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ENTREVISTA A FONDO CON BRUCE WILLIS,
 LA ESTRELLA DE HOLLYWOOD MAS TAQUILLERA Y DURA DE MATAR
�Mis héroes hoy son los policías y los bomberos�

En un reportaje concedido en Madrid, el protagonista de �Sexto sentido� y �Mi vecino, el asesino�, sus dos últimas películas, que vienen rompiendo boleterías en todo el mundo (la Argentina incluida), se hace el malo y da muestras de su poder absoluto. También dice que no es quién para hablar del amor, reivindica el valor de la amistad y se niega a hablar de política, no sin antes afirmar que �Bill Clinton es un boludo�.


Por Joseba Elola
De El País, de Madrid

t.gif (862 bytes) El caso es que parecía un tipo amable, educado. O casi. Tal vez excesivamente ceremonioso, sí, pero eso no resultaba extraño en un encuentro de este género. Mientras todo se desarrolla según sus deseos, exhibe una cierta cortesía... pecando, quizá, de una ligera tendencia a la sobreactuación. Pero a medida que transcurren los minutos, empiezan a dibujarse las sombras de su rostro, emerge su cara oscura. La de Bruce Willis, el hombre que ordena y manda. �No use el tiempo que le queda hablando de política. Tiene usted un minuto más, o sea que debería pensar en aquello de lo que quiere hablar realmente, que no sea de política.�
Estas palabras salen de su boca en los instantes finales de la entrevista. Al más puro estilo de un western. No le tiembla el pulso a la hora de hacer el papel de malo. Y eso que en sus películas se asegura el de bueno, que es el que hace crujir las taquillas, el que multiplica el cachet. Las estrellas de Hollywood suelen traerse a un manager que se encarga de hacer el trabajo sucio, de marcar los tiempos al periodista. Pero Willis se reserva ese papel estelar.
Madrid lo fascinó. Ya se lo puede ver haciendo footing por el parque del Retiro. Su relación sentimental con una española le hace visitar España a menudo. Y por las calles se tropieza con tres tipos de carteles con su rostro: los de Sexto sentido, Desayuno de campeones y Mi vecino, el asesino. Son las 16 horas, cerca del Congreso de los Diputados, Madrid. El está a punto de llegar. El es accionista de la cadena a la que pertenece el restaurante en el que se desarrolla el encuentro. Llega. Revuelo. Un fotógrafo intenta tomar una instantánea, él pregunta si pertenece a la cadena, no, procédase al desalojo, desalojado. Se pasea por sus dominios con andares cansinos, camina en cámara lenta, con sus anteojos oscuros y su media sonrisa. Le trajeron un par de autobuses cargados de turistas para llenar la sala, no vaya a ser que el jefe vea el restaurante vacío y empiece a preocuparse por el negocio. Saluda a un par de ancianas muy educadamente, otorga su mano como si fuera el Papa, y entra en la sala VIP.
La puerta amortigua el sonido del revuelo que se armó en el restaurante. Saluda, educado, y se lleva a su hermano aparte. Le susurra algo al oído, como hacen los capos en las películas. Vuelve. Se sienta a la mesa, la arrima a su cuerpo y pronuncia sus primeras palabras: �Uno capuccino para mí�, dice, haciendo el esfuerzo, siempre, de agradecer, de hablar en español. �Y sopa.� Ordena a su hermano que se siente a la mesa. Este obedece sin chistar.
�A usted lo conocen, sobre todo, por sus papeles en películas de gran presupuesto, pero también trabajó en otras más independientes. ¿Cómo elige lo que va a hacer?
�Entiendo (dice, en español. Y pasa al inglés). Lo bueno es que no tengo que elegir. Consigo hacer las dos cosas, películas caras y grandes en Hollywood, y otras de bajo presupuesto, ¿cómo las llamaría?, artísticas (el hermano intercede: �Películas que no son para la mayoría�). Sí, películas que no son para la mayoría, que están fuera de la cultura mayoritaria. En un caso, es más cuestión de negocio, show business; el otro me satisface más como actor.
�¿Piensa usted que, por este motivo, la gente tiene un concepto equivocado de usted como actor?
�No creo que haya un concepto equivocado. Cuando empecé me preocupaba mucho lo que la gente pudiera pensar de mí o la imagen que debía mostrar. Ahora ya no lo pienso. Que sea lo que sea. No afecta a mi trabajo; me piden que actúe en todo tipo de películas, y mi único criterio es que el guión me parezca interesante.
�¿Tiene usted algo en común con los personajes heroicos que interpreta?
�Bueno... Voy a hacer otra película con el director de Sexto sentido. Es sobre otro tipo de heroísmo, no el del tipo duro que viene a salvar almundo, como Armaggedon. Estamos tratando de definir lo que es el heroísmo. Las películas son el modo de hablar de nuestro mundo (pronuncia muy despacio, con pausas, entonando). Hace 1500 años, un tipo dibujó con tiza en la pared el modo en que David mató al Buffalo, o lo que fuera, algo estúpido. Era su manera de hablar de su mundo, de su tiempo y de su vida. Shakespeare habló del suyo, y las películas son la versión moderna de contar eso. Se puede no estar de acuerdo, pero son un modo de discutir y compartir cosas a lo largo del mundo. Veo todo tipo de cine, americano, español... Pedro Almodóvar es un gran director de cine. Luc Besson también. Todos ellos tienen un objetivo común: hablar de nuestro mundo.
�¿Cree que el mundo ha cambiado mucho?
