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ENTREVISTA AL EDITOR ENRIQUE ZILERI GIBSON
�Perú está lleno de sorpresas�

El próximo domingo habrá elecciones presidenciales en Perú y Alberto Fujimori puede concretar el sueño trunco de Carlos Menem, lograr un tercer período consecutivo. Zileri Gibson, editor de la revista �Caretas�, fundada por su madre y que está a punto de cumplir 50 años, analiza la situación del país, el proceso eleccionario, el papel de los medios y da una lección de historia peruana. Allí, en su oficina, justo enfrente de la Casa de Gobierno desde donde vigila todos los días a Fujimori.


Por Andrew Graham-Yooll
t.gif (862 bytes) �Muchos aseguran que Alberto Fujimori ganará un tercer período en el gobierno. ¿Cómo lo logra?

Todavía no lo ha logrado y el Perú está lleno de sorpresas. Como bien lo debe recordar ahora el propio Fujimori, las mayorías populares a veces expresan tendencias que contrarían la posición predominante de los medios de comunicación y, en particular, de la televisión. Esto es lo que está pasando ahora con la candidatura de Alejandro Toledo, que ha surgido en las encuestas y en las plazas públicas como el �cholo� contra el �chino�. Sin embargo, éste es, sin duda, un proceso electoral gruesamente manipulado por el gobierno, y están lloviendo tantas críticas de los observadores internacionales que parecerían estar al borde de cuestionar la legitimidad, sobre todo si gana Fujimori en la primera vuelta. Y con razón. Hoy la televisión abierta en Perú, los canales de transmisión por aire, están controlados. En este momento el gobierno pretende un manejo psicosocial que parece ser una herencia del régimen militar (1968), pero infinitamente más refinado. Si en esa época se creía que lo que había que capturar primero eran los diarios, y éstos fueron confiscados, esta vez lo que se piensa es que hay que gobernar con la televisión. La economía del país sigue en recesión; la mayoría de los canales está en una situación comprometida o deficitaria, y el Estado es fácilmente el principal anunciador. La televisión es, además, un medio más vulnerable que la prensa, con licencias, acceso a satélite y, en fin, una serie de relaciones diferentes. En esta etapa, por lo tanto, han bastado los guantes blancos para orientar el contenido editorial de los canales e incluso convencerlos que no acepten la publicidad electoral de los candidatos de oposición. En 1997, en cambio, no fueron guantes blancos los que se usaron con Canal 2, cuando dejó de apoyar al gobierno. Al accionista dominante, Baruch Ivcher, se le retiró la nacionalidad peruana alegando una deficiencia en un trámite de adopción que databa de 13 años atrás, con lo que perdió el control del medio y éste fue entregado a socios gobernistas.

�Pero ésa fue una persecución vergonzosa.

La persecución contra Ivcher tuvo variaciones racistas, antisemitas... Es una de las torpezas políticas peores de este gobierno. Hay una versión que dice que a Fujimori, en determinado momento, la capilla militar y los servicios de inteligencia le imponen el uso del Poder Judicial para tomar Canal 2. Pero, acá esto es repetitivo. Es un libreto de acción. Hay cierto tipo de jueces, conocidos, y un equipo de fiscales, que son los verdugos. Inician procesos con resultados predecibles. Después de quitarle la nacionalidad a Ivchen, le hicieron una cantidad de juicios a todas sus empresas por problemas tributarios, apresaron durante meses al gerente, a una serie de personas. Le devuelven el pasaporte, pero le hacen nuevos juicios. Han logrado crear un clima de incertidumbre en la televisión, que se ha ido generalizando. Se pensó que el caso del Canal 2 iba a ser utilizado como una advertencia a los otros canales. Y en la práctica ha resultado así.

�En un momento rechazaban la publicidad política.

Hasta hoy los canales rechazan la publicidad pagada de la oposición. Un experto electoral exclamó con ironía: que vayan todos al psiquiatra. Las campañas electorales son la Navidad de los canales de televisión. Bajo presión, la más reciente de la misión Carter, y de otras organizaciones internacionales, los canales abrieron quince minutos por día para nueve candidaturas, casi a medianoche. La campaña del gobierno en la TV, en cambio, es multimillonaria y utiliza dinero del Estado porque se refiere a una serie de programas (que prometen apoyo alimentario, promoción del deporte, protección de la mujer, distribución de lotes de terreno, etc.) que maneja el Ministerio de la Presidencia y otros estamentos del gobiernoy que no son presumiblemente electorales. Esta estrategia, por cierto, no es nueva.

