Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


La pacificación que nunca fue

A un año de los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia, la capital de Kosovo sigue sin pistas de paz entre serbios y albaneses.


Por Helena Smith
Desde Pristina

t.gif (862 bytes) 
Un año después del comienzo del operativo aéreo sobre Yugoslavia, la paz en la capital kosovar de Pristina sigue pendiente. En un mundo ideal, el bar Kukri es todo lo que Kosovo querría ser. Allí �pero sólo allí�, el odio étnico ha sido olvidado. Ubicado en el centro de Pristina, el bar recrea la atmósfera de un pub inglés tradicional, adornado con banderas y recuerdos de equipos de fútbol británicos. Albaneses, serbios, y bosnios musulmanes se mezclan entre cafés y cervezas checas, con Elvis Presley sonando de fondo. �Sólo hay una cosa que no toleraremos aquí, y es que se hable de política. Una vez que la gente atraviesa estas puertas dejan de ser albaneses, serbios y bosnios. Son simplemente parroquianos pasando un buen momento�, explica John Foreman, el gerente inglés del bar.

Ayer se cumplía un año del lanzamiento de los bombardeos de la operación Fuerza Aliada de la OTAN sobre Yugoslavia. Foreman, un ex soldado nacido en Sunderland, se convirtió en una leyenda en Pristina. Para los serbios, su presencia es una luz de esperanza. �El bar Kukri es el único espacio multirracial público de todo Kosovo. Si no existiera, yo no tendría una vida�, comenta Diana Vasilic, una serbia de 28 años que trabaja como intérprete de la fuerza de pacificación de la OTAN (Kfor). Vasilic es un ejemplo típico de los serbios que se quedaron en Pristina, muchos de los cuales están escondidos en la sombría oficina frente al Kukri, que sirve como sede de las Naciones Unidas. Ella no se atreve a caminar por las calles o hablar otro idioma en público que no sea el inglés.

Pero ahora el bar corre el riesgo de convertirse en un ejemplo de todo lo malo que ocurre en el territorio. En los ocho meses desde que fue abierto por la pareja de Foreman, el Kukri ha caído presa gradualmente de los problemas que amenazan con hacer estallar la provincia: violencia, crimen organizado, vandalismo e intimidaciones. El creciente enojo contra la mera existencia del Kukri generó que los albanokosovares arrojen basura podrida a los clientes desde los balcones o, peor, granadas de gas lacrimógeno, y amenacen de muerte a su staff. Cada noche, Foreman tiene que acompañar a cada barman serbio (son cuatro) a sus casas por miedo a que sean atacados. Casi todas las miserias del Kukri son generadas por la violencia que reina en Kosovo. Este mes, la ONU hizo público un aviso en el que ponía al bar bajo la protección de las fuerzas de seguridad. El aviso está ahora pegado en la entrada del bar, y Foreman incluso lo lee en voz alta cada vez que entran los barrabravas albaneses.

Pero nadie, ni siquiera los 2000 miembros de las fuerzas de la ONU, está contento con el Kukri. Muchos oficiales admiten que la vida en Kosovo sería mucho más fácil si el bar cerrara sus puertas. �No podemos manejar este lugar. Simplemente, estamos tapando el problema�, comentó un policía que ha estado en Kosovo desde el fin de la guerra. �Recién tendremos seguridad cuando los últimos serbios se vayan. En un mundo ideal esto no sería así, pero me temo que el Kukri refleja el fracaso de la misión de las Naciones Unidas para restaurar la ley y el orden en Kosovo�.

 

PRINCIPAL