pretende persuadir a los norteamericanos.
A pesar de la derrota, Mc Cain tampoco pareció muy inclinado a hacerle la vida fácil al hijo del ex presidente. Se especuló que su respaldo a Bush puede estar condicionado a que el gobernador se comprometa a realizar la reforma al sistema de financiamiento de campañas, el caballo de batalla de la campaña del veterano. 
En la primaria republicana en California, Bush conquistó el 60 por ciento de los votos y Mc Cain 35 por ciento. Debido a las reglas de esta primaria, Bush acaparó los 162 delegados que representan al estado gigante del oeste. Entre los demócratas Gore obtuvo el 81 por ciento y Bradley el 18 por ciento. En la votación no vinculante o �concurso de belleza� entre los candidatos, Gore quedó al frente con 36 por ciento de los votos, seguido por Bush con el 28 por ciento. Mc Cain se ubicó en tercer lugar con 23 por ciento y Bradley en cuarto puesto con 9 por ciento.
En Nueva York, el �segundo premio� del Supermartes, Bush logró 51 por ciento de los votos y Mc Cain, 43 por ciento. En el campo demócrata, Gore obtuvo 65 por ciento de los sufragios y Bradley, 34 por ciento. 
Bradley fue tajante en su declaración de derrota. �El (Gore) ganó y yo perdí�, exclamó sin vueltas. Pero reivindicó su esfuerzo electoralistadiciendo que había intentado demostrar que �el idealismo vale la pena frente a la política expeditiva�.
Gore, que libró con Bradley encarnizadas batallas verbales, tuvo palabras de reconocimiento para su rival, destacando que lo respetaba. Acto seguido puso la mira en los republicanos y desafió a aquel que fuera el candidato de los conservadores a que se avenga a prohibir el llamado soft money (dinero blando), dinero no regulado que los contribuyentes donan en cantidades cuantiosas a los partidos y que se usa en avisos publicitarios de campaña. Propuso que en vez de transmitir avisos políticos, los candidatos realicen dos debates semanales televisados; es decir, 22 debates hasta noviembre.
La peculiar propuesta de Gore provocó uno rápida reacción de Newt Gingrich, el ex presidente republicano de la Cámara de Representantes. �Este hombre ha perdido completamente el sentido de la realidad si cree que los norteamericanos pueden aguantar a los políticos debatiendo dos veces por semana en sus televisores�, se burló. 

 


 

EL INSURGENTE QUE YA NO PODRA SER
McCain, o el Anticristo

Por M.F.C. 
Desde Nueva York

Los llamó �agentes del mal�. Los acusó de intolerantes y sostuvo que gente de esa catadura no debía tener cabida en el Partido Republicano. Denunció a sus líderes, Jerry Falwell y el teleevangelista Pat Robinson, diciendo que eran extremistas, la versión derechista de dos líderes negros muy tendenciosos de la izquierda norteamericana, Al Sharpton y Louis Farrakhan.
No hubo caso. A la hora de contar los votos, los incendiarios discursos pro autopurificación del partido de John McCain no sólo no surtieron el efecto deseado sino que abroquelaron a sus opositores, por no decir enemigos, aún más firmemente en contra de él. La derecha cristiana representa el 17 por ciento de los afiliados conservadores. Sus miembros se sintieron insultados �ellos junto con sus líderes� y enterraron cualquier duda preexistente acerca de quién era el candidato más apto para derrotar a los demócratas en noviembre, para inclinarse masivamente por George W. Bush.
Indudablemente, uno de los errores de McCain puede haber sido intentar producir una revolución partidaria a destiempo. Después de todo, los conservadores no se llaman así en vano. Resisten el cambio, rechazan las críticas al statu quo y tienden a preservar el orden establecido. En el imaginario republicano, el orden establecido recibe el nombre de George W. Bush. Otra de las equivocaciones del cruzado que volvió de Vietnam fue creer que atraería un colosal número de votos extrapartidarios. Parecería no haber realizado una lectura concienzuda del mapa de las primarias, muchas de las cuales son internas cerradas. Su mensaje, en suma, fue valiente pero no políticamente inteligente.
En su discurso del miércoles a la noche, en el que reconoció la derrota, McCain dijo que se comprometía a seguir con su cruzada de reformador. Es indudable que el ex combatiente se considera a sí mismo como un hombre con una misión. Este tipo de líderes suele ser una bendición o un peligro. No hay términos medios. 

 

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