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RICO INSULTO A VECINOS QUE PROTESTABAN POR LA INUNDACION
"Dejá que se ahoguen estos negros"

En el barrio Obligado, las casas siguen llenas de agua pese al buen tiempo

En un área de San Miguel, las casas siguen inundadas porque una obra impide que el agua escurra. Cuando la gente protestaba, Rico se acercó y los insultó. Tuvo que irse en patrullero, mientras le tiraban piedras.


Por Carlos Rodríguez
t.gif (862 bytes) El barrio de casas humildes se llama Obligado y está en el partido de San Miguel, a un costado del Camino del Buen Ayre. Justo en el centro del conjunto de casitas de material a medio terminar hay una zona conocida como La Olla, un predio de 50 por 50 metros, hipotética plaza que ha devenido apenas en cancha de fútbol y que cada vez que llueve se convierte en pileta de natación olímpica, por sus dimensiones. Las aguas que se acumulan, desde el martes 16, ingresaron al 70 por ciento de las viviendas y a pesar del buen tiempo permanecen sin escurrir hacia el cercano río Reconquista, de donde provienen. Los inundados --en San Miguel hay, todavía, 1500 evacuados, admitió el presidente del Concejo Deliberante, Juan Carlos Morales--, hicieron un piquete para cortar la calle Gaspar Campos, a 100 metros del Buen Ayre, para pedirle a la intendencia "que se ponga las pilas" y haga una brecha para sacar el agua. También repudiaron el trato recibido de parte del jefe comunal, Aldo Rico, quien el sábado a la noche se acercó y dirigiéndose a los ingenieros, recomendó: "No se preocupen, dejen que se ahoguen estos negros de mierda", según dijeron varios de los testigos. Tuvo que irse en un móvil policial que fue cascoteado.

  El enojo de los pobladores tiene una causa central: el cierre de parte de los desagües hacia el río Reconquista para construir un canal donde se derivarán en el futuro todas las aguas, pluviales y domiciliarias. "Lo que pasa es que cerraron parte del río antes de terminar el canal, de manera que ahora el agua no tiene por dónde salir", sostuvo Raúl, uno de los habitantes del barrio Obligado que se sumó a la protesta. El sábado, un grupo de vecinos se presentó en el cruce de Gaspar Campos con el río Reconquista, para dialogar con los ingenieros de la empresa Unired, que construye el canal. Les pidieron una excavación que permita que las aguas corran. La charla, con participación de concejales riquistas, transcurría en calma hasta que llegó Rico.

  Ni bien bajó del auto, el intendente recibió las quejas de los vecinos, que se agruparon en torno de él, formulándole sus reclamos, en algunos casos a los gritos. Dirigiéndose a los ingenieros, Rico recomendó: "No se preocupen, dejen que se ahoguen estos negros de mierda", según dijeron varios de los testigos, incluidos algunos periodistas locales. La diputada bonaerense por el Frepaso Graciela Podestá, que presenció parte del entredicho, relató a este diario que Rico "se tuvo que ir en un patrullero porque la gente comenzó a tirarle naranjas y piedras".

  En el barrio Obligado viven 2000 personas, muchas de las cuales siguen sin poder retornar a sus hogares. Todos los niños están siendo asistidos, algunos por el municipio, otros en el hogar que tiene en la zona el padre Luis Grassi. La vereda que lleva al centro de La Olla termina en la esquina de Gualeguay y Catamarca, donde todo desaparece bajo el agua. Para llegar a la vereda de enfrente hay que nadar o subirse a un bote. La última esquina podría denominarse "Aguante Boca", porque la casa final está llena de banderas azules y amarillas.

