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EL BANCO CENTRAL NO PUEDE COBRARLE A MONETA 
Las deudas son sagradas 

 

 

Desde hace un año el BCRA no ha podido cobrar ni una de las 
cuotas por la hipoteca del Edificio República. Igual sucede con
los préstamos concedidos a dos sociedades del financista.

 

Raúl Moneta, cintura para los acreedores.


Por Susana Viau
t.gif (862 bytes) �Ni mis hijos, ni mis nietos, ni mis bisnietos pueden gastar lo que tenemos. ¿Cuál es la diferencia entre tener 500, 1000 o 1500 millones?�, se preguntó Raúl Moneta cuando los jueces federales porteños le permitieron salir de la clandestinidad. Y agregó con convicción: �Yo nunca cagué a nadie�. Pese al farol, el Banco Central no ha podido cobrarle ni una sola de las cuotas de la hipoteca que pesa sobre el Edificio República. Igualmente incobrables resultan hasta ahora los préstamos otorgados a otras dos sociedades de Moneta también incluidas en la cartera de deudores que el Banco República dio hace un año en garantía de los 80 millones pesos que había recibido del BCRA. Los encargados de recuperar el dinero, no obstante, permanecen en el limbo. Y se explica: Pedro Pou tuvo la feliz idea de delegar la cobranza de los fondos públicos en el Banco Comafi, accionista del CEI y, por lo tanto, todavía socio de Moneta. La estrategia repite la aplicada a su otro banco caído, el Mendoza. Para ese caso, el Central designó como administrador del fideicomiso al Banco Regional de Cuyo que a su vez delegó la misión en José María Sayavedra, concuñado de Moneta.
Honrar las deudas
El 14 de febrero, Jaime Benito Lucini, tío de Moneta y presidente del Banco República (Moneta alternaba con Lucini la presidencia y vicepresidencia de sus bancos), le informó a Pedro Pou que la asamblea de accionistas había resuelto: �cesar en la actividad de intermediación financiera� y �reformar el estatuto social con el fin de adecuarlo a las futuras actividades comerciales, administración de bienes propios y de terceros y de financiamiento e inversiones que emprenderá la sociedad...�.
La nota contenía una catarata de buenos deseos: indemnizar al personal retomando a todos los posibles y �realizar los mayores esfuerzos que permitan contribuir a la creación de un nuevo banco regional en la provincia de Mendoza�. El texto, muy en línea con el despecho exhibido por Moneta al poner fin a su profugamiento, se lamenta de no haber podido concretar la fusión de los bancos Mendoza y República a causa de �la campaña de agresión mediática llevada a cabo por los enemigos de las autoridades políticas�. Una afirmación que, paradójicamente, refuerza las sospechas que Raúl Moneta ha negado siempre: tener una especial y estrecha relación con el menemismo y sus deseos de reelección.
A fin de marzo, Pedro Pou se avino al pedido de los accionistas del República aunque en términos formalmente diferentes: le canceló la autorización para funcionar como banco. La vía, de todos modos, dejaba a resguardo el resto de los bienes de Moneta, que hubieran podido quedar afectados por la extensión de la quiebra si Pou hubiera optado por liquidar la entidad. El esquema era idéntico al aplicado al Banco Mendoza.
Para esas mismas fechas (el 29 de marzo), Lucini había enviado al Central otra nota en la que ratificó �el compromiso asumido por mi representada en oportunidad de recibir asistencia financiera por iliquidez transitoria (...) de garantizar la existencia y legitimidad de los créditos transferidos al Banco Central de la República Argentina, así como la solvencia de los deudores cedidos�. Tenía cierta razón puesto que una parte de esos deudores había cumplido regularmente con sus obligaciones.No ocurría lo mismo con el propio Lucini y su sobrino, Raúl Moneta, remisos a pagar el dinero que deben.
Con las mejores intenciones
