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el Kiosco de Página/12

LEÑA
Por Sandra Russo 

Los prejuicios políticos que circulan en una sociedad son en sí mismos hechos políticos que deben respetarse y ser analizados, pero sin perder de vista que son prejuicios, es decir, actos reflejos del pensamiento, originados, según detallaba la filósofa alemana Hannah Arendt, en viejos pactos rotos. Solamente buceando en ellos como bucea un analista en un trauma, y detectando en qué momento histórico un trato fue violado, una sociedad puede, por un lado, convivir con sus propios prejuicios, rehacer sus contratos y evitar el peor de los males, que es la disolución de la política.

  Los políticos roban; los políticos mienten; los políticos reparten cargos entre sus amigos. Son tres prejuicios en los que no hace falta bucear mucho --si fuera un trauma, el analista recomendaría una terapia corta-- para dar con la punta del ovillo. Diez años de menemismo alcanzan y sobran para erizar la hipersensibilidad social en la materia.

  En las últimas semanas, la ministra Graciela Fernández Meijide es el árbol del gabinete nacional más proclive a la leña. A los rumores del malestar que la falta de resultados de la política social a su cargo produce en el propio gabinete, y que permite suponer que a alguien se le había ocurrido que en tres meses una mujer tan alta y con tanto carácter tenía que, por lo menos, meter a los pobres abajo de la alfombra, se sumó después el escándalo de la designación de su cuñado en la intervención del PAMI.

  Si bien es absolutamente cierto que esa designación le hace ruido en la oreja a cualquiera, el nuevo escándalo, esta vez porque su profesor de tenis es asesor de la Secretaría de Deportes, tiene el vestido de la denuncia en cuyo interior parece haber poco más que aire. Que Eduardo Wetzel carezca de experiencia en la gestión pública aparece en la información como un dato de peso: ¿hubiese sido más tranquilizador que tuviera experiencia como funcionario menemista; sólo son aptos los funcionarios con experiencia alfonsinista, o también los de ahí para atrás? Cosida con alfileres, enmarcada como para subrayar una ineptitud que no demuestra, la última denuncia contra Fernández Meijide parece, bajo el manto de un purismo a la sueca, una embestida contra una mujer que no regala sonrisas y que últimamente no derrocha carisma. Pero que, sobre todo, les molesta a muchos que quieren sacársela de encima a toda costa.

Por más prejuicios que se tengan contra la política, decía Hannah Arendt, es todavía mucho más riesgosa la ausencia de la política. ¿No pasará lo mismo con Graciela?


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