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El VIII Buy Argentino, como lo indica su nombre, no es el primero en realizarse, pero en esta ocasión el Gobierno decidió dar un matiz diferente promoviendo zonas desconocidas en el extranjero –como es el caso de Jujuy–, junto a otras que causan furor como la región lacustre o las cataratas. Precisamente, un día después de conmoverse al son de los sikuris andinos, los 150 operadores fueron trasladados hasta los mismísimos pies de la Garganta del Diablo, en Iguazú. “Cada turista del exterior macroeconómicamente hay que verlo como una exportación”, dijo a Página/12 Hernán Lombardi, secretario de Turismo de la Nación. “El setenta por ciento de los extranjeros conoce sólo Buenos Aires, porque la administración anterior concentró todo en la Capital. Pero Argentina es mucho más. A nosotros nos interesa que se conozca todo el país porque de esa forma se distribuyen los ingresos turísticos en forma pareja y porque ampliamos las posibilidades de insertarnos en el mercado.” En términos turísticos, los operadores no hablan de países sino de productos o marcas. Así, Buenos Aires, la Patagonia (con sus circuitos lacustres) y las cataratas de Iguazú son las marcas más solicitadas por los turistas extranjeros. “Trabajo con empresas de alto nivel y estoy analizando cómo ofrecer estos productos”, dijo Egard Stig, un operador noruego que se muestra interesado en la oferta de turismo de aventura, deportes y lo que en la jerga denominan incentivos, que no es otra cosa que dirigir la curiosidad del turista. “Argentina es poco visitada por noruegos. Lo que más conocen es la noche de Buenos Aires, el tango. Pero a mí me interesa ofrecer otras marcas como el turismo aventura y el ecológico, el termalismo para la tercera edad, la pesa con mosca, que en Estados Unidos es muy importante, el golf, el esquí. Estas dos visitas (Jujuy e Iguazú) son potencialmente muy buenas.” Entre los operadores no sólo había franceses, españoles, italianos, norteamericanos o ingleses. El grupo también estaba conformado por australianos, canadienses, japoneses, malayos, filipinos, sudafricanos, costarricenses, portorriqueños, el noruego y hasta un chino. Cada uno sacaba sus propios apuntes y hacía números, balanceando la calidad de los servicios, los rasgos autóctonos, las comodidades, millajes aéreos, horas de viaje y costos. El precio es uno de los principales escollos. El cambio transforma a la Argentina en un país caro, pero no parece amilanar al Gobierno en su apuesta. “Es cierto, pero el costo se disuelve si se ofrece un buen servicio –sostuvo Lombardi–. La tendencia mundial indica que el turismo crecerá en los próximos veinte años el doble que el resto de la economía. Estamos trabajando fuerte con Brasil, también Chile. Creemos que vamos a poder duplicar en poco tiempo el turismo norteamericano. Hasta ahora nadie se tomó el trabajo de difundir nada sobre Argentina.”
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