Es que en la cartera que respaldó los más de 80 millones de pesos recibidos del Banco Central durante los dos meses previos a su caída, el República incluyó un interesante abanico de autopréstamos. O sea, créditos a sociedades vinculadas con sus accionistas y, más precisamente, al propio Moneta. Entre ellos estaban los concedidos al establecimiento agropecuario Cabaña Los Gatos, propiedad de Moneta y su mujer, María Claudia Arroyo Benegas; a Los Cuatro Vientos, propiedad de la sociedad uruguaya Trust Investissement y de Patricio French, cuñado de Moneta, con sede social ubicada en las oficinas de Alberto Petracchi, mano derecha de Moneta y domicilio legal compartido con Maypa y Federalia, otras dos sociedades de Moneta-Benegas.
Un tercer autopréstamo correspondía a Candia Inversora e Inversora Ancona, dos sociedades que mediante elevados créditos mellizos de los bancos República y Mendoza (totalizaban unos cuarenta millones de dólares) compraron a la familia Pulenta las bodegas Peñaflor, las más importantes del país. Página/12 reveló hace unos meses que ambas inversoras tenían como accionistas a José María Aranguren y Horacio Santángelo, del estudio Aranguren, Santángelo y Nicastro, representantes de Moneta en sus acciones comerciales. A buen entendedor, Peñaflor SA había pasado a manos del financista aficionado a las fiestas folklóricas, a los trajes de gaucho y a la crianza de caballos de carrera.
El quinto autopréstamo había sido adjudicado al Edificio República, propiedad de República Compañía de Inversiones, una compañía constituida por Moneta y Lucini que fue licuando los rastros de los anteriores dueños del inmueble: los más incómodos UFCO (constituida en Tortola, Islas Vírgenes, con una casilla de correo como toda seña) y Citiconstrucciones (un nombre que evocaba muy peligrosamente la presencia del Citibank).
Cabaña Los Gatos tenía una deuda de 3.618.078 de dólares; Los Cuatro Vientos 408.878; Candia Inversora 9.929.219; Inversora Ancona 9.929.219 y República Compañía de Inversiones (dueña del Edificio República) 85.083.704. Todos estos autopréstamos habían sido calificados en situación 1 (es decir, con inmejorable previsión de cobro) por el República y por los auditores de la consultora internacional Deloitte & Touche (la misma que intervino en los contratos IBM-Banco Nación).
Este diario pudo saber que Cabaña Los Gatos no paga; Candia Inversora e Inversora Ancona remolonean por cuestiones impositivas; Los Cuatro Vientos no puede presentar la garantía y se encamina a la ejecución; República Compañía de Inversiones, propietaria del meneado Edificio República, no ha cancelado ni una sola cuota de la hipoteca del inmueble desde abril de 1999, cuando fue entregado en garantía. Moneta y Lucini se limitan a pedir prórrogas aduciendo que existen tratativas para la venta del edificio. En medios inmobiliarios se rumorea que Telefónica habría adelantado hace meses 20 millones de dólares para quedarse con su sede.
Semejante morosidad, que hubiera generado acciones judiciales y arrojado a las llamas del Veraz a cualquier hijo de vecino, no parece preocupar a los encargados de cobrar las deudas que el escribano Raúl Juan Pedro Moneta contrajo con el Estado. Peor aún, el Estado a través del Banco Central permitió que tanto Moneta como su tío Lucini continuaran administrando el Banco República hasta que, cuando lo creyeron conveniente y motu proprio, decidieron autoliquidarlo. Ese trato excepcional es apenas una gentileza más en el largo listado de favores facturados a cuenta del tesoro: condonación de cargos (una suerte de multa por incumplir las normas que rigen la actividad financiera) por más de 50 millones; redescuentos por más de 80 (en los dos meses previos a su caída y haciendooídos sordos a los pésimos informes de los inspectores del BCRA); perdón de deudas impositivas.
Y si hiciera falta una anécdota para coronar la historia del romance del BCRA con el ex banquero Moneta están sus cobradores. Aunque suene a broma, para recuperar los fondos públicos prestados, Pedro Pou designó al Banco Comafi accionista del CEI, igual que Moneta, y por lo tanto, su socio. El procedimiento duplica el utilizado en Mendoza donde, para administrar el fideicomiso del Banco Mendoza se mandató al Banco Regional de Cuyo que, a su vez, contrató y dio poder al abogado José María Sayavedra, concuñado de Moneta.

 

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