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HARRY BRANDON, DE ARL, SMITH & BRANDON
�Más vale que se acostumbren a la inteligencia privada�

Es un ex agente del FBI que dirige una empresa internacional de seguridad, investigación e inteligencia privada. Asesoran en casos de secuestros y toma de rehenes, buscan banqueros que desaparecen con fondos ajenos, chequean socios y se aseguran de que las licitaciones sean limpias. Ahora se instalan �oficialmente� en el país, aunque Brandon confiesa que �ya tuvimos encargos de argentinos�.


Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) �Cada vez las empresas tienen más necesidad de servicios de inteligencia privada. Por ejemplo, si pierden una licitación, necesitan averiguar si la perdieron en buena ley o si la empresa competidora recurrió a coimas. También damos asesoramiento en temas vinculados con secuestros y hasta tomas de rehenes. En ninguno de los casos hay recetas mágicas que sirven siempre, pero en el caso de los secuestros generalmente recomendamos no pagar. Cuando se trata de rehenes, es lo contrario, lo mejor es siempre continuar las negociaciones, tener paciencia, esperar la oportunidad.� Estas palabras son parte del pensamiento y los servicios que ofrece Harry Brandon, un ex jefe del FBI, quien en asociación con Gene Smith, ex fiscal, y un grupo argentino liderado por Alejandro Ruiz Laprida conformaron ARL, Smith & Brandon, que desembarcó esta semana en Buenos Aires. 
�Suena extraño hablar de servicios de inteligencia privados.
�Bueno, habrá que acostumbrarse. En el mundo de la globalización, cualquier empresa y hasta los ahorristas necesitan de información valiosa. Por ejemplo, un banquero desaparece sin devolver el dinero de los depósitos. Alguien debe rastrear al banquero y también incluso la forma en que el dinero fue trasladado a cuentas de otros países.
�El ejemplo parece bastante argentino. ¿Ya han tenido casos como ése en el país? 
�Aunque recién ahora nos instalamos oficialmente en la Argentina, efectivamente tuvimos algunos encargos de ese tipo.
�Se dice que servicios de inteligencia como el de ustedes consiguieron para Cavallo los números de cuentas en las que se depositaron las coimas del caso IBM-Banco Nación.
�(Sonríe.) Sí, eso dicen.
�También hay versiones que indican que ubicaron a Raúl Monetta cuando estaba en la clandestinidad. Dicen que el trabajo lo encargó un socio de Monetta que tenía diferencias económicas con él. 
�(Vuelve a sonreír.) Le aclaro que todos los trabajos que hacemos son absolutamente confidenciales. No sólo hacemos un compromiso de confidencialidad sino que cada uno de nuestros empleados también firma un compromiso de que no revelará nada de lo que haga respecto de ningún cliente. Estamos en 50 países y eso se respeta absolutamente.
�¿Se puede decir que ustedes hacen espionaje?
�No, de ninguna manera. Nosotros conseguimos información porque sabemos cómo conseguirla. Por ejemplo, creemos que podemos determinar si un competidor de nuestro cliente ganó una licitación con métodos lícitos, con ética, o si lo logró apelando a trampas. Para esto no tenemos que espiar, sino buscar la información sobre los precios, la documentación, y sabemos con quién se debe conversar en cada caso.
�¿Cuánto puede valer una investigación?
�No, no puedo darle precios. Eso depende de qué hay que investigar, cuál es la información que se necesita y cuánta información previa nos da el propio cliente.
�Bueno, pero dígame cuánto es el piso, cuánto es el mínimo.
�Mire, le voy a mencionar una investigación de las más habituales. Un cliente argentino está por hacer negocios con alguien en Rusia. El empresario de Moscú dice que tiene determinada solvencia, una casa, una fábrica. Nosotros averiguamos si le dice la verdad o le miente a nuestro cliente argentino. Ese trabajo, si es mínimo, puede estar entre los 3000 y 5000 dólares.
�¿Trabajan para los gobiernos?
�A veces lo hacemos. Pero le digo cuál es nuestra base: ni cuando se trata del Estado ni de clientes privados trabajamos para el que actúailegalmente. Nosotros le damos servicios a los que necesitan saber si otra persona ha actuado en forma ilegal o violando las normas de la ética.
