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EL AUMENTO DE LA TARIFA RESIDENCIAL ES DEL 3,3% DESDE JULIO
Invierno frío y con gas más caro

El Gobierno no logró disuadir a las distribuidoras de abandonar la indexación. Pero postergó el próximo ajuste para dentro de dos años. Pormenores de la negociación y claroscuros del acuerdo.

Por Raúl Dellatorre
t.gif (862 bytes)  No hubo sorpresas, aumentó el gas. No se eliminó la indexación de la tarifa, pero se postergó el próximo ajuste hasta julio de 2002. Las empresas transportistas y distribuidoras no obtuvieron el ajuste que pretendían –y les correspondía por contratos– del 5 por ciento, pero lograron un 3,3 por ciento obligando al Gobierno a cumplir lo pactado en diciembre. Así, con claroscuros, se cerró este capítulo de negociaciones entre empresas gasíferas y la conducción económica. Nadie quedó contento, pero mucho menos los consumidores, que deberán pagar más caro el gas consumido durante esta ola de frío polar, y el presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, que apenas 24 horas antes del acuerdo se jugó a proclamar públicamente su oposición al aumento.
El acuerdo difundido por el Ministerio de Economía da cuenta de un ajuste de tarifas a partir de este mes del 3,3 por ciento para consumidores residenciales y del 1,75 por ciento para industriales. Esos porcentajes reconocen el ajuste que correspondía aplicar en enero, que en el caso de los consumos domiciliarios resultaba del 3 por ciento, con un plus de tres décimas por el diferimiento. El ajuste correspondiente al primer semestre de este año se acumulará a los que se produzcan a los cuatro semestres siguientes y se aplicarán en julio de 2002. Para esa fecha, corresponderá realizar la revisión quinquenal de tarifas por productividad y rentabilidad de las empresas concesionarias, lo que hubiera derivado en una rebaja, que ahora se compensará con los aumentos acumulados por el índice estadounidense hasta esa fecha más un ajuste adicional compensatorio por el atraso.
El acuerdo ya estaba prácticamente cerrado una semana atrás, cuando el negociador oficial Pablo Gerchunoff volvió a la mesa con el reclamo de eliminar, en adelante, la cláusula de indexación. En realidad, el jefe de asesores del gabinete económico insistía con el mismo argumento ya expuesto ante los mismos interlocutores en dos oportunidades: la anterior había sido en mayo, cuando se inició el round de negociaciones que culminó ayer, pero la primera fue un año atrás, en las oficinas que José Luis Machinea ocupaba en avenida Córdoba casi Callao.
Allí, en la sede de la Fundación Argentina para el Desarrollo con Equidad (FADE), Gerchunoff, secundando al economista referente de la Alianza, mantuvo una serie de reuniones con distribuidoras gasíferas y eléctricas. A las primeras les había anunciado que “el PPI (índice de precios mayoristas industriales de Estados Unidos) es cosa del pasado”, anticipándoles la intención del entonces futuro gobierno de eliminar la cláusula de indexación. La respuesta más airada provino de Eduardo Zapata, gerente comercial de Metrogás, rechazando el anuncio con el clásico argumento de la “seguridad jurídica” y el respeto a los contratos. En mayo de este año, los mismos personajes volvieron a enfrentarse con los mismos argumentos. Pero el primero ya estaba en el Gobierno, y no era el único elemento nuevo en la mesa de discusión.
Previo a ello, en diciembre, las empresas habían hecho “un gesto de buena voluntad” al aceptar postergar por seis meses el ajuste. Cuando volvieron a encontrarse para discutir la corrección semestral de tarifas, dos nuevos elementos de peso se incorporaron a la mesa: el índice estadounidense había saltado más del 6 por ciento en un año, y la economía argentina transitaba por una infrecuente etapa de deflación. Varias de las once empresas presentes (dos transportistas y nueve distribuidoras) comentaron, en las reuniones que mantenían a puertas cerradas en Adigás (entidad que agrupa a las concesionarias del sector), que la nueva realidad obligaba a ser más flexibles, a riesgo de quedar desacreditados frente a la opinión pública. Pero fue Metrogás la que mantuvo la posición más intransigente.
Gerchunoff insistió, reclamando encontrar una combinación que permitiera bajar la incidencia del aumento en julio y le pusiera fin al sistema deindexación. En la primera semana de julio, las gasíferas lograron articular una posición común: ceder en el primer punto, pero mantener la defensa de la cláusula indexatoria. Esa fue la posición que llevaron a la mesa de negociación y que la conducción económica, en principio, aceptó. Tras un par de días de tironeos en torno del ajuste adicional resarcitorio que el Gobierno le reconocería por no aplicar el aumento en los tiempos previstos por contrato, se acordó firmar el acuerdo el viernes 7. Ese día, sin embargo, Gerchunoff sorprendió a los empresarios insistiendo en reclamar la eliminación de la indexación. El encuentro terminó con quejas a voz en cuello, con la esperanza de los más apaciguadores de que los countries y los paseos en yate de fin de semana templaran los ánimos. Pero llovió y llegó el frío.
El lunes no hubo reunión. El martes se reencontraron y las posiciones seguían en el mismo lugar que el viernes anterior. El miércoles, Página/12 publicó la entrevista con Daniel Montamat, secretario de Energía, quien aseguró que el aumento sería del 5 por ciento y el conflicto, hasta entonces manejado a puertas cerradas, explotó hacia afuera. El nerviosismo del lado oficial se hizo evidente. Por orden presidencial, Montamat debió subirse al equipo negociador, mientras Gerchunoff se bajaba por otra puertas para tomarse “unos días de vacaciones”. Empezó una ronda de confusas convocatorias a la prensa para anuncios y/o desmentidas, seguidas de avisos de suspensión de éstas.
El jueves De la Rúa planteó su desacuerdo con el aumento y anunciando que pediría “una audiencia pública” para resolver la cuestión. El nerviosismo alcanzó a las empresas privadas. Las corridas y consultas ocuparon la atención de los gerentes principales. En la mesa de negociación, en la sede del Enargás, se notó la insistencia y necesidad de los funcionarios oficiales “por obtener algo más”, para mostrar algún éxito frente a la demanda política. A esa altura, la Alianza, la oposición y las entidades de usuarios se habían sumado al repudio al aumento de tarifa.
Pero no hubo más, o muy poco. El acuerdo cerró en términos parecidos a los ya convenidos una semana atrás, pero con más heridas recogidas en el camino, un Presidente que ganó puntos con sus expresiones públicas, pero los perdió en la mesa de negociación y el tema instalado como un escándalo público. Y el frío, mientras tanto, batiendo records.

