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ASI LO VEN

SEGUN OTROS DIARIOS DEL MUNDO

 

Perú, fujihuida hacia adelante

Luego de denuncias de fraude, la presión internacional y un conato de insubordinación civil liderado por el candidato opositor Alejandro Toledo, el presidente peruano Alberto Fujimori no logró el 50 por ciento de los votos, el domingo pasado, que precisaba para su re-reelección. Pero el presidente-candidato ya está en campaña para el ballottage.

El Comercio

Por todo lo que hemos visto, las debilidades pueden convertirse en fortalezas y las fortalezas en debilidades. Si para Fujimori el ejercicio del poder es su principal fortaleza, también representa un riesgo de debilidad en la manera en que siga ofreciendo más de lo mismo (pacificación y estabilidad económica, en desmedro del empleo y democracia). Toledo, por su parte, debe darse cuenta de que ha logrado aglutinar un caudal de voto propio y otro que expresa un claro rechazo al gobierno. Ojo, entonces, con los mensajes que emita. Necesita conquistar más adherencias y está obligado a tener una estrategia exclusivamente dedicada a defender sus actuales fortalezas, por sólidas o milagrosas que éstas sean. (Juan Paredes Castro)

Expreso

Es cada vez más claro que la presencia política de Alberto Fujimori le resulta insoportable a la izquierda internacional y por esa razón presiona en su contra. No se trata --no nos engañemos-- de una preocupación en favor de la democracia y las libertades, como se pretende señalar. Hay quienes pretenden convertir a América latina nuevamente en su patio trasero. Quieren uniformizar las democracias de la región, estandarizarlas a su antojo y gusto particular. También participan los cientos de infiltrados de la izquierda latinoamericana que emigraron a Estados Unidos en la década del setenta. Todos unidos con socialistas de la Unión Europa, comunistas y alguno que otro oportunista para torcerle el brazo a un país que elige su camino bajo sus propios criterios y que no acepta, en consecuencia, imposiciones. (Editorial)

La República

En vista de las elecciones argentinas y chilenas, las elecciones peruanas confirman que el continente ya está de salida del neoliberalismo. No queremos decir que Toledo sea un socialdemócrata, pero sin duda su actual posición mayoritaria, de la que nadie duda, se debe a que el pueblo peruano ha depositado en él la búsqueda de "otra cosa". Los pueblos no votan por acciones del pasado ni por agradecimientos. Votan por su futuro y con el estómago, sobre todo si está vacío. Por eso los peruanos no son distintos que los demás países de la región, porque todos estamos padeciendo los mismos problemas de polarización política y social, de aniquilamiento de la clase media y de gran desempleo. Pero la tendencia va en contra del neoliberalismo. Ya están en retirada. Ya son el pasado. El pasado fracasado. (Mauricio Mulder



Diario de muchos en Bolivia

El saldo de la semana de huelgas, protestas, heridos y muertos en Bolivia ha sido ruinoso para el gobierno del general Hugo Banzer: trató de atajar ese ciclón de descontento con el estado de sitio, y terminó cediendo a casi todas las demandas. Ayer las tropas que reprimieron en el altiplano abandonaron el acuartelamiento y hoy la central obrera decidirá un paro.

La Razón

Está visto que el gobierno tuvo que adoptar medidas de excepción en toda la República porque los efectos de las protestas en Cochabamba se salieron de madre. Y cuando lo hicieron finalmente apareció la cara auténtica de quienes movilizaban a los campesinos: eran nada menos que los cocaleros, ahora sin actividad "profesional" en sus nefastos intereses ligados al narcotráfico. El gobierno actuó con la mayor mesura, tratando de evitar excesos, dialogando, buscando soluciones, encerrando a sus tropas militares. Mientras persistan los desórdenes --y pese a lo que digan los políticos sin votos-- el estado de sitio debe seguir vigente, flexibilizándolo si las condiciones lo permiten. (Manfredo Kempff Suárez)