�En este paso por la Argentina, usted estuvo en La Plata, dando un seminario para una estructura judicial de la Provincia de Buenos Aires.
�Efectivamente, como retirado del FBI y más allá de nuestra empresa, ofrecimos un seminario destinado a la llamada policía judicial, es decir un grupo grande de abogados jóvenes que intervienen en investigaciones especiales. Están en la estructura que encabeza el procurador bonaerense Eduardo de la Cruz. Con ellos hablamos del manejo de las situaciones de crisis.
�Por ejemplo, un caso de toma de rehenes...
�Efectivamente. 
�Hemos tenido varios hechos de ese tipo y algunos terminaron con rehenes y delincuentes muertos.
�Bueno, en La Plata yo encontré ya un espíritu muy distinto. Por supuesto que es muy difícil establecer una receta para los casos de toma de rehenes, pero indudablemente la clave es negociar todo el tiempo necesario. Hay que tener absoluta paciencia. Ahí está la clave. Además hay que tener un buen grupo SWAT, es decir un grupo extraordinariamente bien entrenado, dispuesto a intervenir. Pero le insisto, lo fundamental es la negociación paciente.
�¿En qué situación usted piensa que debe pasarse de la negociación a la acción del grupo de ataque?
�Obviamente hay un caso claro: cuando han tomado a más de un rehén y le provocan heridas a uno de ellos. Allí cambia completamente la situación y usted debe intervenir sí o sí. Pero en los otros casos tiene que seguir negociando y negociando. Le digo cuál es para nosotros un modelo ejemplar: el manejo que se hizo de la toma de rehenes en la embajada de Japón en Lima, en Perú. Se tomaron todo el tiempo del mundo, tuvieron máxima paciencia y finalmente encontraron su oportunidad.
�Mataron a todos.
�De ninguna manera me refiero a eso. Digo que se recuperaron con vida a todos los rehenes.
�¿Qué ocurre con la cuestión de los secuestros extorsivos, una modalidad que parece crecer en la Argentina?
�Ustedes tienen un problema serio: la gente no hace la denuncia porque no confía en la policía. Esto es grave y las fuerzas policiales tendrán que ir ganándose la credibilidad.
�Bueno, la gente cree que detrás de una parte importante de los delitos hay efectivos policiales. Y más todavía en el caso de los secuestros extorsivos.
�Un secuestro extorsivo es un caso muy delicado y si encima uno no confía o no cuenta con la colaboración policial, todo se hace más difícil. De todas maneras, es cierto que nosotros hemos trabajado en casos de ese estilo.
�¿Existen lineamientos básicos?
�No, por supuesto que no hay fórmulas mágicas. Yo, personalmente, soy partidario de no pagar. Las estadísticas internacionales indican que la cantidad de secuestrados asesinados es pareja en las dos alternativas, si pagaron o no pagaron. O sea que murió tanta gente en casos en que la familia entregó el rescate como en casos en que la familia no entregó el rescate. No hay dudas de que se debe negociar y es fundamental hacerlo rápido, pero mi experiencia indica que los captores se sienten menos responsables de la vida del secuestrado no bien obtienen el dinero. Son innumerables los casos en los que matan después de cobrar: tienen miedo de ser reconocidos, de que la víctima guíe a la policía hasta el lugar donde estuvo cautivo. De manera que, le insisto, es incorrecta la postura de los que dicen que hay que pagar de inmediato y no hacer la denuncia. Una vezque usted pagó, el secuestrado corre peligro y además si las cosas son exitosas para los secuestradores, éstos tarde o temprano volverán. 
�¿Existe alguna fórmula para combatir la corrupción policial y la desconfianza que existe en la Argentina hacia las fuerzas policiales?
�Mire, hay una tendencia mundial. Las ciudades se han vuelto más inseguras, los ciudadanos no quieren riesgos, pero tampoco les quieren pagar buenos sueldos a los policías. Creo que la experiencia está indicando que no hay seguridad con bajos salarios policiales y también la experiencia es que, si se pagan mejores salarios hay posibilidades de conseguir gente más capaz, se le puede exigir más y es más factible entrenarla. Le digo una cosa: una de las claves es entrenar, entrenar y entrenar a los policías.

 

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