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Por Horacio Cecchi ![]() El caso amenaza con otra tormenta política en el ya cuestionado gobierno del eterno Carlos Tata Juárez. El jueves pasado, alrededor de las 5.30 de la madrugada, Gustavo Fabián Morales, de 27 años, changarín del Mercado Norte, fue arrancado de su vivienda, en el barrio La Isla Oeste, localidad de La Banda, a siete kilómetros del centro de Santiago. Entre diez y doce hombres, con sus rostros cubiertos por pasamontañas y armas en la mano, abrieron a patadas la puerta de la casa, esposaron y arrastraron de los pelos a Morales, hasta introducirlo en una camioneta sin patente que se esfumó en la oscuridad junto a otros vehículos. No tenían uniformes ni identificaciones, aseguró Carmen del Rosario Díaz, pareja del detenido. Una hora más tarde, la misma escena se desarrollaba en el barrio Avenida, también de La Banda: Aldo Bravo, albañil de 44 años, que dormía junto a su esposa María Barraza y sus nueve hijos, era también arrancado de los pelos por un grupo de entre diez y doce encapuchados. Me hicieron acordar de los peores momentos de la dictadura, aseguró a Página/12 el abogado Raúl Romero, contactado por la familia de los hasta entonces desaparecidos. El mismo jueves, a las 11.30, el letrado presentó un recurso de hábeas corpus ante el juez del Crimen con jurisdicción en La Banda, Mario Castillo Solá. De mi juzgado no salió orden de captura, aseguró el magistrado, antes de enviar oficios a la jefatura del comisario Godoy, a las unidades regionales I y II, y al juez de turno en la capital, César Turk. El resultado fue desalentador. Nadie había ordenado los operativos ni existían pedidos de captura. Nadie sabía quiénes eran Morales ni Bravo. La pista que recibieron los familiares fue dada por un menor, apodado Tego, detenido junto a Morales y que, según el diario El Liberal, apuntó a la Brigada de Investigaciones, también ![]() Se aclararon 16 hechos delictivos. El robo de 16 ciclomotores y bicicletas. Son 16 familias que habían quedado sin sus elementos de trabajo, aclaró Godoy, después de cargar la responsabilidad del robo sobre Morales. El jefe policial desmintió a los testigos de las detenciones y a la larga lista de casos semejantes (ver aparte): No tenemos necesidad de trabajar con capuchas. Las detenciones se realizaron en la calle. Después agregó: Investigaciones tenía conocimiento de un pedido de captura sobre Bravo por un hecho cometido en el 98. El hecho pareció extinguido porque ese mismo día Bravo salió en libertad. Con lesiones a la vista, el albañil fue conducido ante el juez Castillo Solá a quien aseguró que había recibido un buen trato. Cuando salió en libertad dijo Romero a este diario, me confesó: Creía que iba aseguir preso, por eso dije que me habían tratado bien. Tenía miedo de que me molieran a palos. Pero dijo que lo torturaron, le hicieron el submarino seco, lo golpearon. Por su parte, el otro reaparecido, Morales, continúa detenido, ahora en la seccional 2ª de Santiago y a disposición del juez Turk. De sus declaraciones se aclaró el robo de los 16 ciclomotores. La policía no es quien para juzgar a estos delincuentes -afirmó Godoy, pero sería bueno que se escuchara la opinión de los damnificados, sin dejar en claro si se refería a los dueños de las bicicletas o a los detenidos. De todos modos, y para calmar los reclamos, el jefe policial aseguró que aquellos que se excedan no tendrán cabida dentro de la institución. Si hay irregularidades, serán sancionados con el máximo rigor.
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