�¿Adónde lleva este manejo?

La pretensión es crear una suerte de PRI en el Perú, un PRI de un solo hombre y sin partido. Se está aplicando la típica estrategia del PRI. Es una campaña no tan subliminal de inducción al voto. La inversión publicitaria que se realiza es inmensa, con dinero del Estado. Entonces es un proceso electoral realmente escorado, pesando para un lado. Una campaña electoral así representa el abuso del oficialismo que va radicalizando también la posición de los medios que no controla. Entonces van haciendo que éste sea proceso mucho más contencioso. Y los ideales de la prensa más objetiva se van perdiendo. Lo importante, claro, es que haya una situación periodística que ofrezca diversidad de posiciones que pueden tener al elector más o menos bien informado de datos y opiniones y opciones. La televisión, que de acuerdo con la sabiduría convencional es tan importante en los procesos electorales, está obviamente manipulada.

�¿Cómo se inició su revista, Caretas?

�La historia de Caretas tiene algo de suicida y algo de milagrosa. Fue creada en 1950 en medio de una dictadura realmente cruenta, la dictadura de Manuel Arturo Odría (1897-1974). Se juntaron dos periodistas. Doris Gibson, mi madre, y Francisco Igartua, en un páramo informativo, quizás porque era mitad de siglo. Inspirados y optimistas, lanzaron esta revista, sin apoyo de nadie, porque nadie en su sano juicio iba a invertir en una cosa así. Consiguieron juntar un mínimo de dinero para sacar una edición. Tuvo éxito, como mensuario. Inicialmente no fue una revista política. Pero a los tres meses ya lo era. En realidad, no es una revista política. Es una revista noticiosa que incluye temas políticos. En esa época el silencio era total, pero al cabo de un año tuvo su primer contratiempo con la dictadura de Odría. Ahí empezó una historia de múltiples contratiempos con gobiernos de derecha y de izquierda.

�¿Y dónde está lo milagroso?

En que estamos cumpliendo cincuenta años en octubre. Nadie lo hubiera creído en esos comienzos tan precarios. En una ocasión la revista fue clausurada durante casi dos años, durante el gobierno militar.

�¿Cómo fue el golpe en 1968 de Juan Velasco Alvarado?

Se inicia como una cuestión muy elaborada, un régimen especial, diferente, que llama mucho la atención en el mundo académico, en el hemisférico por lo menos. Nosotros, en algunos aspectos, compartíamos la necesidad de reformas sociales, pero a la vez repudiábamos la idea de que esto se hiciera a través de un régimen militar, dictatorial y vertical... Además pensábamos que iba a fracasar. Eso es lo que sucedió. Acá hubo una reforma agraria que quizás es la más radical después de la cubana. Las cooperativas que se formaron se crearon por edicto militar. La intención era magnífica, pero fueron un desastre. Y la industria azucarera en Perú, que era una industria muy eficiente que dependía de grandes latifundios, por cierto, se terminó. Nosotros hemos tenido relaciones cuestionantes con los diferentes gobiernos. La época de Velasco, sin duda, fue muy dura. A veces, cuando se dice que ahora, bajo Fujimori, hay una dictadura en Perú, digo: �Mire, usted no vio la época de Velasco o, para tal caso, la de Odría.� Hay diferentes grados de autoritarismo, además existe un antagonismo natural entre la prensa y cualquier gobierno. La prensa está ahí para cuestionar, para hacer preguntas antipáticas. Y para investigar la corrupción. Muchos gobiernos no quieren responder, no sólo los totalitarios.

�¿Cómo terminó?

