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El corsé de los mercados cada vez aprieta más

El recorte leído como sobreactuación. El ala política dispuesta a decir �hasta acá llegamos�. El plan de empleo de Chacho y su posible nuevo rol. La batalla del Senado (part II).


opinion
Por Mario Wainfield

t.gif (862 bytes) �El recorte de sueldos a los estatales es una sobreactuación de Machi(nea). Son 600 millones en el año. La AFIP recauda casi 5000 millones por mes. O sea, mejorando apenas uno por ciento la pésima gestión de Carlos Silvani se podía conseguir esa plata. Y nos hubiéramos ahorrado un buen quilombo.� El argumento, numéricamente correcto pero opinable a fuer de simplista, fue repetido a Página/12 por tres aliancistas de primera línea, dos de ellos integrantes del Gobierno. Más allá de su veracidad, la reiteración atestigua un estado de opinión, de ánimo en (por darle un rótulo) el �ala política� del oficialismo, mayoritariamente conformada por quienes hicieron carrera juntando votos y no haciendo posgrados en economía.
Dos datos se han ido corroborando durante la gestión de Fernando de la Rúa: su obsesión por hacer señales a los mercados y la atonía de éstos para corresponderlas. �Los mercados �explica uno de los pocos radicales que habla mano a mano de política con De la Rúa y con Raúl Alfonsín� son unos hijos de puta. Fernando nombró a cuanto economista confiable pudo en el gabinete, sacamos la reforma laboral, el impuestazo, bajamos los sueldos, vamos por la desregulación de las obras sociales. Con la mitad de eso, a Cavallo le hubieran hecho un monumento. Y a nosotros siguen mostrándonos los dientes.� La mera mención del impuesto a la renta de los plazos fijos produjo una estampida de 200 millones de pesos, rememora. Es posible que también redondee algo impunemente los guarismos.
Aliancistas de todo pelaje hablan de los �mercados� cual si fueran una persona, una suerte de padre salido de novelas de Charles Dickens, poderoso, violento, arbitrario, algo impredecible. Un ser vivo y una autoridad indisputable que perturba con exigencias acumulativas y crecientes la consolidación de un gobierno que lo quiere bien.
No hay que desesperar, explica a Página/12 uno de los tantos economistas que pululan en el gabinete. �Los mercados saben que un gobierno necesita, amén de su aprobación, la de los ciudadanos. Saben que necesitamos apoyo de la gente. Nos van a dejar espacio para eso. Los mercados �redondea en tono coloquial que no es habitual en él� no son boludos.�
Nadie se priva de mentar a los mercados, esos seres vivos o antropomorfizados a los que toda la clase política menciona con tono confianzudo y atisba (más que mira) con ojos temerosos.

Un corsé apretado

La macroeconomía es un corsé muy apretado para algunos oficialistas. Y no porque su autoexigencia sea muy alta. En los pasillos de la Rosada o en Pasos Perdidos hay gran surtido de justificaciones piadosas. �Recortamos sueldos, pero bueno..., no despedimos a nadie� se consuela un diputado del Frepaso, de raíz peronista. El propio vicepresidente Carlos Alvarez tuvo su rapto de autocomplacencia. Fue en Olivos, el día en que De la Rúa volvió de Egipto (en el Tango 01 que no vendió y que ya usa) cuando profirió una de sus proverbiales reflexiones en voz alta. �Todo lo que anunciamos es visto como antipopular. Estoy convencido de que el decreto de obras sociales que firmé favorece a los trabajadores pero nadie lo cree.� 
�Este ajuste fue el último �anticipan en voz baja los sectores más progres del oficialismo� otro más no se banca.� Por ahora lo musitan a media voz, entre ellos, en parsimoniosos off the record. Pero esperan que Chacho o el ministro del Interior Federico Storani salgan a decirlo en voz alta en los próximos días. �Hasta acá llegamos. Este fue el último. Ahora, vamos a hablar. A trazar una raya, a marcar la cancha�, metaforiza un diputado chachista de primera hora. Según él, el líder del Frepaso busca reacomodar su perfil. A ese norte rumbean los borradores de un plan de empleo para jefes de hogar que algún asesor del vice viene armando y quetuvieron un primer guiño de Storani, de Raúl Alfonsín y del mismísimo Presidente (ver página 5). 

