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Por Mariana Enriquez Pero más llamativo aún es el hecho de que De la Guarda tuvo que diversificarse en dos compañías,
con actores extranjeros. Ya no hay actores argentinos. A medida que las
nuevas compañías se empezaron a formar, los argentinos se iban yendo.
Hoy, De la Guarda tiene 14 actores en cada compañía, dado el ritmo
agotador de funciones por semana, que es consecuencia directa del éxito
de público y crítica. Y si bien Dicki James y Pichón Baldinu –el otro
director– confiaban en su espectáculo, nunca imaginaron llegar a esto.
“Siempre creímos que nuestra vida iba a ser de tour, de gira. Sabíamos
que si hacíamos el show que teníamos en la mente, te iba a romper la
cabeza. Pero armar dos compañías... Eso nunca lo hubiéramos imaginado”,
dice James. Baldinu, que como su compañero viaja cada dos meses a Europa
o Estados Unidos, agrega: “Siempre pensamos que nuestro mercado iba a
ser de festivales, o que un productor quisiera comprar la licencia del
show. En Nueva York nos dijeron de quedarnos un año, por lo menos, y nos
volvimos locos. Pero para ellos en Nueva York un año no es nada”. Ya
llevan dos años allí y no hay planes de que la compañía se vaya. En
Londres, a pesar de que el mercado es distinto, y que compañías como
Stomp o Cirque de Soleil tienen temporadas de dos a tres meses, Período
Villa Villa tiene el record de permanencia en el circuito Off West End. Ya
los vieron Mick Jagger, Madonna, Michael Jackson, Leonardo DiCaprio, Lou
Reed, Harrison Ford, Tim Burton, Michael Douglas, Matt Dillon y un
larguísimo etcétera. “De la Guarda es más conocido allá que acá”,
aseguran. “Después de estar tanto tiempo y con tantas funciones y
publicidad, el espectáculo ya está integrado a la vida de la ciudad.”–¿En qué se diferencian los públicos de Inglaterra y Estados Unidos? Baldinu: En Londres la sociedad es más libre. En Estados Unidos, adentro del teatro no podés fumar, por ejemplo. La gente está más estructurada. Los ingleses chupan y fuman, y vienen re-mamados, son mucho más salvajes. James: Es que son más expresivos. Los norteamericanos son como excitados, mucho ¡wow!, pero nada más. En Londres te agarran, te sacuden, se relajan más. –Es evidente que la crítica ayudó mucho también... James: En Londres tienen mucha personalidad respecto de cómo analizar el teatro. Inmediatamente dicen “esto es bárbaro” y ya está. En Nueva York, todo fue más gradual: era tan raro para ellos lo que proponíamos que no sabían definir si era teatro o no, si era bueno o no. En Londres salimos al toque en la tapa de Time Out, promocionados con titulares como “el mejor teatro del mundo” o “el nuevo teatro”. Son muy progresistas en ese sentido. En cambio los yanquis piensan todo a nivel de entretenimiento, por eso nos costó medio año establecernos. El espectáculo tuvo éxito de entrada con el público, pero a la crítica le costó mucho adoptarnos. Baldinu: En Estados Unidos dependen mucho de la crítica para que los orienten y les digan a dónde ir a divertirse, que les expliquen o los conduzcan. Además, en Inglaterra se nos definió como una compañía teatral de entrada: no hubo dudas de que lo que hacíamos era teatro. No fue así en Nueva York, y tampoco acá en la Argentina: nunca estuvimos en una terna de teatro o algo así. Cuando nos llamaban teatro, siempre era agregando “teatro de acción” o cualquier cosa. –Ahora tienen dos compañías montadas, ¿cómo es el trabajo con los actores? Baldinu: Son todos extranjeros, y cuando decimos extranjeros no es que son en un lugar norteamericanos y en el otro ingleses. Como son ciudades donde vive gente de todo el mundo, jóvenes artistas van ahí a buscar laburo. Hay pibes de Nueva Zelandia, Australia, Holanda, Perú, Francia, la Polinesia. Fue ideal porque eso es lo que nos gusta a nosotros, y lo que buscamos para el espectáculo: mixtura, caras raras. Tenemos un actor maorí, por ejemplo, que tiene una energía con la que nosotros nunca habíamos trabajado. James: El trabajo con los actores es distinto, porque tienen una cultura distinta “de lo físico”. En Estados Unidos valoran mucho la destreza, el “doy tres piruetas y caigo perfecto”. Ponen mucha energía, mucha fuerza, pero dentro de una prolijidad física. A nosotros nos cuesta sacarles de encima la destreza, les decimos que nos importa un carajo. Les decimos “olvidate que tenés que ser joven y vital”. –Hay una interesante lista de “celebridades” que vieron el espectáculo, además... Baldinu:
Lo interesante es que vienen a participar de un espectáculo donde no
existen las butacas. No están en un lugar especial, no tienen un VIP,
están en el mismo lugar que todos. Madonna vino a Londres hace dos
semanas... Pero estaba un poco quieta, no quería participar de nada,
probablemente porque está embarazada: cuando nos vio en NY estaba de
mucho mejor onda, bailaba y participaba. Demi Moore vino cuatro veces,
tres de ellas con sus hijos, y se la pasa volando, es mucho más
simpática que Madonna, más suelta. Leonardo DiCaprio es encantador, un
pibito mágico. Vino con seis amigos en un autito y la pasó bárbaro, muy
participativo. Mick Jagger fue al camarín a saludar a los actores con sus
hijos, que nos habían visto tres veces. Sting les regaló a los actores
una canasta de frutas. David Byrne, al que admiramos mucho, estaba
copadísimo. Hasta vino Michael Jackson, y eso sí fue raro, con la fobia
al contacto que tiene.–¿Es verdad que Gene Simmons les propuso participar de la gira de Kiss? Baldinu: Sí, quería que saliéramos con el tour Psycho Circos, pero nosotros estábamos recién empezando en Estados Unidos. Lo cómico fue que le dijimos que no, y él esperaba que largáramos todo y nos fuéramos de gira con ellos de una. Pero nosotros estábamos largando, haciendo 8 funciones por semana, cosa que no habíamos hecho jamás en nuestra vida, no nos daba la cabeza. Y además era uno de esos proyectos donde vos participás de la monstruosidad de otro. De todos modos, más allá de que nuestra estética no tiene nada que ver con Kiss, analizándolo con mente comercial, a veces pensamos que podríamos haber hecho algún business con él, preparar algo chico para algunos shows... pero no, estábamos al mango tratando de imponer ...Villa Villa en Nueva York. Esa es la anécdota increíble de este tiempo: a Kiss, le dijimos que no.
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