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HABIA FALLADO UNA SEGUNDA TURBINA Y EL TREN DE ATERRIZAJE
Un Concorde destinado a la catástrofe

Pocos segundos tras el despegue, el piloto del supersónico reportó a la torre de control que no podía levantar el tren de aterrizaje. En la pista quedaron restos de neumáticos. Según una hipótesis, las chispas por el reventón pudieron encender la turbina dos. También hubo problemas en la turbina uno.

Los expertos estudian cada parte del avión caído y revisan el lugar de la caída centímetroa centímetro.


t.gif (862 bytes) El dato más importante con el que cuentan los investigadores del accidente del Concorde en París no estaba en las cajas negras del avión sino dispersado a lo largo de la pista de la que despegó en el aeropuerto de Royssi: los restos chamuscados de los neumáticos del tren de aterrizaje. Además de la falla en el motor 2, al costado izquierdo, ayer la Oficina de Investigaciones de Accidentes (BEA), organismo encargado de las pesquisas técnicas en Francia, reconoció que también hubo desperfectos en el motor 1 y que el tren de aterrizaje no se retrajo. Las tres fallas del supersónico quedaron registradas con dramatismo en la última conversación entre la tripulación y la torre de control, en la que una a una van siendo alertadas por el piloto, hasta que apenas un minuto después se estrella contra el hotel Hotelissimo.
Ayer se mezclaron en París las ceremonias del adiós a las 113 víctimas y las noticias oficiales de la BEA, que quedan por ahora, sin conclusiones. Nadie pudo explicar si en realidad el reventón de los neumáticos �un accidente que ya había ocurrido en otros Concorde sin derivar en tragedia- produjo chispas fatales. Una de las hipótesis de la que oficialmente los investigadores prefirieron no hablar es que las chispas producidas por los neumáticos se habrían metido en el tren de aterrizaje para luego alcanzar los motores. Lo que sí está probado es que el número 2 fue el que despidió unas llamas de unos setenta metros y que la turbina del motor 1 sufrió dos veces una pérdida de potencia antes de que el avión se precipitara a tierra.
�Durante el despegue, cuando el avión superaba V1 (velocidad de decisión, cuando todavía es posible detener la máquina antes del despegue), la torre señala a la tripulación que hay llamas en la parte trasera del aparato �informó ayer la BEA�. En la grabación del sonido (de las cajas negras) se nota que después de la rotación, la tripulación anuncia que el motor número dos no funciona y poco después, que el tren de aterrizaje no se repliega.� 
A ello se le suma que del análisis de las cajas surge que cayeron los parámetros de potencia de las dos turbinas. En el caso de la número dos, la pérdida ocurrió �hasta la suspensión�. En el caso de la número 1, el descenso de la potencia se constató en dos momentos del despegue. Una de las hipótesis de la oficina de investigaciones es que la falla en la retracción del tren de aterrizaje pudo haber empeorado los problemas de estabilidad de la nave. Eso podría explicar por qué se produjo un vuelco sobre la sustentación izquierda del Concorde cuando se estrelló en Gonnese, al norte de París. El accidente causó la muerte de todos los pasajeros que viajaban en un tour de 11 mil dólares hacia Nueva York, para embarcarse en un crucero de superlujo (ver recuadro).
Ayer también fue el día en que los deudos de las 113 víctimas comenzaron a acercarse al momento de los funerales. Cerca del mediodía, los cuerpos, rescatados de entre los escombros de Gonnese �una enorme mancha negra sobre el terreno� terminaron de acumularse en el Instituto Médico Legal de París. Los médicos forenses que trabajaron dos días en la recuperación de los restos dejaron paso ahora a los técnicos y expertos de Gendarmería Nacional, que, �poniendo centímetro a centímetro bajo la lupa�, clasifican las esquirlas del avión, tratando de rearmar la tragedia. 
La tarea de los médicos puede resultar más compleja que la de los propios investigadores, tal como quedó demostrado en la Argentina con los increíbles errores a la hora de identificar a las víctimas del accidente de LAPA. Desde Alemania, de donde era la mayoría de los pasajeros del Concorde, continúan llegando las radiografías, los datos sobre las dentaduras, los análisis médicos que son utilizados para dar con los nombres de los cadáveres. Según los expertos, cuando los cuerpos estuvieron sometidos a temperaturas tan elevadas como la de la explosión de la aeronave, es inaplicable el análisis de ADN sobre los mismos. 
Un silencio como el que sólo dejan las grandes tragedias se produjo ayer a la tarde sobre el suburbio de Gonnesse, por donde marcharon loshabitantes de esa zona de París en homenaje a los muertos. En la Iglesia de la Madeleine se reunieron los familiares, dos de los ministros alemanes y funcionarios franceses en una ceremonia ecuménica en la que no alcanzaron a entrar todos los empleados de la empresa Air France. Ante la catedral se encendieron 113 velas. También hubo una ceremonia de despedida en Neustadt, en Alemania. En los tres aeropuertos de París, Orly, Le Bourget y Charles De Gaulle, los pasajeros hicieron un minuto de silencio. En Nueva York, el crucero cinco estrellas �MS Deutschland� zarpó hacia las playas del Caribe y el Pacífico ecuatoriano, sin los cien pasajeros del Concorde que habían soñado con unas vacaciones a bordo y con tomar un ron cubano en la casa de Ernest Hemingway.