 

CRITICAS DEL MINISTRO NICOLAS GALLO A LAS PRIVATIZADAS
“Enriquecimiento sin causa”

“Nos encontramos ante casos de enriquecimiento sin causa; se produjeron más ingresos que los previstos” entre las empresas privatizadas, disparó Nicolás Gallo al opinar sobre la indexación en las tarifas de los servicios públicos. “Pero no hubo mala fe”, confraternizó. En sintonía con lo que piensan Fernando de la Rúa y José Luis Machinea, el ministro de Infraestructura también se mostró partidario de cambiar las reglas de juego. “Hay que sincerarse, sentarse a la mesa, analizar los contratos y no pretender abroquelarse en una cláusula. Porque si fuera al revés, las empresas ya estarían reclamando un reacomodamiento del contrato”, sostuvo. Por su parte, el Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, intimó al ente regulador del gas (Enargás) a que se abstenga de avalar el aumento tarifario. Y la próxima semana se presentará ante la Justicia para impedir la indexación en las facturas de los servicios públicos.
Los funcionarios argumentan que la indexación se convalidó en momentos en que nadie podía imaginar un proceso deflacionario de la economía. Por tal motivo, Gallo afirma que las gasíferas no tienen “mala fe” con su reclamo. Pero dejó picando una advertencia: “Si la inflación norteamericana no crecía pero la argentina sí, los privados hubieran acudido al Estado para pedirle un reacomodamiento del contrato”, apuntó.
Ante el acuerdo rubricado entre José Luis Machinea y las empresas, el Defensor del Pueblo de la Nación intimó al Enargás “a que se abstenga de tomar decisiones sobre el aumento tarifario”. Y reclamó que la semana que viene convoque a una audiencia pública. “Las gasíferas tienen que explicarles a los consumidores cuál es la ecuación económica que utilizan. No puede ser que a mayor consumo aumenten los precios. Debería ser al revés”, razonó Eduardo Mondino en diálogo con Página/12. Pasado mañana, tanto Machinea como el ente regulador deberán contestarle al Ombudsman si convocarán a una audiencia pública.
En forma paralela, el Defensor efectuará una presentación judicial para evitar el aumento. Según Mondino, la indexación tarifaria es inconstitucional. “La ley de Convertibilidad nos fija límites a todos los ciudadanos. Sin embargo, las empresas argumentan que la indexación figura en los contratos, a pesar de que ésta quedó prohibida por aquella norma”, fundamentó el Ombudsman.
La presentación de Mondino no se restringirá al caso de las gasíferas sino a todas las compañías de servicios públicos privatizados que ajustan sus tarifas por factores externos a la economía argentina. Y es por este motivo que está recopilando un material voluminoso. “En los últimos años hubo muchas causas en la Justicia por la cuestión tarifaria. Pero esos reclamos se limitaban a pedirle a los jueces que se expidan sobre si estaba bien o mal cobrado determinado servicio. En cambio, yo quiero que la Corte Suprema se refiera a la cuestión de fondo. O sea, si es constitucional que las empresas se guíen por un contrato y no por una ley nacional, que es la misma a la que se somete el resto de los ciudadanos”, explicó el funcionario a este diario.