La segunda fase militar, de 1975 a 1980, fue el gobierno centrista y comparativamente más conservador, del general Francisco Morales Bermúdez. Le tocó pagar la cuenta de la época de Velasco, una deuda fiscal. Le tocóenfrentarse con las expectativas populares, y al dar el primer paquetazo económico tuvo que imponer un toque de queda de medio año para frenar la violencia en las calles. En esos años hubo una serie de huelgas y de paros generales importantes. En 1979, el gobierno se alarmó por un paro de tres días, y empezó a cerrar todos los medios. Los que quedaba, porque en esa época los diarios estaban manejados por personal del gobierno. La televisión y las cadenas de radio estaban controladas, aunque había radios independientes que eran como moscardones que aparecían por ahí y picaban. Lo que quedaba de periodismo libre eran las revistas. Y empezaron a cerrarlas. Primero las revistas de izquierda, semanarios, tipo tabloide, y después llegaron a nosotros. A nosotros en 1979 nos acusaron de haber dado una información errónea. Nos dijeron que era un asunto temporal, pero al cabo de un mes y medio de protestas optamos por hacer algo. Nos encerramos en la llamada capilla Pizarro en la catedral, donde presumiblemente están los restos de Francisco Pizarro. Es una capilla que tiene una reja muy grande. Compramos una cadena gruesa, le pedimos al señor que cobraba la entrada que saliera un momento porque íbamos a hacer una filmación y una vez adentro nos encerramos, en el momento del cambio de guardia. Una posta de colegas avisó a los corresponsales extranjeros que estaban en un café cerca, para que vinieran, y tomaran las fotos antes de que llegara la policía y cerrara la catedral. Entonces pasamos una noche en el sacro recinto hasta que a eso de las cinco, seis de la mañana, apareció un grupo de policías de seguridad del Estado. Cortaron la cadena como si fuera mantequilla y nos sacaron a un hospital. Después hicimos una huelga de hambre, un hecho menos pintoresco, menos espectacular, pero había casi 30 colegas.

�¿Cómo la pasaron?

Una semana, bajé ocho kilos. De la clase política había un desfile de personajes que entraban y salían. Hicimos una hermandad con colegas de diferentes tendencias, y creamos el Club del Boldo. Si haces la huelga seca, puedes morir en una semana. El boldo es un antiácido. Vivamos con boldo. En el sexto día vinieron unos médicos de izquierda, especialistas en huelgas de hambre... Dijeron que había que chupar un limón, con un poquito de sal. Con boldo, limón y sal, se puede durar un mes. El hambre se siente sólo los dos o tres primeros días, pero después entras en un estado de gracia y puedes aguantar. Eso empujó al gobierno a anunciar que se reabría la revista. Pero todo eso comparado con la violencia senderista de los años ochenta y noventa parece de opereta. Lo más dañino, pienso yo, fue la herencia del gobierno militar. La historia tiene sorpresas increíbles. Aquél fue un gobierno militar de izquierda para evitar una revolución, un gobierno revolucionario para evitar una revolución comunista. Pero fracasó, no hubo formas de expresión política, y nos dejaron a Sendero Luminoso como regalo. La primera acción que tomó Sendero fue en el día de las elecciones de 1980. Ese fue el primer acto de violencia, aunque ya habían tomado pueblos en Ayacucho. Tuvimos un corresponsal muerto en Huanta.

�Pero a pesar de todo había un nuevo intento democrático.

Después vino la democracia, asediada por Sendero Luminoso, el terrorismo de Abimael Guzmán, y por la crisis de la deuda latinoamericana. Fue la década perdida de los 80, dos catástrofes simultáneas en Perú, que asediaron a los gobiernos de Fernando Belaúnde Terry y de Alan García. Es una especie de milagro democrático que se votara como se hizo en 1990. Imagínate lo que sucedió acá. Llamó la atención de todo el mundo. El William Faulkner de Perú, el novelista Mario Vargas Llosa, candidato favorito durante todo el proceso, es derrotado por un desconocido total, Alberto Fujimori. Bueno, no total, había sido rector de la Universidad Agraria. Pero cuando lo entrevistaban por la radio o la televisión se reían de él. De repente se produce este fenómeno llamado Fujimori. Fueextraordinario también porque era la segunda vez en la historia del Perú en que se lograba una tercera sucesión democrática. Entonces, algunos de los otros medios adoptan una posición más radical.

�¿Tan fenomenal es?