 

 

El Papa, en la misma nave

El Concorde que se estrelló el martes no sólo era el más viejo de los de su clase �volaba desde 1975� sino que además fue el avión en el que el papa Juan Pablo II hizo en 1989 su bautizo aéreo supersónico. Así lo dijeron ayer fuentes de la compañía aérea Air France, que además informaron que a los familiares de las víctimas en los próximos días se les dará una primera parte de la indemnización por el accidente de 21 mil dólares. �Es para ayudarlos a lidiar con situaciones incómodas y dolorosas�, explicaron.
En mayo de 1989, durante una gira pastoral de nueve días por Africa, fue Juan Pablo II quien viajó en el mismo Concorde que se estrelló el martes en París. El Papa había llegado en el avión civil más veloz del mundo el 2 de mayo de 1989 a Lusaka, Zambia, en un vuelo especial, que venía de la isla francesa de la Reunión, en el océano Indico. En esa gira pastoral, el jefe de la Iglesia Católica también visitó Madagascar, la Reunión, Zambia y Malawi. Luego volvió a viajar en otros aviones supersónicos.

 

 

UN FANATICO DEL AVION AHORRO 20 AÑOS PARA VIAJAR
Vuelo de bautismo y muerte

The Guardian de Gran Bretaña
Por Tony Patterson y Jane Martinson
Desde Monchengladbach, Alemania y Nueva York

Klaus Frentzem era un fanático que coleccionaba modelos en miniatura del Concorde. El maestro de secundaria de 53 años ahorró finalmente lo suficiente para una tardía luna de miel con su esposa Margaret, que comenzaría con un vuelo en el avión supersónico. Como muchos otros residentes de Monchengladbach, el sueño de los Frentzem terminó con el accidente del martes. Los sobreviven dos hijas y un hijo adultos. Ayer, sus compañeros de la escuela le rindieron tributo a su colega: �Se presume a menudo que los pasajeros del Concorde están obsesionados por el lujo y siempre en busca de alguna novedad excitante. Klaus Frentzem no era ese tipo de persona�, dijo el director de la escuela Ludwig Heisterkamp.
�Era solo un fanático que coleccionaba todo lo que podía sobre el avión �contó�. Sus dos ambiciones eran volar en el Concorde y cruzar en barco el canal de Panamá. Ahorraron durante años para hacer el viaje, iba a ser la luna de miel que nunca tuvieron.�
Los Frentzem no eran semejantes a las otras 96 víctimas alemanas del accidente. La mayoría eran empresarios para quienes el viaje aéreo supersónico y los cruceros de lujo eran el bien ganado fruto de años de trabajo en sus empresas. Andreas Schranner, de 64, y su mujer, María, de 62, vendieron su compañía de ómnibus en Munich hace dos años para hacer cruceros. Murieron en el accidente junto a su hija Andrea, su yerno Christian y sus dos hijos de 10 y 8 años. Los Schranner habían invitado a su familia al crucero como un regalo para sus nietos. �Hablaban del viaje durante semanas antes de que comenzaran las vacaciones�, dijo uno de sus compañeros de clase. 
Otras víctimas del accidente incluían a Werner Tellmann, de 69, y su mujer Margareta, de 66. Pasaron 40 años trabajando en su empresa de decoración de interiores en el suburbio de Monchengladbach de Rheydt. Hace pocos años que comenzaron irse de vacaciones lujosamente. La mayoría de los familiares de las víctimas del accidente estaban ayer en París, donde pudieron depositar flores en el lugar del accidente. Habrá una ceremonia fúnebre en Monchengladbach el sábado. En Nueva York, el barco crucero MS Deutschland en el que las víctimas tenían reservas hechas zarpó para navegar como estaba previsto. En su primer tramo de dos semanas de su viaje a Sydney, el barco atracará en Florida y Nassau, antes de viajar por el canal de Panamá hacia Ecuador.

Traducción: Celita Doyhambéhère

 

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