LEGISLADORES DE LA ALIANZA PLANTEAN ELIMINAR LA INDEXACION
Proyecto antiajuste a fuego lento

Por David Cufré
Buena parte de la bancada oficialista de Diputados está decidida a avanzar con un proyecto de ley para eliminar el actual sistema de indexación de tarifas de los servicios públicos. Un grupo de diez legisladores, tanto radicales como frepasistas, presentó ayer un proyecto en ese sentido, avalado por el presidente del bloque de la Alianza, Darío Alessandro, y su par del interbloque radical, Horacio Pernasetti. La acción de los diputados surge como respuesta al aumento del gas, al que calificaron de “inadmisible”. Sin embargo, otra parte de la conducción de la bancada, con Jesús Rodríguez y Raúl Baglini a la cabeza, entiende que debe dejarse en manos del Poder Ejecutivo la negociación con las privatizadas, relegando el camino legislativo.
El Congreso ingresará pasado mañana en un período de receso por dos semanas. Ese tiempo será utilizado por el bloque oficialista para definir su posición. Hasta ahora, son mayoría los diputados que pretenden dictar una ley para acabar con la indexación de tarifas en base a la inflación estadounidense. Pero en la conducción del bloque las opiniones están divididas. José Luis Machinea, por su parte, rechaza la idea de una ley, ya que pretende mantener bajo su órbita el diálogo con las empresas. Su intención es incorporar en la negociación otras cuestiones, más allá del tema tarifas, como el adelanto de inversiones para apuntalar la reactivación.
Pero ayer el centro de la escena en el ámbito parlamentario lo ocupó el grupo de diputados que se opone al aumento del gas y a la persistencia del actual sistema de indexación. José Antonio Recio (UCR-presidente de la Comisión de Obras y Servicios Públicos) y Ricardo Vago (Frepaso) presentaron un proyecto de ley para reemplazar el régimen de ajustes vigente por otro mecanismo, que deja de lado la utilización de índices de precios de los Estados Unidos. Acompañaron la iniciativa los diputados Gustavo Cardesa, María América González, Graciela Ocaña, Manuel Martínez, Carlos Raimundi, Alejandro Nieva, Carlos Courel y Guillermo Corfield.
“Al indexar mediante la inflación norteamericana o la Libor (tasa interbancaria londinense) se genera un enriquecimiento sin causa, que ataca la competitividad de la Argentina”, aseguró Vago. Su propuesta es establecer un régimen de ajuste en base a costos internos, como el de la construcción. Por caso, si éste índice registra una suba o baja de más de dos por ciento en un año (nunca más o menos), las tarifas se acomodan en la misma proporción. Los diputados Alejandro Peyrou y Rubén Giustiniani, del Frepaso, habían presentado hace tres semanas otro proyecto, pero éste eliminaba lisa y llanamente cualquier sistema de indexación. La propuesta fue rechazada por el Ejecutivo, y los diputados aliancistas prefieren la de Recio-Vago.
Varios legisladores aliancistas manifestaron ayer su disconformidad con la negociación de Economía y las distribuidoras gasíferas. “El Estado no puede permitir las presiones de las empresas concesionarias y debe bregar por el cumplimiento de la ley de Convertibilidad, prohibiendo el aumento de las tarifas”, enfatizó el diputado Eduardo Macaluse. “El Gobierno se tiene que poner firme”, reclamó, por su parte, el senador Leopoldo Moreau. “El Ministerio de Economía tiene que revisar la decisión (de autorizar el incremento), que es equivocada”, añadió.
“La indexación de las tarifas del gas es ilegal por partida doble: por un lado está prohibida por la ley de Convertibilidad; por otro, contradice el marco regulatorio del gas, que establece un mecanismo de ajuste en base a los precios de los bienes y servicios de las prestadoras. Es obvio que reemplazar los precios de la extracción, transporte y distribución de gas por los precios mayoristas de Estados Unidos es falsear la ley”, puntualizó el diputado Peyrou. En tanto, el presidente de la bancada justicialista, Humberto Roggero, subrayó que “la Argentina no puede ceder a las presiones de las empresas que han tenido ganancias fabulosas durantemucho tiempo”. Los diputados peronistas están dispuestos a acompañar el proyecto de ley de sus pares de la Alianza para eliminar la indexación.

 

 

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