  De sus seis habitantes sólo quedó en la casa doña Isabel, de 76 años, ya que su hijo, su nuera y sus tres nietos "se fueron a trabajar", por primera vez desde el comienzo de la inundación. "El agua llegó hasta acá", dice la mujer mientras pone su mano a la altura de la mancha de humedad en la pared, a un metro del piso de la casa, elevado respecto de La Olla. "Hola, doña Isabel, cómo la trata el agua", saluda un joven de cabellera enrulada que viene del otro lado del barrio, luego de recorrer "ocho cuadras con el agua por encima de las rodillas". Doña Isabel apenas responde el saludo y los ojos se le enrojecen en el preludio del llanto.

  Su vecina, Rosa, opta por la furia: "Hace siete días que estamos bajo el agua y el intendente Rico, en vez de ayudarnos, nos viene a insultar". Los pobladores que se han ido dejaron a alguien "de guardia" porque "nos están robando todo", dice Rosa mientras se aleja con su marido llevándose varios bultos con ropa. Antes llevaron el televisor, la radio y los artefactos del hogar a casa de un familiar "que vive en la casa con el terreno más alto del barrio". Todos recuerdan varias inundaciones grandes, sobre todo la de 1985, pero "las aguas nunca tardaron tanto en irse", asegura Raúl, uno de los jefes de los piqueteros, quien vive en Obligado hace 40 años.

  Ayer por la noche, luego de una reunión en la que estuvo presente la legisladora Podestá, el centenar de hombres que participó activamente del corte en la salida hacia el Camino del Buen Ayre resolvió suspender la medida de fuerza. "El temor es que a la noche, cuando se vayan los medios periodísticos, venga la represión", sostuvieron Raúl, Pedro y Mario, tres de los que se han convertido en líderes de la protesta. Anoche, un grupo de riquistas encabezado por el concejal Ricardo Aleksiejoner, ex carapintada y mano derecha de Rico, hizo una recorrida "de ablande" para minar la resistencia de los vecinos y restablecer el contacto interrumpido tras los incidentes del sábado.

  Aleksiejoner tuvo que frenar a una belicosa mujer, que lucía una remera que decía "Rico intendente", para que no golpeara a una joven que habló mal del intendente. Los partidarios del intendente negaron que Rico hubiera insultado a los inundados. "El es el único que se moja la rodilla para hablar con ellos", puntualizaron.

  Podestá confirmó que la inundación "resultó más grave por la suspensión de los trabajos de construcción del nuevo río (se refiere al futuro canal de desagüe) y por la presencia del campo de golf de (Francisco) Macri, según denuncian los vecinos". Todo contribuyó a obstruir la salida de las aguas. La situación planteada motivó, además, una concentración de vecinos frente al palacio municipal, en el centro de San Miguel. El presidente del Concejo Deliberante, Juan Carlos Morales, recordó que en San Miguel hubo "2500 evacuados y ahora quedan 1500". Aseguró que "todos son asistidos por el municipio" y que se hace "lo necesario para que bajen las aguas", que siguen sin bajar un centímetro.

 

Aún quedan 6000 evacuados

  Todavía más de 6000 personas permanecían ayer evacuadas en la provincia de Buenos Aires. Defensa Civil, del Ministerio de Seguridad bonaerense, indicó que las aguas del río Matanza "están drenando lentamente" y que "en las próximas horas", muchos de ellos podrán volver a sus casas. Aparte de los 5678 evacuados que se encuentran alojados en establecimientos públicos --la mayoría en escuelas provinciales--, hay 1080 autoevacuados, aquellos que sufrieron las consecuencias de las inundaciones, pero pudieron refugiarse en casa de sus familiares. El distrito de La Matanza es el más afectado por las consecuencias de la sudestada de la semana pasada: cuenta con 1237 evacuados. Para Defensa Civil, le siguen en orden de importancia los distritos de San Martín, con 1200; Esteban Echeverría, con 600; y Lomas de Zamora, con 500. En tanto, el presidente del Concejo Deliberante de San Miguel señala que aún quedan 1500 evacuados en esta localidad de los 2500 que había para el fin de semana.

 

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