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La fiesta de Boca estuvo más 
en las tribunas que en la cancha 

No hubo fiesta casi, más allá de los cantos que evocaron el �llanto� de River que caía del cielo. Una ceremonia opaca como la tarde.

El capitán Bermúdez, con la Copa Libertadores de América. En la fiesta de Boca no hubo fútbol: el árbitro suspendió el partido.


Por Facundo Martínez

t.gif (862 bytes) La fiesta de Boca se aguó. Y por más que los hinchas se mojaban con el llanto de la gente de River �ésa fue la interpretación�, la lluvia impidió que el megaevento propuesto por la conducción Macri se realizara en toda su puesta. No hubo esplendor, hubo sí fuegos artificiales, que se apagaron en el cielo, bombas que se confundían con rayos, y una vuelta olímpica que no pareció tal. En medio de la confusión, y parados debajo de un podio que sólo se utilizó cuando ya se había desarmado la mitad, los jugadores y el cuerpo técnico recibieron de manos de un grupo de socios vitalicios las medallas recordativas por la obtención de la Copa Libertadores. El agua impidió, además, la posibilidad de disfrutar de un poco de fútbol, porque el árbitro Gabriel Brazenas suspendió el partido frente a Estudiantes, luego de recorrer minuciosamente el campo, pisoteado previamente por más de 300 personas, que ya no estaba en condiciones. 
La recaudación no superó el millón de dólares que pretendía Boca, pero salvo por las bandejas altas que se llenaron sólo en un 30 por ciento, los hinchas de Boca, bajo un cielo que parecía caerse por el peso del agua, dijeron presente en la Bombonera.
Pilotines azules y amarillos, globos que uno de los auspiciantes del club repartió a la marchanta entre la multitud, banderas grandes y pequeñas, le dieron color a la fiesta que pareció más activa en las tribunas que en lo que vendría a ser el escenario. Por los altoparlantes sonaron canciones orquestadas alusivas al campeón, y un poco también de Rodrigo. 
En la cancha bailaron las porristas, que, más que calentar el clima, preocupaban. Las chicas con sus minifaldas y su tops no aflojaron con su gimnasia, a pesar del frío intenso y de la lluvia, y tan abortado pareció el esfuerzo que se podía pensar: �pobrecitas, se van a engripar�. 
Pero la lluvia no impidió a la voz del estadio anunciar a toda pompa el ingreso del plantel. �Encabezando al plantel, el presidente Mauricio Macri�, se escuchó. Y ahí nomás se vio entrar con la Copa en la mano a un ignoto que la dejó sobre el pequeño podio que esperaba en el centro del campo de juego. Después, sí, llegaron los jugadores, con sus hijos, el técnico Carlos Bianchi, su cuerpo técnico, utileros, y un montón, pero un montón de colados. �Estoy de festejo. En estos tiempos que corren, todo pasa demasiado rápido�, había dicho Macri antes de salir a la cancha.
�Esta lluvia de mierda no quiere parar, son los de River que no paran de llorar�, fue el hit de la hinchada, que con su gritos recorrió todo el cancionero xeneize: �Porque este año de la Boca...�, o el clásico �que de la mano, de Carlos Bianchi, todos la vuelta vamos a dar�; aunque siempre se volvió a River, a ese llanto.
El partido ante Estudiantes se suspendió (se jugará el 5 de julio ) y la actuación de Los Auténticos Decadentes también. Pero la fiesta, ahogada en la tormenta, no terminó. La voz de estadio advirtió: �Guarden las entradas�. Al parecer, si vuelve a salir el sol, habrá segunda vuelta. 

 


 

SOLO FALTO QUE MACRI LES COBRARA PEAJE A LOS JUGADORES 
La vuelta olímpica la organizó River 

Por Juan José Panno 

Se sospecha que hubo una vuelta olímpica. De las 35 mil personas que había en la Bombonera muy pocas podrán asegurar que vieron a los jugadores en su caminata de más de trescientos metros en torno de la cancha. Desde arriba se observaba poco porque la empresa Quilmes, preocupada por la salud de los jugadores, los socios vitalicios, los dirigentes colados y las porristas que acompañaban, repartió paraguas para todos. De los costados se veía poco y nada porque el cortejo dejaba en el medio a los futbolistas; de frente, estaban los fotógrafos, no menos de un centenar de testigos para documentar que efectivamente hubo una vuelta olímpica, o una procesión o algo parecido. De atrás, se veían números. 
�Ahora lo único que falta es que Macri ponga un puesto de peaje en el banderín del corner y les cobre a los jugadores�, dijo, en el palco de periodistas, un colado que miraba todo con sus prismáticos e informaba a los que tenía cerca: �Bermúdez no larga la Copa Libertadores ni que lo maten..., Riquelme tiene una nenita en brazos..., hay algunos jugadores que llevan puesto un sombrero..., uyyy está Chicho Serna, lo veo a Bianchi, lo veo...�.
El espectáculo, más auditivo que visual, lo daba, como siempre la gente con el canto que salía desde el alma: �Dale campeoeooooooo... dale campeoeoooooo�. 
Abajo, mientras los verdaderos protagonistas y todas las damas y caballeros de compañía completaban el giro de la Boca, media docena de empleados de la empresa sponsorizadora mojaba a los futbolistas con sus botellones de la bebida que hacía las veces de champagne. Pensando en los jugadores enchastrados con cerveza, daba un poco de asquito. 
En el festejo oficial, los dirigentes lograron evitar la entrada de hinchas que, otras veces, opacaron las vueltas olímpicas. Hinchas no había, sólo hubo lugar para auspiciantes, dirigentes, colados y porristas que le dieron a la ceremonia un tono francamente lamentable. Ni los dirigentes de River la habrían organizado peor.

 


 

QUILMES VA POR EL MILAGRO 
Huracán, tras el ultimo paso 

Huracán intentará hoy concretar su sueño de ascender a Primera cuando reciba a Quilmes, en Parque Patricios, con la ventaja de poder consagrarse campeón de la Primera B Nacional con igualar o perder por la mínima diferencia. El conjunto que dirige Carlos Babington ganó el partido de ida por 1-0 y además se ve favorecido por haber obtenido la primera ubicación en el torneo. Huracán apostará a la experiencia de sus jugadores, mientras que los de Quilmes aspiran a dar vuelta las cosas. El perdedor de la final tendrá otra chance: ingresará a la semifinal del certamen reducido por el segundo ascenso.

 

 

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