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EL SERVICIO PENITENCIARIO EN LA PICOTA POR EL CASO BAÑOS
Una tormenta detrás de las rejas

El preso que confesó al juez haber sido liberado para matarlo reveló el escondite de tres armas en Caseros, que fueron halladas. La secretaria de Política Criminal volvió apresuradamente del exterior para pilotear la crisis. Podrían destituir al jefe del Servicio Penitenciario.

El juez Alberto Baños prestó declaración ayer ante la jueza Susana Wilma López.
Las armas de las que habló el preso aparecieron tras una pared, tal como él lo señaló.

Por Andrea Ferrari

t.gif (862 bytes) En el allanamiento se siguieron exactamente los pasos indicados por el preso al juez. Subieron al piso 18 del penal de Caseros y accedieron a un pabellón clausurado, con las rejas soldadas. Una vez adentro, debieron romper una pared. Y allí aparecieron, tal como dijo el preso, las tres armas y las municiones. Fue el dato que terminó por convencer al juez Alberto Baños de que era grave la declaración del preso que le aseguró que el Servicio Penitenciario lo dejó salir para matarlo. Se trata de un hombre que tiempo atrás ya habría salido del penal de Caseros �por izquierda� para robar, vinculado a Alejandro Héber Núñez, quien ya había declarado ante Baños. La secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, Patricia Bullrich, recibió la orden de volverse de Viena para pilotear la crisis. �Hay dos temas muy concretos �dijo Bullrich a este diario�: las armas estaban y la inteligencia sobre el juez estaba hecha. Estos dos temas son gravísimos. Así que vamos a ir a fondo.� Aunque para anunciar las medidas probablemente se espere el regreso del exterior del ministro Ricardo Gil Lavedra, al jefe del Servicio Penitenciario Federal, Alfredo Ayala, le quedaría poco tiempo en el cargo. Es que el escándalo vuelve a sacar a la luz los turbios negocios atribuidos al Servicio, como las salidas para robar que cuenta Núñez en una carta en poder de la Justicia que Página/12 reproduce aquí. 
El preso �cuya identidad se mantiene en reserva� fue citado por el juez Baños en el marco de la investigación que lleva adelante sobre el asalto al restaurante Dolli en 1998, donde participaron hombres que debían estar en la cárcel. Uno de ellos era Núñez, quien ya declaró que salía a robar con el aval de los penitenciarios. Pero Baños no esperaba oír lo que el preso �según fuentes judiciales un �pesado� con muchos años de cárcel y alguna fuga en su haber� iba a confesarle ahora: que lo habían dejado salir del penal de Caseros para matarlo junto a su secretaria, María Fernanda Martínez. Como prueba, el preso le demostró que manejaba información: su dirección, la ropa que usaba el día del supuesto atentado, los departamentos desocupados en el edificio que habita. Y la ubicación de tres armas en Caseros, que luego fueron encontradas. Ayer Baños prestó declaración como testigo ante la jueza Susana Wilma López y ratificó la denuncia. Salió seguido de cerca por su custodia y se limitó a declarar que �se avanzó� en la investigación. El preso ya había sido trasladado, obviamente sin la intervención del Servicio Penitenciario.
�Nosotros sabíamos que durante los años anteriores había habido una banda bastante fuerte en Caseros �dijo Bullrich a Página/12�, teníamos información de que había armas, y habíamos ordenado requisas que no habían dado positivo. En este caso el hecho de que la información se haya verificado es muy grave.� La funcionaria, que participaba de un congreso sobre prevención del delito en Viena �donde también está el ministro�, debió volver para atajar el temporal.
La hipótesis que se maneja es que las armas encontradas habían estado allí durante un buen tiempo: el pabellón fue clausurado algo más de un mes atrás y sus puertas soldadas. Ayer el subsecretario de Política Criminal, Juan Carlos López, verificó personalmente que las soldaduras existían y habían sido rotas en el allanamiento. �Creemos que esas armas ahora no estaban al alcance de los presos �dijo a este diario una fuente judicial-. Claro que un día se produce un motín y las pueden recuperar.� 
La denuncia sobre los negocios de los penitenciarios �salidas de presos a robar, venta de informes de buena conducta y servicios varios� dieron lugar a investigaciones que encontraron escasa colaboración por parte del Servicio Penitenciario. Recientemente, el nuevo jefe penitenciario de Caseros, Juan Cid, separó a 42 agentes que estarían involucrados en maniobras ilegales, pero nadie sabe qué delitos cometieron, dónde están ahora, ni si existen sumarios sobre ellos. En cuanto a las salidas �por izquierda� de los penales, el Servicio se niega a aceptar nada. �En estecaso han tenido una actitud bastante cerrada �admite Bullrich� porque parten de la hipótesis de que esto es imposible, y eso hace difícil el trabajo. Si se parte de esa hipótesis no es fácil el diálogo.�
En el Gobierno no terminan de convencer las declaraciones del preso supuestamente arrepentido. �Suena a pase de facturas. Acá había negocios, fugas arregladas, puede haber habido algún negocio fallido �dice una fuente� y se rompieron las reglas del juego.� En cualquier caso, las irregularidades en torno de Caseros son tan notorias, que todo es creíble. Sobre todo teniendo en cuenta que la muerte ronda a este caso: otro involucrado en el caso Dolli, Gastón Noguera Brizuela, apareció ahorcado en Caseros el pasado 4 de enero. Miguel Angel Arribas, un preso que sería testigo de las salidas ilegales murió cuando protagonizó una muy extraña fuga al ser trasladado, un año atrás. Su nombre aparece en la carta de Núñez (ver aparte).
�No estoy tan convencido de que las cosas sean como dice el preso �dijo Juan Carlos López�. Pero lo que importa es el trasfondo. Hace tiempo hemos señalado que queremos cerrar Caseros, entre otras cosas porque es el peor penal en materia de control y donde se ve más fuerte el sistema de protección. Caseros es una cueva, la única salida es cerrarla y tirarla abajo.�


