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Por Juan Gelman

Su imagen de dandy pobre, consumidor de alcoholes y mujeres, por él mismo cuidadosamente construida, aún persiste aunque desaparecieron las circunstancias sociales, políticas y culturales de cuando lo bohemio era sinónimo de antiburgués. Para muchos, Rubén Darío es todavía hoy el poeta de la torre de marfil, el artepurista que en sus versos cultivó cisnes, princesas y pausados giros de vals, totalmente desinteresado por su contexto. Pero no.
El padre del modernismo nació en 1867 en una humilde posada de carreros donde su madre tuvo que detenerse para darlo a luz. Fue en Metapa, pueblo casi de paso en una Nicaragua semifeudal, de economía atrasada, detenida en los umbrales del capitalismo industrial y semiocupada por Gran Bretaña, dueña de la Costa Atlántica donde el que era capitán de fragata Horatio Nelson había perdido un ojo en 1779 durante el asalto al fortín español de San Juan. El país padecía el colonialismo y el poeta no se sustrajo a esa realidad. El joven Darío escribe artículos contra el gobierno conservador, es �requerido por la policía� �explicó alguna vez� y participa en dos proyectos de neto corte liberal: el viejo sueño de la Unión Centroamericana y el alzamiento que en 1893 encabezara el general José Santos Zelaya. La influencia de Estados Unidos �que avizoraba a Nicaragua como posible sede del canal interoceánico que finalmente instaló en un territorio segregado a Colombia que se llamó Panamá� frustró los dos proyectos.
�Mañana podremos ser yanquis (y es lo más probable); de todas maneras, mi protesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter�, anunció en La vida de Rubén Darío escrita por él mismo que la revista �Caras y Caretas� publicó por entregas de septiembre a noviembre de 1912. Sus clarines versallescos �no son imágenes de una evasión �explicó el panameño José Juan Arrom�, sino instrumentos para combatir la imagen de la realidad que les querían imponer (a los modernistas)�. Dicho de otra manera, armas contra la vulgaridad de �una burguesía ávida de oro�. El anticapitalismo de Darío está presente en varios cuentos de Azul, su libro inicial y fundador, publicado en 1888. Con los años que trajeron la intervención estadounidense cada vez más abierta en América Central y el Caribe, ese sentimiento se convertiría en antiimperialismo liso y llano.
Rubén Darío fue ante todo poeta y luego periodista, y estas líneas no pretenden convertir a ese hombre más bien tímido, socialmente opaco y triste en un protagonista épico de luchas populares: ocurre que se le suele subestimar y aun negar la pasión americana que lo llevó a ubicarse en la latinidad hispánica contra el anglosajón del Norte, a sostener desde ese lugar lo que vio como un enfrentamiento de culturas, razas ycivilizaciones, también ético y estético. El 1903 el presidente Theodore Roosevelt pronuncia su frase escandalosa ��I took Panama�� y Darío escribe un poema que recorrió las publicaciones de toda América latina: �¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?/¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?/¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?/¿Callaremos ahora para llorar después?�. Son preguntas que no han perdido su vigencia en nuestro continente. Y no sólo.
El 4 de octubre de 1912, 2350 marines yanquis completan por la vía militar la ocupación de Nicaragua y Darío acentúa la denuncia que venía desplegando en sus artículos publicados por la prensa europea y sudamericana, La Nación de Buenos Aires incluida. También devela la complicidad de una oligarquía rural y entreguista cuyos exponentes, jefes del partido conservador, solicitan a Washington la anexión de Nicaragua. Darío ya había visto en Nueva York �casas de cincuenta pisos... y dolor, dolor, dolor�. Su pluma se torna despiadada: �No, no puedo estar de parte de esos búfalos con dientes de plata �profiere en �El triunfo de Calibán��. Son enemigos míos, son aborrecedores de la sangre latina, son los bárbaros... Y los he visto a esos yankees... Colorados, pesados, groseros, van por la calle empujándose y rozándose animadamente, a la caza del dollar... Comen, comen, calculan, beben whisky y hacen millones. Cantan ¡home, sweet home! y su hogar es una cuenta corriente, un banjo, un negro y una pipa. Enemigos de toda idealidad, son, en su progreso apoplético, perpetuos espejos de aumento�. Ya le había dicho a Roosevelt: �Crees que la vida es incendio,/que el progreso es erupción;/que en donde pones la bala,/el porvenir pones./No�.
En mayo de l893, en Nueva York, Rubén Darío se encontró �por primera y única vez� con José Martí, quien presentó al nicaragüense ante un mítin de cubanos independentistas. Dos años después, Martí moría en el intento de liberar la isla del colonialismo español. Pero la imagen de esos dos grandes juntos en una reunión política por la soberanía de América latina, celebrada �en las entrañas del monstruo�, construye nuestra memoria histórica. Ambos dijeron al imperialismo: �No�.

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