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PAGINA/12 PRESENTA UNA COLECCION DE FASCICULOS DE HISTORIA UNIVERSAL
�La historia no es una ciencia estática� 

Aurora Ravina es la directora del equipo de historiadores a cargo de la investigación y la redacción de la serie de 104 fascículos que Página/12 ofrecerá a sus lectores desde la semana próxima, todos los miércoles y domingos.

Ravina es investigadora del Conicet y profesora de Historia universal y argentina contemporánea.


Por Verónica Abdala

t.gif (862 bytes) Aurora Ravina sostiene que la historia, como disciplina que estudia el pasado, no necesariamente encuentra explicaciones para todos los acontecimientos presentes. Sin embargo, cree que los investigadores, entre quienes se incluye, dan por sentado que lo que ocurre en la actualidad, en todos los casos puede ser explicado por lo que pasó anteriormente. �Esto no quiere decir que los desarrollos históricos sean lineales �aclara�. Porque la mayoría de las veces no lo son, pero sí se puede pensar que, por ejemplo, las claves del presente de un país indudablemente responden a cómo éste se desenvolvió en el pasado.� 
Ravina, historiadora, investigadora del Conicet y profesora titular de la materia Historia universal y argentina contemporánea, es la directora del equipo de profesionales a cargo de la colección de Historia Universal que Página/12 presentará a sus lectores a partir de la semana que viene. Los fascículos, que suman un total de 104 y que se publicarán en dos entregas semanales �los miércoles los dedicados a la interpretación y el relato de los datos históricos, y los domingos, los complementos documentales�, abarcan la historia de la humanidad desde la invención de la escritura hasta la actualidad, centrándose en los acontecimientos más destacados de cada país en los distintos períodos. Alejandro Cristófori, Margarita Giménez, Gonzalo López Vázquez, Susana Stein, Gabriel Ribas, María Cristina San Román y María Cristina Martínez, entre otros, completan el equipo de historiadores que concretará el trabajo. Los casi veinte integrantes de este grupo de docentes e investigadores .�el mismo que estuvo a cargo de la colección de fascículos de Historia Argentina del diario� ejercen actualmente como profesores de historia en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En esta charla, Ravina explica las claves de este trabajo conjunto.
�¿Cuál fue la primera premisa que se impusieron a la hora de comenzar el trabajo?
�Diría que fue el objetivo de seducir a un público no especializado. La historia carga con esa condena que dice que es una disciplina erudita, aburrida, sobrecargada de datos. Nosotros necesitábamos quebrar esa idea, acercarnos a los lectores de una manera inteligente. 
�¿Y cómo resolvieron ese problema?
�Nos propusimos escribir una historia de procesos y de sociedades, y no de personajes. No queremos hacer pasar la historia por la vida de tal o cual persona sino abordar el proceso de surgimiento y desarrollo de tal o cual sociedad, la conformación de su Estado, su legislación, etc...
�Es decir que se propusieron superar la anécdota y la fragmentación...
�Claro, no quedarnos en esas anécdotas que nos enseñaban en la escuela primaria y que muchas veces nos impidieron tener esa mirada global sobre lo que nos pretendían enseñar. 
�¿En el estudio de la historia, el eje temporal es más importante que el geográfico?
�No, el uno no se comprende sin el otro. Es decir, en un mismo momento histórico, hubo y hay en la actualidad diferencias abismales entre una sociedad y otra. Por ejemplo, la realidad de Estados Unidos en el año 2000 no es la misma que la de Argentina ni la de Sudán. Eso nos muestra que el eje geográfico, es decir de qué lugar estamos hablando, importa tanto con la época histórica de la que se trate. Eso es aplicable a cualquier otro caso: cuando hablamos del 1450, en Europa se vivía una realidad y en América, otra bien diferente. Incluso dentro de América las sociedades estaban atravesando por diferentes períodos de evolución.
�¿La organización de los fascículos responderá a un ordenamiento cronológico?
�Sí. Como el saber es acumulativo, es importante empezar desde el estadio más primitivo para desde allí ir sumando los elementos que la humanidad ha acumulado desde entonces, en términos de conocimientos. Partimos de antes de la aparición de la escritura cuneiforme, hace tres mil años, y llegaremos hasta la actualidad.
�Hace tres mil años eran muy pocos los que llegaban a aprender a escribir. Proporcionalmente, en la actualidad también son minoría los que acceden a las nuevas tecnologías informáticas, y la brecha entre los que más saben y los que menos saben se acrecienta de manera acelerada. ¿La historia se repite en círculos?
�En relación puntual con esta cuestión sí se puede decir que, desde siempre, el que tiene más conocimiento tiene más poder. Es un paralelismo curioso. En Egipto, los escribas eran un sector privilegiado de la sociedad, frente a una masa inmensa de analfabetos. En la actualidad, el analfabetismo se da en un doble sentido: por un lado, en relación con estas nuevas tecnologías, por el otro, todavía hay analfabetos con relación a la escritura. Es terrible que en el año 2000 siga habiendo sociedades para cuyos gobiernos la alfabetización de la población es una de sus prioridades, como pasa en Brasil. Mientras tanto en el llamado Primer Mundo se están discutiendo cosas que parecen irreales en comparación con los problemas que acarrea la pobreza. 
�¿Las vinculaciones entre el pasado y el presente es otra de las claves del tratamiento de la información histórica? 
�Sí, por supuesto. La vinculación con el presente es fundamental: la historia no es una ciencia estática que nos habla de hechos cristalizados. Es reflexión, relación y, sobre todo, movimiento.
�¿Cómo resolvió el equipo las cuestiones polémicas? ¿Se discutieron en grupo, o hay un acuerdo implícito sobre el tratamiento de la información?
�En términos generales, quienes conformamos este equipo tenemos cierta afinidad en la manera de pensar. Esto no quiere decir que pensemos, investiguemos y escribamos en bloque: hay matices. Pero somos profesionales que, ante todo, intentamos conservar la serenidad. Y nunca perder de vista que el historiador no es un juez, ni puede actuar como tal. Nuestro trabajo no es decirle al lector lo que tiene que pensar, sino invitarlo a que piense y a mostrarle que hay muchas maneras de hacerlo, diferentes posibilidades.
�¿Siente que conocer tanto de historia le permite de algún modo vislumbrar si la realidad de un país o una comunidad se orientará en una u otra dirección?
�Cuando uno conoce de historia, lo que puede tener es un buen diagnóstico de las situaciones. Y cuanto mejor es el diagnóstico, como ocurre en los casos médicos, también es mejor la decisión que se toma para el futuro. Uno nunca puede saber lo que va a pasar, ni tampoco puede cambiar lo que ya ocurrió. Lo que puede hacer es conocer el pasado con detenimiento para, a partir de ahí, comenzar a actuar en función de la verdad.