Dolli, el caso clave

  El caso Dolli fue el primero en el quedó claro cómo los presos salían a robar con complicidad del Servicio Penitenciario Federal. El robo tuvo lugar en la madrugada del 18 de julio de 1998 cuando el restaurante de Palermo Chico fue asaltado por Maximiliano Noguera, Reinaldo Maini y Alejandro Heber Núñez. En ese momento, Maini debió haber estado en el penal de Marcos Paz y Núñez en Caseros. El episodio culminó con la muerte del cabo de la Policía Federal Rubén Juárez, custodio del lugar, quien fue baleado cuando se resistió al asalto. 
  El Renault Clío blanco que usaron los delincuentes estuvo en un lavadero, donde las imágenes de los delincuentes fueron capturadas por la videofilmadora y entregadas a la Justicia, que las utilizó para identificar a los delincuentes, con ayuda de algunos de los testigos presentes en el frustrado asalto. 
  El 15 de octubre de 1998, el juez Alberto Baños allanó la cárcel de Caseros en busca de pruebas. 
  El 20 de octubre, el Servicio Penitenciario Federal entregó un informe en el que niega que Núñez y Maini hayan participado del asalto porque no tenían autorizado un egreso. Sostienen que Núñez fue visitado en Marcos Paz por su madre horas después del asesinato y que Maini fue cambiado de celda horas antes del homicidio.
  El juez Baños igualmente procesó a Núñez por la muerte del cabo Juárez. Al mismo tiempo inició una investigación sobre las salidas irregulares del penal.
  El 4 de enero pasado Maximiliano Noguera apareció muerto en su celda de Caseros. La autopsia sostuvo que había muerto por �asfixia por acción mecánica�.

 

LA CARTA DEL PRESO ALEJANDRO NUÑEZ
�No creo que yo siga vivo�

Por A.F.

�No sé si mañana estaré. Si sucede algo, esto le llegará después, de la mano de mi abogado�. Así termina la carta que escribió Alejandro Héber Núñez, uno de los ladrones que participó en el asalto del restaurante Dolli cuando debía estar en el penal de Caseros. La carta fue requisada en la cárcel y actualmente forma parte de la investigación que conduce el juez Alberto Baños. Aunque con una sintaxis enrevesada, por momentos difícil de entender, Núñez deja en claro que pagaba para salir del penal y que las autoridades se repartían ese dinero y parte del botín que consiguiera. Es notorio su temor a que �autoridades penitenciarias� lo asesinen por la información que maneja. Página/12 tuvo acceso a esa carta y aquí se transcriben los principales puntos. 
* �Me encuentro muy preocupado sobre mi situación y bienestar físico. 
Ya que no creo que yo siga vivo (...). Algunas autoridades penitenciarias de esta unidad han sido destinadas a otras unidades carcelarias y nada puede evitar tomar represalias hacia mi persona (...) Si me pasara algo, nadie sospecharía de estas personas, que sí pueden dirigir a otras a ejecutar algún cometido hacia mi persona�.
* �Mis salidas del penal son ciertas (...). Hay salidas a visita de abogado en que figura mi salida, pero no mi vuelta. De todas las salidas se encargaba el anterior jefe de seguridad interna y el jefe de requisa, actual de sección visita con apodo Maradona (...) Supuestamente ellos le dan una parte al jefe del penal, que estaba (al tanto) de mis salidas (...). Yo (debía) abonar el pago de la supuesta salida que es 150 mil dólares y la tercera parte de lo que me brindaran los frutos de mis atracos� (...) �Si no, pregúntele a Arribas, Miguel, que estaba al tanto de que yo salía porque estaba en el piso 14b�. 
* �Como verá, Noguera, Gastón Maximiliano no tiene nada que ver en el homicidio del policía de Dolli, porque él esa noche no se encontraba en el hecho (...). El policía salió corriendo para atrincherarse y así dar aviso y a la vez, si podía, matarnos porque lo ascienden (...) Le efectué de 9 a 11 disparos que yo pienso le habré acertado todos, me apena decirlo, pero fue lo que sucedió. (...) Salimos del lugar y dejamos el Renault Clio tirado y nos abordamos a otro auto para salir de la jurisdicción y después de hablar con estos pibes en el camino a volver al penal, pensando que se borraría toda sospecha�.

 

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