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LAS CLAVES DEL IMPACTO COLECTIVO QUE PRODUJO EL SUICIDIO DE FAVALORO
"Parece que fue el país el que lo mató"

La frase del título pertenece al decano de Psicología, y resume el estado de conmoción que produjo en la Argentina la muerte de René Favaloro. Un sentimiento que va más allá incluso de los motivos personales de una decisión extrema como el suicidio y de la situación real de la Fundación Favaloro.

 


Por Mariana Carbajal
t.gif (862 bytes)  "¿Sabe usted quien mató al doctor Favaloro? Las obras sociales, el Pami, los gobernantes anteriores y actuales." La frase, escrita en una hoja oficio con letra de computadora, fue pegada ayer a la entrada de la Fundación Favaloro, por uno de los tantos pacientes del famoso cardiocirujano que se acercaron a la institución, a modo de procesión, para rendirle tributo como a un héroe contemporáneo. Con el correr de las horas, el suicidio de René Favaloro se resignificó como una especie de sacrificio de denuncia. La decisión de quitarse la vida de una personalidad tan exitosa y reconocida como él despertó una sensación de orfandad y angustia generalizada, y la idea de que el Estado lo mató con su indiferencia, le dio la espalda del mismo modo que se la da a sectores empobrecidos y olvidados de la población.
El edificio de la Fundación, ubicado en la avenida Belgrano casi esquina Entre Ríos, se transformó ayer en un santuario. Las paredes de la entrada quedaron empapeladas con decenas de mensajes de ex pacientes y admiradores que reflejaron un mensaje común: cierta culpa social porque los gobiernos no atendieron a sus reclamos y la impresión de que el célebre médico se inmoló para llamar la atención de los poderosos."Todos los argentinos somos responsables de la muerte de Favaloro", resumió Mirtha Legrand, durante su tradicional almuerzo televisivo. Favaloro, de 77 años, fue encontrado muerto el sábado con un disparo en el pecho en su casa del barrio de Palermo Chico, de la Capital Federal.
La opinión popular le endilgó el suicidio, en cierta forma, al Estado. Pero el Poder Ejecutivo, a través del ministro de Salud, Héctor Lombardo, le tiró la culpa a la crisis de las obras sociales y reabrió el debate sobre la crisis del sector y su desfinanciamiento (ver página 4).
"Este es uno de esos casos individuales que reflejan un malestar colectivo. Detrás de la reacción social hay un fenómeno de identificación muy fuerte con Favaloro, frente a un Estado que ignora a la gente, que es insensible a sus reclamos, que le da la espalda, que la deja morir, como le ocurre a grandes sectores de la población y especialmente a los ancianos. Muchos se sienten indignados porque esta muerte les ha hecho ver a qué extremo hemos llegado, que incluso el Estado no escucha a una persona como Favaloro", opinó el psicoanalista Juan Carlos Volnovich, al analizar el fenómeno que desató el suicidio del inventor de la técnica del by pass. "Es casi un suicidio de denuncia y agresión al Estado", agregó Volnovich y comparó el suicidio de Favaloro con la muerte natural del escritor Julio Cortázar. "Cuando regresó al país tras la asunción de Alfonsín no le dieron bola y Cortázar quedó muy dolido. Poco después murió. Un día, paseando por la calle dijo, en relación a cómo lo ignoraron: 'No me pueden perdonar todo lo que deben'. Tal vez es una buena frase que podría haber tenido Favaloro", reflexionó el psicoanalista.
El suicidio se entendió, también, como una denuncia de la falta de apoyo estatal a la ciencia, interpretó la filósofa e investigadora del Conicet, María Gabriela Rebok. "Hay una condición trágica del profesional, que tiene que ver con el quiebre de un científico que no puede hacer frente a prolongadas situaciones adversas. A veces, esto desemboca en el exilio y otras en el suicidio", declaró Rebok.
El sentir popular "acusa a una especie de Estado ausente, que no asume sus deudas y de esta forma compromete la continuidad de una institución que está en la punta de la investigación científica en el país. Existe la sensación de que esta muerte no se hubiera producido si él se hubiera mantenido en el exilio", consideró Rebok. A su entender, el hecho de que Favaloro fuera un referente social, reconocido mundialmente, hizo que su muerte dejara una sensación colectiva de gran vacío. "Fue un hombre modelo y de alguna manera la gente lo tenía como referente. Perder esos valores vivos encarnados en una persona genera una suerte de orfandad", evaluó la docente universitaria.
Para Raúl Courel, decano de la Facultad de Psicología de la UBA, Favaloro se fue de la única manera hubiera podido irse. "Otros se van por Ezeiza. Para él, el mundo era este país. No teniendo lugar, se fue", indicó. Y añadió: "Al pegarse un tiro en el pecho le puso el revólver al país en la mano. Mi sentimiento es que el país lo mató", acordó Courel. En su opinión, la muerte del célebre médico sacó a mucha gente del adormecimiento que le provoca la vorágine cotidiana, por la cual no se pueden valorar cuestiones importantes.
"El impacto más fuerte en todos no es tanto que Favaloro se fue para decir que no le dieron plata para la Fundación sino que no escucharon lo que estaba diciendo: que hay valores como la educación, la ciencia, el saber. No creo que se haya suicidado por problemas económicos sino por falta de atención, que en el más cabal de los sentidos no es un fenómeno individualizable sino colectivo. Está siendo individualizada una responsabilidad colectiva", concluyó Courel al analizar el fenómeno social que despertó el suicidio del cardiocirujano en algunos sectores de la población.
El semiólogo Oscar Steimberg relacionó la reacción de la gente con la desilusión colectiva frente a la grave situación socioeconómica del país. "Lo que la gente está expresando no es su desazón por que pase dificultades sino el hecho de que es difícil encontrar a alguien que proponga una mejora a la crisis o que proponga algún tipo de solución. Hay una deflación de toda esperanza", señaló. Además, Steimberg consideró que la crisis financiera de una institución como la Fundación Favaloro --que quedó al descubierto con la muerte de su fundador--, "alimenta los temores generalizados a perder el trabajo y la cobertura médica".
Para los especialistas consultados, sin embargo, el impacto de la muerte de Favaloro no tiene las dimensiones que tuvo la del cantante Rodrigo, fallecido en un accidente automovilístico poco más de un mes atrás. "El sector social que se sensibiliza respecto de Favaloro tiene una cultura más sistemática, es la clase de los profesionales", diferenció la investigadora Rebok, de la gente más humilde que lloró y rezó por el cuartetero cordobés. No obstante, las dos muertes se igualan en un punto, según Rebok: la reacción posterior de sus seguidores muestra "la exaltación exagerada por una persona una vez fallecida". "Esta importancia casi necrofílica nos está diciendo que parece que necesitamos perder algo para valorarlo en su justa medida", indicó. "Tanto en el caso de Rodrigo como en el de Favaloro, la muerte potencia su ejemplaridad", puntualizó.
El profesor José María Mainetti, amigo personal de Favaloro, dio su visión. El cardiocirujano "estaba asqueado de la corrupción que había en el país, y se había desilusionado porque su programa de salud solidario no tenía el apoyo político suficiente". "La caída del estado de bienestar, que enseñó a la gente a ser eficiente, y el consecuente quiebre del sistema de salud, fueron parte de las causas que llevaron a Favaloro a tomar esa decisión", manifestó.