Disparen contra el Frepaso

Alvarez tiene una convicción política, compartida por De la Rúa y varios estrategas de la poliarquía peronista: el Frepaso le suma valor agregado a la Alianza, pero es al unísono su eslabón más vulnerable. Varios justicialistas (los senadores a la cabeza, pero no solos) juegan a carcomer al Frepaso soñando con un premio espectacular: tener en el Gobierno al radicalismo, mucho menos taquillero que la Alianza. 
Chuceado por los senadores peronistas Chacho sacó fuerza de flaqueza. Como en los viejos tiempos, bajó a la arena mediática y atacó a peronistas y radicales. Comparó al Senado con el viejo Concejo Deliberante porteño, un antro especialmente desprestigiado. También un antro típico de convivencia bipartidista, detalle que no dejaron de advertir los senadores radicales que bullen de bronca con Alvarez.
El Senado es un menoscabado reducto de hombres sin votos, muchos de los cuales obtuvieron su banca merced al Pacto de Olivos. Uno es el ex ministro del Interior Carlos Corach, ayer nomás adalid del menemismo que, paradoja de paradojas, es uno de los pocos pacifistas de la bancada alta del PJ. Esta semana publicó una columna de opinión en Clarín convocando a formular políticas de Estado. Parece escrita no en otro país sino en otro planeta que el habitado por sus compañeros senadores. �El petiso tiene buena onda. Pero está desprestigiado, no convence a nadie, ni entre la gente ni entre los peruchos�, graficó y lamentó un allegado muy cercano a Storani. Su gesto, valorado en el Gobierno, no tuvo eco alguno entre sus compañeros. 

Fronda senatorial

Los senadores del PJ reaccionaron con furia contra las invectivas chachistas mientras aseguraban haberse bajado en su intentona de sacarle el manejo administrativo de la Cámara. Ni la coherencia ni los escrúpulos son su fuerte. Por lo demás, saben que su jugada más fastidiosa no es esa baladronada sino el proyecto de ley limitando el ajuste gubernamental. La Alianza se propuso una respuesta muy fuerte: derogarla en Diputados con mayoría especial. No lo consiguió y ahora deberá esperar dos semanas para bajarla con mayoría simple que le es más accesible.
Mientras eso ocurre, el Gobierno observa cómo proliferan sentencias sobre el recorte salarial. Ya hay dos pronunciamientos en contra y todo indica que es apenas el comienzo. Lo ocurrido y lo que vendrá no debería sorprender a los malhumorados aliancistas que por añares llenaron los tribunales de recursos contra las decisiones políticas del presidente Carlos Menem. Por añadidura, los dirigentes sindicales y sus asesores letrados son especialistas en deducir inconstitucionalidades de los actos de gobierno. Son datos que los hacedores de política del Gobierno debieron tabular desde el vamos. Pero predomina en sus magines la estrategia maquinada por el asesor Dick Morris: la confrontación constante, eligiendo el flanco más débil de los adversarios, léase (in Spanish) la dirigencia gremial. Tal vez así sea pero también es un rival que sabe pararse en la calle y en los Tribunales metiéndole ruido al Gobierno y �dicen varios� poniendo nerviosos a los mercados que, ya se sabe, se asustan de nada. 

Epílogo provisorio

Las últimas dos semanas han sido relativamente sosegadas para el Gobierno, sin piquetes, ni represión policial, ni primeros planos de Hugo Moyano en la tribuna. Acaso, maquinan acá y allá, vaya llegando la hora de los primeros cambios en el gabinete. Dos cabezas, al menos, parecen prestas para rodar. La del titular de la Anses Melchor Posse y la delseñor cinco Fernando de Santibañes. Página/12 informó en exclusiva que éste ofreció su dimisión al Presidente, quien se la rechazó. Pero, ya se sabe, nada es para siempre y los excesos verbales del vecino de country presidencial lo han dejado en una situación de extrema debilidad (hasta su amigo Enrique �Coti� Nosiglia le restó apoyo, dejando a salvo su buena fe pero cuestionando su total falta de cintura política). La agrava la proliferación de denuncias periodísticas acerca de los modos en que hizo su súbita fortuna. 
Tal vez los cambios den paso a un nuevo diagrama de manejo de �lo social�, esa asignatura pendiente del menemcavallismo que la Alianza tampoco parece aprobar. Una tarea que el Presidente podría poner en manos de Chacho Alvarez, premiando su consecuencia para acompañarlo. Lo que evitaría los posibles rezongos de potenciales (y lógicos) aspirantes a conducir ese espacio: Graciela Fernández Meijide y el jefe de Gabinete Rodolfo Terragno, cuya relación con el Presidente es cada vez más gélida. Entre otros motivos (que los hay) porque algún comedido le contó a De la Rúa que Terragno, sin haberlo conversado con él, prepara un puente de plata para irse del Gobierno: su candidatura a senador porteño en el año 2001. Ese porvenir tan remoto para la gente de a pie que tiembla aterida por la malaria. Y tan inminente para la llamada �clase política� que ya tira sus redes pensando en las elecciones. 

 

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