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Los militares terminaron cantando
"olé, olé olé, olé... León, León"

Una vez concluido en la Antártida el show que se televisó, Gieco concretó un segundo, sólo para los residentes en la Base Marambio.

León se quedó impresionado por el cariño antártico que lo rodeó.
Los militares terminaron haciendo pogo con "Guantanamera".


Por Eduardo Fabregat
Desde Antártida Argentina

t.gif (862 bytes) León Gieco lo había anunciado, y así fue: una vez que se apagaron las cámaras de TV, una vez que se liquidó la cena de locro, empanadas y vino, volvió a subir al escenario del comedor de la Base Marambio, en un clima mucho más relajado, con los integrantes de la XXXI Dotación aún comentando entre chistes las escenas vistas por TV (una práctica que seguramente se extenderá durante todo el invierno) y un ánimo de fogón. Con el correr de las canciones el show íntimo se fue convirtiendo en tímido festejo primero y algarabía general después, para finalizar con una escena que ATC se hubiera desvivido por transmitir: Gieco, los hombres de la base y la gente de prensa trenzados en un pogo descontrolado al son de "Guantanamera". Fue, claro, el momento cumbre de una visita para el recuerdo.
En ese segundo show, Gieco se dedicó a disfrutar y hacer disfrutar la situación: afuera la tormenta que había llegado a vientos de cien kilómetros por hora (haciendo entrar en pánico a los tres técnicos que resistían dentro de la camioneta de exteriores del canal estatal, sacudida de manera violentísima), había desaparecido, las estrellas brillaban en el cielo antártico, y adentro se habían dejado de lado las ceremonias y los militares pedían canciones, subían a cantar, batían palmas, cantaban y vitoreaban a Gieco, llegando a prenderse en un coro célebre: "Olé olé olé, Gieco, Gieco". Woodstock en la Antártida.
Ese pasaje de la noche puso también a prueba ciertas cuestiones que podían resultar problemáticas en cuanto a la temática de las canciones de Gieco y el público presente. Pero sonó "Hombres de hierro" y quedó claro que ya nada podía empañar el encuentro. Y cuando León cantó "The answer, my friend, is blowin' in the wind", las alegorías con el viento de Marambio fueron demasiado poderosas. Lo mismo sucedió con "Pensar en nada", cuya letra pareció escrita a propósito de estos hombres, en cuyas vidas cotidianas hay varias noches en las que sólo les queda pensar en nada. Para cuando Gieco decidió encender la fiesta con "Guantanamera" ya nadie se detenía a pensar en cuestiones ideológicas. Y hasta se vio la inesperada escena de León y el vicecomodoro Klix (quien demostró tener buena garganta al cantar a dúo sobre el escenario), cantando juntos en un remedo de los mismísimos John y Paul frente a un solo micrófono.
Así, la visita a isla Marambio se resolvió en fiesta. Después del interminable estribillo tropical, que cuando empezaba a decaer surgía con más fuerza de una nueva garganta que arrastraba al resto, la oficialidad de la Base le hizo entrega al músico de un plato conmemorativo reservado sólo a las visitas muy ilustres, mientras que la tropa hizo entrega de una camiseta argentina con el diez en la espalda, "por Diego Maradona y todos los que son un diez, tienen éxito en lo suyo". "Quiero decirles que para mí todo esto ha sido un honor, pero lo que más me emocionó fue el llamado de sus mujeres e hijas, que demostraron todo su amor. Y si mi visita hizo que pudieran verlos por televisión, y ayudó a que los hicieran sentir más cerca, y que pudieran ver si están más flacos, más alegres, más pelados, tenerlos de algún modo en su casa, eso me llena de satisfacción. Porque yo creo que la patria de uno está en la familia", cerró León, y a pesar de las diferencias con el concepto militar habitual de patria, hubo una ovación interminable.
"Hablé con doce mujeres y cinco hijas", dijo después Gieco a Página/12, aún sorprendido por el momento en que el teléfono empezó a sonar y los militares empezaron a pasarle el teléfono, para escuchar frases como "mi marido es el sol de la Antártida". En la trasnoche del martes Gieco tuvo otro contacto telefónico que terminó de instalar la sensación de rock and roll en la Antártida: conectado vía celular con Coronel Díaz y Santa Fe, compartió sensaciones con Charly García. Este celebró largamente cuando León le contó que al cantar "El fantasma de Canterville" había dicho"Charly García también está en la Antártida" y lo invitó a un encuentro para un relato más detallado.
Esas postales, los integrantes de la dotación gritando "¡¡¡A morir!!!" en los pasajes más calientes del post show �una escena de múltiples interpretaciones--, el magnífico cielo antártico en un paseo a las dos de la mañana, la sonrisa feliz de León y los hombres que rememorarán estos momentos en el largo invierno, fueron el mejor epílogo de esta última fecha de Argentina en Vivo. En la que, como suele suceder, lo mejor no se pudo ver por TV. Pero sus protagonistas no lo olvidarán nunca, y seguirán digiriendo las sensaciones cuando el viento sople fuerte, y las respuestas sigan flotando por ahí.

 


 

GONZALO GARCES GANO EL PREMIO SEIX BARRAL DE NOVELA
La historia de los impacientes de siempre

Por Verónica Abdala

El cubano Guillermo Cabrera Infante destacó su estilo y su �evidente originalidad�. Juan Goytisolo aprobó �la urgencia vital de sus protagonistas�. La novela Los impacientes, resultó ayer ganadora del Premio Biblioteca Breve 2000 de Seix Barral, por decisión de un jurado integrado, además, por Pere Gimferrer, Susana Fortes y Basilio Baltasar. El jurado la ungió ganadora por unanimidad, sobre un total de 313 originales. La sorpresa fue que el ganador es un escritor argentino de 26 años, virtualmente desconocido aquí, que vive en París desde 1995. Mario Vargas Llosa, Juan Marsé, Cabrera Infante y Goytisolo son algunos de los escritores que ganaron el premio antes de que ayer le llegara la hora a Gonzalo Garcés.
�¿Encontró en Europa las posibilidades que no halló en la Argentina?�, le preguntaron, sin miedo a los lugares comunes, los periodistas argentinos, conectado en teleconferencia con España, en el marco de una ceremonia a la que asistían Vlady Kociancich, Pablo De Santis, Liliana Díaz Mindurry y Dalmiro Sáenz, entre otros. �Sólo puedo decir que encontré una editorial propicia�, fue la prudente respuesta de Garcés (Buenos Aires, 1974), que explicó que por ahora no piensa volver a Buenos Aires, que dejó tras la muerte de su madre. El joven ganador tiene una novela anterior Diciembre, publicada en 1997. La historia de Los impacientes parte de la relación que une a tres amigos adolescentes, Mila, Boris y Keller, que habitan el Buenos Aires actual, e intuyen que �el fracaso existe, y puede ser inminente�.

 

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