CLAVES

La desatención de la ciencia, el desamparo por parte del Estado la crisis del sistema de salud y la precariedad del empleo fueron algunos de los temas por los que el suicidio de Favaloro resultó tan impactante.
La sede de la Fundación, en Belgrano y Entre Ríos, se convirtió en un santuario laico.
Una investigación de Página/12 indica que la Fundación Favaloro, que había tomado dinero con avales del Estado, debía unos 50 millones de pesos.
En los últimos días, directivos de la Fundación habrían sugerido a René Favaloro que dejara la presidencia de la entidad.
El suicidio hizo que recrudeciera el debate sobre la atención de salud, el papel de los gremios y la desfinanciación y papel de las obras sociales.

DEJO SIETE CARTAS MANUSCRITAS Y 20.000 DOLARES
"Algo largamente premeditado"

"La única certeza que tenemos es que se trató de un suicidio largamente premeditado: Favaloro dejó siete sobres con textos manuscritos en cada uno de ellos, algo que le llevó una preparación de varios días", reveló a Página/12 una fuente próxima a la investigación. Entre los sobres, el cardiocirujano había repartido unos 20.000 dólares, parte de los cuales estaban destinados a su empleada doméstica, aseguró la misma fuente. En una de las notas, un manuscrito de tres carillas, el médico advierte a las autoridades judiciales que no se culpe a nadie por su muerte.
Todas las notas estaban encerradas en sobres blancos de tamaño carta. El juez Roberto Grispo abrió sólo uno de ellos, el que estaba dirigido a las autoridades judiciales. Otro de los sobres contenía el testamento. El resto son mensajes de despedida a personas allegadas, entre ellas su pareja, los amigos de la Fundación y la empleada doméstica. Las notas ahora están en poder del juez Daniel Turano, quien las mantiene bajo una estricta reserva.
Para los investigadores, Favaloro se llevó a la tumba las razones de su muerte. Aunque la hipótesis más firme apunta a que el desencadenante fue la grave situación financiera de la Fundación, otras versiones no descartan una razón vinculada a la relación sentimental con su secretaria, Diana, con la que se pensaba casar a fines de agosto. Otras versiones que circularon en el ambiente médico sostenían que la mujer estaba embarazada, un dato que no pudo ser confirmado.
Lo cierto es que Favaloro venía de soportar el fallecimiento de su esposa, a principios de 1998, con la que no había tenido hijos. Por eso, dicen sus allegados, lo entusiasmaba esta nueva relación, y había imaginado incluso la posibilidad de la descendencia. Este vínculo no habría sido bien visto por sus sobrinos --a la sazón, sus herederos-- ni por sectores de la Fundación.
Quienes lo conocieron, sin embargo, no se atreven a arriesgarse por una u otra causa, sino más bien por una conjunción de factores que derivaron en la drástica determinación.