Los Tiempos de Cochabamba

¿Quién tiene la culpa de las víctimas de los disturbios? Yo diría que la tienen quienes impusieron el estado de sitio. Ninguno de los anteriores estados de excepción fue tan débilmente motivado como el actual. Si la ciudad de Cochabamba había entrado en un estado de violencia comprobada, y suponiendo que no quedaba otro remedio, ¿por qué no limitarlo a esa ciudad y dejar al resto del país en paz? Y, ¿las fuerzas de seguridad no tenían otra manera para mantener el orden que disparando balas mortales? Todo hace pensar que el gobierno acumuló error tras error. Ahora, dígame usted quién arrojó la primera piedra. Lo demás siguió a la ley del absurdo que, lamentablemente terminó en sangre. ¡Dios quiera que no haya más! (José Gramunt de Moragas)

El Diario de Bolivia

Una de las tantas sugerencias que se escuchan ahora es la renuncia del presidente. Eso no sería de ninguna manera la solución para la actual crisis estructural, estoicamente soportada por el pueblo desde hace aproximadamente veinte años. No se trata de personas ni de coyunturas. El desafío que tenemos los bolivianos es de fondo. El democratismo, por ser una degeneración de la esencia de la democracia, ha funcionado, como tenía que ser, en favor de una plutocracia implantada en el país y generadora del desempleo, la pobreza y la corrupción. Para no romper violentamente con el esquema actual y bajo el principio de respeto incondicional a la Constitución, es aconsejable la preservación del presidente y la convocatoria a una Asamblea Constituyente. (Jaime Bravo Burgoa)



Uruguay, un pasado pendiente

Por primera vez desde la vuelta a la democracia, un presidente uruguayo se reunió con los familiares de desaparecidos durante el régimen militar. Este gesto de Jorge Batlle reabrió el debate sobre la dictadura. Varios militares salieron a decir que ellos "no pedirían perdón" por lo sucedido.

El Observador

El discurso de muchos militares y ex guerrilleros confunde las cosas. Las acciones armadas de la guerrilla en 1960 no fueron frente a una dictadura militar sino en un país todavía considerado como "la Suiza de América". Pero la verdad también pesa, porque luego los militares extendieron el concepto de guerra antisubversiva a toda la sociedad. Ya no existía ninguna guerra formal o informal, sólo un grupo que había usurpado por la fuerza las instituciones del Estado y que cometió todo tipo de arbitrariedades y atrocidades. Es por ello que tanto militares como ex guerrilleros deberían mostrar más humildad. Quizá, como dice Batlle, todos fuimos en parte responsables. Pero en realidad la gran mayoría de los uruguayos fuimos víctimas pasivas. Hoy buscamos entre todos un cierto camino de concordia, por lo cual sería mejor que los responsables directos de aquellos años negros guardaran un respetuoso silencio. (Juan Carlos Doyenart)

La República

La reunión del jueves 13 tiene una enorme importancia simbólica: el reconocimiento, desde la más alta tribuna del Estado, de la existencia del problema. Significa la ruptura del silencio indiferente, la quiebra del estilo de arrogancia y "ninguneo" que caracterizaron a los gobiernos anteriores. Con eso se ha puesto fin a una etapa particularmente árida y dolorosa para más de un centenar y medio de familias uruguayas. Y en esos pasos Batlle cuenta con el respaldo de la inmensa mayoría de la población uruguaya, casi con independencia de partidos o concepciones políticas. Por supuesto, no faltan los que opinan de otro modo. Algunos que viven encerrados con su pasado vuelven a repetir sus broncas letanías y amenazas. Están de espaldas a la realidad, de espaldas al país y al mundo. Hablan, tienen derecho. Pero no convencen ni asustan. (Editorial)

Brecha

Los acontecimientos relacionados con la cuestión de los desaparecidos prometen acercar el país a un futuro muy postergado, pero también reactivan la discusión sobre el pasado. Cuando se reclama el "porqué" de las desapariciones, se señala también que está pendiente una explicación de las circunstancias que condujeron a la dictadura y el terrorismo de Estado. En la materia hay omisiones a granel, tanto de los académicos como de muchas organizaciones y personas que jugaron papeles relevantes en aquellos años, y que no sólo han eludido la responsabilidad de dar cuenta de sus actos, sino que también han ido variando sus versiones del proceso que llevó al "Proceso". (Sergio Israel y Marcelo Pereira)

 

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