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Por Silvina Friera –¿Qué cambios hay en esta reposición? A. M.: –Lía agarró el mazo de cartas, que son los monólogos de la obra, las mezcló y dio de vuelta. Si uno compara, ninguna hace los mismos monólogos de las otras actrices. En aquella, una era la más payasa, otra la más acosadora y la tercera la más sufrida. Eso ha cambiado. C. P.: –Tuvimos mucha libertad porque encaramos el proyecto de nuevo. Al principio trabajamos los monólogos sin estar repartidos. Cada una se quedó con el que le correspondía, según lo que mejor le salía. Esto permitió no encasillarnos. –¿En qué momentos de la obra se sintieron identificadas, con algo que les pasaba a ustedes? B. P.: –Cuando empezás a abordar los textos, al menos en mi caso, que tengo 28, te parecen muy lejanos y después cuando te vas metiendo te das cuenta de que hay muchas cosas que coinciden o que están empezando a coincidir. Empezás a ver en vos lo que después tenés que representar (risas). En una parte de la obra me la paso obsesionada con las arrugas, el cuerpo, “el culo que se me cae”. Termino el monólogo diciendo que a mí no me interesa que la historia de mi vida se refleje en mi cara, siempre y cuando sea una linda historia. Estamos jugando, contando algo desde el humor. C. P.: –Yo tengo 28 años y hay cosas que todavía no me pasaron. Pero sé que me van a pasar y me encanta abordarlo de antemano. El trabajo del actor es encontrar puntos en común con el personaje, y lo que no es así hay que encararlo desde el proceso creativo con la directora. Ahora me siento mucho más cercana a lo que estoy diciendo. A. M.: –Esta obra podría ser contada por una sola actriz. Nos pasa a todas, sólo que está repartido en tres mujeres. A todas nos aparece la celulitis, nos pasan los años, nos salen arrugas y hemos tenido un desencanto amoroso. A mí me encantaría hacer Confesiones de 60. –En una parte se afirma que después de los 30 las cosas tienen que ser “ahora o nunca”. ¿Creen lo mismo? A. M.: –Sí. Yo antes de empezar a ensayar estaba buscando un bebé y pensaba que era ahora o nunca por una cuestión biológica. No estoy tan lejos de los cuarenta. B. P.: –No sé si ahora a las mujeres de 30 les pasa eso. Hay una cuestión social que impone que a los 30 tenés que tener tu vida resuelta. Creo que existe una evolución mental. Las mujeres ya no están tan presionadas, tienen más libertad para vivir y se permiten disfrutar más. C. P.: –A los 30 años empezás a poner el deseo en vos misma. –¿Por qué creen que a algunos hombres les gusta la obra? C. P.: –Es como observar por una mirilla lo que las mujeres cuentan. Y me parece que, si hubiera un espectáculo con confesiones de hombres, para nosotras sería muy interesante espiar. Sería como un manual de instrucciones que nos permitiría descubrir qué les sucede a los hombres. A. M.: –Estaría bueno. ¿Qué les pasa a los tipos? Les salen canas y conocemos algo por lo que les pasa a nuestras parejas, pero nada más. –¿Y la comparación con las otras actrices? B. P.: –Creo que el tema del éxito anterior tiene que ser algo que a nosotras nos sume, no que nos reste. Si nos resta... es mala leche.
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