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Después de fundirla, España viene a rescatar a Aerolíneas Argentinas

Los españoles presentaron un plan por 1200 millones de pesos para capitalizar la línea nacional y permitirle seguir operando. Después la venderían. El gobierno argentino aprobaría la propuesta. Los detalles.

Por C.C.
Cuando Aerolíneas Argentinas comenzaba a precipitarse en caída libre, diez años después de haber sido privatizada, el gobierno español presentó una propuesta que podría salvarla. La Sociedad Española de Participaciones Industriales, dueña del 85 por ciento del paquete accionario, acercó a las autoridades argentinas el esperado programa de rescate, que prevé capitalizar la compañía en 1200 millones de dólares en el curso del próximo año y medio. Este aporte permitiría liquidar las abultadas deudas que, por culpa de un perverso mecanismo, fueron contraídas por los propios adjudicatarios para comprarla. También inyectaría recursos imprescindibles para garantizar la operatividad de la aerolínea, cuya actual escasez de recursos hace peligrar. El último paso, posiblemente a fines del año próximo, sería venderla, subrayando que se trata de una empresa de facturación millonaria y potencialmente rentable.
“Me dediqué a defenderla, aunque medio en soledad”, suspiraba el viernes por la noche Nicolás Gallo, visiblemente satisfecho con el resultado de la negociación. La SEPI, cuyos representantes se reunieron en los últimos días con funcionarios del ministerio de Infraestructura, aún no obtuvo una respuesta formal y definitiva acerca de su propuesta, pero sobran indicios de que ella será bienvenida por la Casa Rosada.
De los 1200 millones para capitalizar la compañía, el Estado tiene la ineludible obligación de aportar 60, correspondientes al 5 por ciento del paquete accionario en su poder. Este compromiso podría ser honrado el año próximo, de modo que no impacte en el estrecho presupuesto del 2000. Menos claro es el destino del 10 por ciento restante de acciones, que corresponde a los trabajadores a través del Programa de Propiedad Participada: nada garantiza que no se licúe a favor de una mayor participación de la SEPI.
La prometida capitalización está acompañada de un plan de negocios que tendrá como prioridad “la consolidación de las mejores rutas”, en algunos casos usando el sistema de códigos compartidos con otras aerolíneas. Se trata de acuerdos comerciales por los cuales una compañía puede comercializar asientos en los vuelos de otra, compartiendo así los costos de cubrir una ruta. La brasileña Varig es una de las principales candidatas para un trato de este tipo.
El plan operativo de los españoles también contempla reimpulsar la clase business, intermedia entre la turista y la primera, porque, presuntamente, ofrece mejores chances comerciales. Del mismo modo, prevé la imprescindible renovación de la flota y la especialización en el mantenimiento: Aerolíneas se dedicaría sólo a las tareas para las que es “más eficiente”, contratando el resto. En otros términos, parte del mantenimiento, como algunos otros servicios, sería terciarizado.
Este es uno de los puntos objetados por los gremios del sector cuando trascendió el borrador de plan que redactó Boston Consulting, asesora de los accionistas españoles en esta tarea. Más inquietante aún resultó la recomendación de los consultores de rebanar más de 1500 empleos, sobre los 5000 puestos que tiene la empresa. Pero, según Gallo, quedó descartada cualquier drástica racionalización de personal. “Sólo habrá unos pocos retiros y algunas jubilaciones anticipadas”, minimizó ante este diario. Como contrapartida, la SEPI planteó al gobierno argentino una serie de exigencias que, según la predisposición oficial, serían atendidas. Un reclamo es el levantamiento del embargo que la Justicia dispuso sobre sus aviones por una deuda impositiva de 86 millones. Otro, una rebaja en las tasas aeroportuarias, gran parte de las cuales las cobra la Fuerza Aérea (las otras son potestad de Aeropuertos Argentina 2000, concesionario de las estaciones aéreas).
Los españoles también anhelan que el gobierno de la Ciudad desista de un reclamo para que pague Ingresos Brutos y que la Nación suprima algunas regulaciones, como la que le impide a Austral recibir servicio de rampa con equipos de Aerolíneas, a pesar de que ambas pertenecen al mismo dueño. El Gobierno no piensa escatimar esfuerzos para complacer a los principales accionistas de la empresa privatizada y, como añadido, también prevé favorecerla con una condonación de sus deudas previsionales, tan abultadas como las que le reclamó la DGI por vía Judicial.
El demorado plan rector llegó cuando la línea de bandera estaba técnicamente quebrada, con deudas superiores a los 600 millones de pesos y un exiguo patrimonio de 70 millones. Desde 1992, los gremios del rubro acumularon en la Justicia denuncias por el presunto vaciamiento de la compañía, que fue perdiendo aviones, rutas y hasta edificios.
La propuesta de salvataje aterriza cuatro días después que desde España un directivo de Iberia destacara con preocupación porque las pérdidas del año de Aerolíneas Argentinas ascendían a 300 millones de pesos, bastante más de lo que registró en el balance anterior.
Liberada de deudas y con fondos frescos para mejorar su capacidad operativa, Aerolíneas puede resultar atractiva: tiene una marca reconocida, factura 1100 millones de dólares y opera en uno de los pocos mercados del mundo que tiene perspectivas de seguir creciendo, a diferencia de los saturados norteamericano y europeo.
Aun así después del rescate, la SEPI se iría del negocio.

 

 


GALLO DESCARTA TOTALMENTE UNA REESTATIZACION
Congreso y gremios, por otra ruta

Por C.C.
“¿Usted imagina a American Airlines viajando a las Malvinas para atender a nuestros soldados? Una vez leí en algún lugar eso y me conmovió. Esas son las cosas que golpean el corazón. Aerolíneas Argentinas es una empresa muy querida. Tiene magia. Por eso yo me dediqué a defenderla, aunque medio en soledad”, expresa Nicolás Gallo, jactándose de haberles arrancado a los españoles una oferta supuestamente ventajosa.
–¿Por qué en soledad? ¿El resto del Gobierno no lo acompañó?
–Es que no es una causa de los otros ministros. Me tocó a mí y estuve solo para resolverlo. Tampoco ayudó demasiado el Congreso. No comparto la posición de la Comisión Bicameral (de Seguimiento de las Privatizaciones). Ellos pretendían que el gobierno español absorbiera la deuda, capitalizara la empresa y la devolviera al Estado argentino. Nadie haría eso.
–¿Hay posibilidad de que Aerolíneas se reestatice?
–Ninguna. Pero tampoco la SEPI se va a quedar con la empresa, porque su negocio no es operar una compañía de aeronavegación. Hará una operación comercialmente mala, pero saldrá con dignidad. En este tema se jugaba el prestigio del gobierno español.
–¿Sólo por eso se aviene la SEPI a hacer semejante aporte?
–Para venderla tienen que salvarla. Ellos están dispuestos a hacer un esfuerzo muy grande. Pero en relación con todos los negocios que tienen en la Argentina, el de Aerolíneas es sólo uno más. Y, finalmente, la propuesta es sólo el punto de partida de una amplia discusión.
Apenas el Gobierno lo dé a conocer formalmente, el plan español generará un fuerte debate en el Parlamento y en los gremios, que planean presentar hoy a la prensa su propio programa de salvataje para Aerolíneas. Hace unos par de meses, cuando una solución negociada para rescatar la empresa parecía utópica, los pilotos comenzaron a fogonear su proyecto de administrarla, con créditos del BID y contratando el gerenciamiento externo, esquema del que hoy ofrecerán una versión remozada.

 

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