A pesar de la violencia, a pesar de que todas las fuerzas convencionales y económicas e intereses empresariales estaban de acuerdo, el pueblo se expresó, y ganó otro. Ganó Alberto Fujimori. ¿Y cuáles son los planes de este señor? El mismo estaba preocupado. Creo que se preguntaba: ¿cuáles son mis planes? El había pensado ser senador, ya que en esa época se podía postular para la presidencia o para congresista simultáneamente.

�A esta distancia y con Fujimori como aparente ganador el 9 de abril, ¿cómo se ve aquella etapa?

Fujimori demostró ya entonces aquí que los medios de comunicación no necesariamente manejan la opinión pública. En 1990 había casi un club de amigos de Vargas Llosa en todos los canales de televisión. Lo extraordinario es que en ese proceso Fujimori no tuvo casi prensa a favor, medios de comunicación a favor. Por lo que hubo gran desconcierto y duda de qué iba a salir de este señor. Sólo prometía conseguir plata en Japón y no llevar a cabo un shock económico, el no-shock. Todos sabían que el ajuste económico tenía que suceder. Era la única forma de parar un proceso hiperinflacionario. Pero Fujimori decía no-shock. Era más o menos su planteo. No tuvo medios de comunicación. En la televisión se dio una saturación de cuñas para Vargas Llosa y las candidaturas al Congreso de gente de su Fredemo, y un cómico famoso dijo: �Si no gana Vargas Llosa, yo me voy del país.� Bueno, se tuvo que ir.

�Caretas acaba de publicar un adelanto de la nueva novela de Mario Vargas Llosa, pero en un tiempo se distanciaron. ¿Cómo están ahora?

Nosotros somos actualmente el periódico que en el Perú publica sus artículos sindicados internacionalmente, y antes, durante veinte años, fue un colaborador ilustre de la revista. La situación política de la campaña electoral de 1990 nos separó. El era un simpatizante de la primera ministra británica Margaret Thatcher y el neoliberalismo. Nosotros no lo somos. Pero el día que perdió, Vargas Llosa se comportó como un demócrata, impecable. Fue respetuoso en todo el proceso, y de quien era un feroz enemigo. A lo largo de su campaña sostuvo el concepto de la economía conservadora y nunca negó que Thatcher fuera su modelo (está en sus discursos). Además fue absolutamente franco, en el sentido de que se imponía el tratamiento de shock. Quizás no hubiera sido un buen presidente.

�Pero a pesar de esa victoria Fujimori hizo su autogolpe en 1992. Tomó por asalto el Poder Judicial, disolvió el Congreso...

Fue realmente repulsivo el autogolpe de Fujimori en 1992. Fue una traición a todo un proceso histórico. Puede haber momentos en la historia latinoamericana, o europea... o balcánica... que la situación es tan caótica, que el golpe surge como producto de un caos... Pero aquí había un Congreso con mayoría opositora, pero muy consciente de que no debía entrar en el tipo de obstruccionismo que generó el golpe de 1968 y sus doce años de gobierno militar. Consciente de eso, el Congreso se entendió muy bien con el vicepresidente Máximo San Román, que fue presidente del Senado durante el primer año. Se aprobaron muchas iniciativas del gobierno importantísimas, dentro del nuevo esquema. El golpe tuvo un enorme impacto para los que teníamos una posición independiente. El pronunciamiento respondía a una filosofía autoritaria y a una conspiración cívico-militar. Los militares querían un civil que gobernara en alianza con ellos. Pudo haber resultado otra clase de régimen, si la realidad hemisférica no fuera otra. Las presiones son muy concretas hoy. Pero de haber ocurrido el golpeallá en el �70, eso se hubiera convertido en un régimen realmente dictatorial.

�¿Cómo se reacomodó?