Desde la Prehistoria

�¿Cuáles son los temas de los diferentes fascículos que componen la colección?
�El primer fascículo toma la Prehistoria y la antigua Edad de Piedra, el Paleolítico. En el segundo pasamos al Neolítico, que se considera un período revolucionario, porque es aquel en que el hombre aprende a domesticar animales para emplearlos en el trabajo y a cultivar vegetales. Las antiguas poblaciones sedentarias comienzan a moverse, convirtiéndose en nómades, y aprenden a manejar su fuerza de trabajo. Entre los fascículos nº 3 y 8 nos sumergiremos en la realidad del Lejano Oriente y del mundo americano. Después entraremos en lo que se conoce como la cuna de la cultura occidental: Grecia, Macedonia y Roma. El estudio de la Edad Media, que se extiende entre los siglos V a. de C. y el siglo XV, será el que nos ocupará a continuación. En este período, se completa el conocimiento geográfico del mundo, sobre todo con los viajes que emprenden los españoles y los portugueses, y aparece un invento absolutamente revolucionario, en 1450: la imprenta de Gutemberg. El inicio del Renacimiento se sitúa a finales del siglo XV, el fin, en el siglo XVIII. Este es el siglo de la Ilustración, capital en el ámbito de lo social, filosófico y político. Finalmente, llegamos a los siglos XIX y XX, a los que les daremos un tratamiento aún más profundo. En total, la colección se compone de 104 fascículos complementarios, los que saldrán los domingos y los miércoles.

La memoria como espejo

�¿Por qué cree que la sociedad argentina mantiene una relación tan conflictiva con la memoria?
�La memoria es el espejo. Cuando uno apela a la memoria tiene que hacerse cargo, en muchos casos, de una parte de la responsabilidad que le corresponde, por comisión o por omisión, de casi todo lo que le ocurrió en términos individuales y también colectivos, como parte de una sociedad. Desde este punto de vista, es lógico que mucha gente se sienta más cómoda olvidando el pasado. Además, la idiosincrasia argentina tiene una impronta terrible: es en cierto grado autoritaria y facciosa, en términos históricos. Y la solidaridad social bien entendida no cuadra con estos rasgos, que nos cuesta tanto resignar y con los que se ha manejado el poder en el país, desde siempre. Somos parte de una sociedad que en sus casi doscientos años de independencia fue muy lastimada, muy golpeada desde el punto de vista institucional. Quizás aprendamos en los próximos años a volvernos más tolerantes y comprensivos. Ojalá nos demos la posibilidad de crecer.

 

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