�No parece, ¿verdad? Las cosas que eran importantes hace 5000 años u 800 años siguen siendo importantes hoy. Todo es siempre lo mismo, pero parece distinto cuando miramos atrás. Dentro de 500 años, la gente mirará nuestro tiempo y pensará que también somos estúpidos.
�Usted que hace tanto de héroe, también tendrá algún que otro héroe.
�Sí. Eso creo.
�¿Quiénes son sus héroes?
�(Piensa. Mira al cielo. Cae.) Los policías. Y los bomberos. Porque esos tipos, los polis, arriesgan sus vidas. No sé cómo son las cosas aquí, pero en América son blancos móviles, les disparan y ellos intentan proteger a la gente. Es algo muy noble y heroico. Lo de los bomberos es similar, pero un poco distinto. Alguien que tiene un trabajo como ése, que no saca gran cosa de ello, que no sale en la tele, y que no alardea: �Yo apago fuegos�, �yo soy policía�... eso es muy heroico. Las madres que educan a sus hijos, a las que no les pagan por educarlos, que trabajan y se sacrifican... eso también es heroico.
�¿Cree en el sueño americano?
�De algún modo, sí. Funciona en todo el mundo: si trabajás duro, estudiás y te esforzás, podés conseguir tus objetivos y ser lo que quieras ser. Hace 40 años, eso no era así en algunos países; y no lo es en muchos sitios ahora mismo.
�¿Qué cosas son importantes para usted?
�La amistad es sin duda una de las más grandes, una de las tres primeras: familia, amistad, integridad. Con eso basta.
�¿Y el amor?
�No sé lo que es el amor, no soy la persona apropiada para que le pregunten de amor.
�¿Por qué no?
�Mi receta para el amor puede que no sea la mejor. Mi idea del amor cuando tenía 20 años es distinta de la que tengo ahora.
�¿Qué ha cambiado?
�Viene y va. No sé mucho de ello. Y es bueno pensar que uno no sabe gran cosa del amor. Cuando uno cree que lo entiende es cuando se lleva las sorpresas. ¿No cree usted? ¿Entiende usted al amor? ¿Entiende usted a las mujeres?
�Lo intento.
�Intentarlo está bien. Tiene usted cinco minutos más.
¿Cinco minutos más para intentar saber lo que es el amor o cinco minutos de entrevista? Habrá que inclinarse por la segunda opción, a todas luces más verosímil. Hay que ver... Y todo por una pregunta de amor. Debe de pensar que lo más interesante para este medio de comunicación es su presunta relación con una joven española, María Bravo, 27 años. El Bruce amable y educado empieza a transformarse. �Un minuto�, dice, masticando spaghetti a mandíbula batiente.
�Cuando alguien es tan rico como usted, ¿el dinero deja de ser importante?
�La relación con el dinero se debe a mi trabajo. Hace cinco años los medios de comunicación empezaron a hablar de cuánto costaban las películas, de cuánto ganaban los actores, como si fuera un asunto deinterés. Según me educaron a mí, nunca le preguntás a alguien cuánto dinero gana. Es de mala educación. Pero ahora la cosa se jodió. Así que prefiero no hablar del dinero cuando tengo elección, que es algo que generalmente tengo. Tiene dos minutos más.
La tentación de responder: �Señor; sí, señor� emerge, pero no llega a ver la luz. Estupor, sí, estupor.
�Usted llegó a apoyar a los republicanos. ¿Qué piensa de los candidatos para las próximas elecciones?
�No tengo ni idea. No presto atención a eso. Yo sólo apoyé a George Bush porque no me gusta Bill Clinton. Antes de eso, ni siquiera había votado. No me importaba entonces ni me importa ahora. Mierda. No me gustaba Bill Clinton. Me pareció un boludo.
�¿Por qué?
�No debería usted escribir eso, eso de que es un boludo. Sólo pienso de Bill Clinton que no es un buen político, que no está calificado para su trabajo. Pero ahora ya no sé quién está calificado. ¿Todo es un gran juego, no? Algo más de lo que hablar, algo de lo que escribir... y no parece que se consiga hacer nada.
�¿Qué le gustaría que se hiciera?
�No use este tiempo hablando de política. Tiene usted un minuto más ahora, o sea que debería pensar en aquello de lo que quiere hablar realmente, que no sea de política.
�Su paternidad. ¿Tiene tiempo para dedicar a sus hijos?
�Trabajo seis meses y luego estoy libre los otros seis. Tratar de ser un padre es un buen objetivo.
�Para acabar...
�Okey, gracias.
Se pone en pie y grita: �Nos tenemos que ir...�, empieza a mover la tropa. �Nos vamos ya mismo...�. Y cumple, y se va.


La felicidad y los miedos

�¿Cuáles son los miedos de una persona como usted, que interpreta a héroes?
�Varían. Normalmente, en las historias, el héroe suele tener una debilidad. Una cosa es la ficción y otra la realidad.
�La pregunta era acerca de su vida real.
�¿De qué estoy asustado ahora? De nada. La verdad es que no puedo pensar en nada que me asuste. Sólo de que les pueda pasar algo a mis hijos, eso es lo único. Sólo puedo controlar lo que puedo controlar en el mundo, y no pienso en todo lo que está fuera de mi alcance. Las cosas que para mí eran importantes cuando tenía 25 años ya no son importantes para mí. Sería triste que así fuera.
�¿Qué es lo que usted quiere? Cuando se tienen tantas cosas...
�Cuando se tienen muchas cosas... no pensás realmente en ello. No puedo pensar en nada de lo que pueda decir: si tuviera esto mi vida sería buena. Soy bastante feliz (dice con gesto de suficiencia y la boca torcida en una mueca algo irónica).

 

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