Fue un momento muy difícil. Fue un golpe que tuvo apoyo popular, de acuerdo con las encuestas. Nosotros en determinado momento elaboramos la teoría de que la nueva técnica del golpe de Estado incluye las encuestas. Curzio Malaparte (1898-1957), en su La técnica del golpe de Estado en los años 20 no incluía las encuestas aprobatorias. En 1992 las encuestas determinaron a los dos o tres días que la mayoría de la población estaba a favor del golpe. Mal que nos pese, algo de eso había. Después, el empresariado, en su mayoría, fue a rendir pleitesía; y varios medios de comunicación, también. La televisión fue muy débil, estuvo más o menos manejada en los primeros meses, así como algunas radios. La prensa a menudo tiene más entereza frente a situaciones así. A las revistas las cerraron durante los tres primeros días, pero hubo una fuerte protesta y el gobierno cedió. Repentinamente Fujimori fue a visitar a El Comercio, para decir, �Disculpen la molestia.� Fue una etapa que puso a prueba a los medios de comunicación y en algunos casos no salieron tan bien. Como ahora. Pero a partir de ahí, Fujimori alcanzó a moldear el gobierno según su plan y necesidad. Derrotó a Sendero Luminoso, y cuando decidió que el comandante del ejército debía irse, le anunció simplemente que había pasado a retiro, con una ceremonia en la casa de gobierno.

�El gobierno tiene también la prensa �chicha�.

La prensa �chicha�, una expresión andina, es un fenómeno especial. Pensábamos que no existían precedentes, pero hemos visto que sí, por lo pronto en la época de los nazis. Era una mezcla efímera de escándalo, sexo, antisemitismo y destrucción de la personalidad de todo lo que quedaba de oposición. Eran diarios, o revistas, de mucha circulación. Se utilizaban como un instrumento de amenaza y de destrucción. Bueno, la nuestra es una versión chicha. Tiene un objetivo verificado, sobre todo por el diario La República, que mediante una treta ha logrado comprobar que la intervención de sus teléfonos y fax desemboca en esos diarios. Está acreditado que hay un lazo muy cercano a los servicios de inteligencia, al gobierno, a toda esa especie de conglomerado que es �Perú 2000�, la alianza del gobierno. Los diarios �chicha� atacan y amenazan a los políticos de oposición y a los periodistas críticos. En Perú, además, la situación económica hace que exista una suerte de lectura mural. Mucha gente no puede comprar ni el diario, pero se para frente al puesto y mira titulares. Uno va a los puestos y ve gente leyendo. Los diarios �chicha� tienen unos titulares feroces. La presunta opción sexual de determinado candidato es discutida, o usan en titulares un nombre que adentro resulta que no es la persona conocida que se insinúa, sino un delincuente que fue herido en un prostíbulo, por ejemplo. Hay duda de cuánta circulación real tienen. Son muy baratos, pero la gente se va cansando. Son como la pornografía, digamos. La gente se aburre. Salen nuevos títulos y mueren otros, a pesar de lo escabroso de los temas que tratan. El propietario de dos de estos diarios está en la lista para el congreso del fujimorismo.

 

POR QUE ENRIQUE ZILERI GIBSON
Por A.G-Y.

El guapetón vecino de Fujimori

Enrique Zileri Gibson, corpulento, sesentón (�¿No podrás cambiar eso por guapetón?�) adquirió fama y leyenda en la prensa de América latina. Director de la revista semanal Caretas, de Lima, que fundó su madre y quehoy codirige con su hijo Marco Zileri Dougall, Zileri fue presidente del Instituto de la Prensa Internacional y es actualmente presidente del Consejo de la Prensa peruana.
Describe su revista como �un factor irritante, sobre todo para los que no tienen sentido del humor�, que se ha preocupado por tomar una posición independiente. El semanario cultiva la independencia y la sátira, y ya se granjeó el odio de varios gobiernos, civiles y militares, que en cuatro oportunidades la clausuraron. Zileri fue deportado, �con pasaje cortesía del gobierno�, y pasó 1975 y 1976 exiliado en Buenos Aires, entonces bajo el gobierno peronista.
El próximo domingo, 9 de abril, los peruanos votarán nuevamente. Y el presidente Alberto Fujimori buscará permanecer en el gobierno por tercera vez, en esta ocasión al frente de la Alianza Perú 2000.
En esta conversación, que tuvo lugar recientemente en la oficina de Zileri en Lima, frente a la ventana del despacho del presidente, el veterano periodista describió la historia hasta la fecha que coloca a Perú ante un tercer lustro fujimorista.

 

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