LA OPINION DE TRES CIENTIFICOS


Una sugerencia para hacerse a un lado, que se sumó a la bancarrota


Por Pedro Lipcovich

Tiene algo de tragedia griega. Sin un peso y con el solo recurso de su propio prestigio mundial, un hombre levanta una fundación que lleva su propio nombre, "Favaloro"; ocho años después, con ejecutivos de grandes empresas desembarcando en la fundación en crisis, entre sugerencias de que se retire de la presidencia, ese mismo hombre se pega un tiro en el corazón. Lo que tiene de tragedia griega es que un destino inexorable marcó ese recorrido, y ese destino coincide con lo sucedido a las prestaciones médicas de primer nivel en el sistema de salud de la Argentina en estos años. Página/12 precisó los datos como respuestas a las siguientes ocho preguntas:
¿Cuánto debe hoy la Fundación Favaloro y a quiénes?
Varias fuentes coinciden en que la Fundación debe aproximadamente 50 millones de dólares. Según una fuente muy próxima a la Fundación, el principal deudor es el Banade (Banco Nacional de Desarrollo, ya liquidado, pero que funciona como Banade residual), al que se le adeudan 30 millones de dólares. Al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se le deben más de 3 millones, según la misma fuente. Otros 6 millones de deuda, por equipamiento, corresponden a la empresa Siemens, que a su vez los transfirió a un banco inglés. El resto de la deuda, unos 10 millones, se distribuye entre acreedores menores: bancos, proveedores de insumos, laboratorios, médicos.
¿Quién garantiza esta deuda?
El 80 por ciento tiene avales del Estado nacional, según la misma fuente próxima a la entidad: "Si la Fundación se cae, el Estado debe hacerse cargo de 40 millones de dólares".
¿Cómo se formó la deuda?
Según la misma fuente, "la Fundación se constituyó (en 1992) gracias al prestigio y la capacidad de René Favaloro, pero sin un peso": se tomaron créditos bancarios (BID y Banade) y para equipamiento (Siemens) con avales del Estado. En 1997 vencieron los períodos de gracia y la Fundación tuvo que empezar a pagar esas deudas; al mismo tiempo, y en el contexto de la crisis generada en el Sudeste asiático, el Estado nacional suprimió subsidios y exenciones impositivas. Además, debido a la veloz obsolescencia de la tecnología médica actual, ya entonces hubo que empezar a renovar los equipos.
¿Cuánto se le debe a la Fundación Favaloro y quiénes son los principales deudores?
18 millones de pesos --coinciden las fuentes--. El principal deudor sería el IOMA (obra social de los empleados públicos bonaerenses), con unos 4 millones, según la fuente próxima a la Fundación y según Rubén Cano, superintendente de Servicios de Salud del Ministerio de Salud de la Nación. Según el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, "el IOMA ya saldó parte de la deuda y no le debe mucho dinero a la Fundación". El siguiente deudor es el PAMI, con 2 millones: tal como informó ayer Página/12, este pago está bloqueado por disposición judicial, a raíz de una investigación sobre irregularidades durante la gestión de Víctor Alderete. OSECAC debería 700 mil; OSPLAD, 350.000, que la Fundación ya reclamó judicialmente; la provincia del Chaco debería 350 mil; la Unión Obrera Metalúrgica, que está en convocatoria de acreedores, debe cien mil, lo mismo que la Bancaria residual.
¿Qué circunstancias vivía la Fundación en los días previos a la muerte del doctor Favaloro?
Según fuentes próximas a la entidad, una semana antes de su muerte Favaloro había recibido sugerencias de abandonar la presidencia de la Fundación, en el siguiente contexto: se había formado una "Comisión de Apoyo" a la Fundación, integrada entre otros por los empresarios Amalia Fortabat y Enrique Pescarmona. El ejecutivo Angel Perversi, procedente del grupo Pescarmona (ex Bunge y Born y, con Menem, director de la Anses), había diagnosticado la necesidad de despedir a 300 empleados y cesar toda prestación no paga. "Por lo menos borrate un tiempo, casate y dejá que otro solucione esto", aseguró una fuente que le dijeron a Favaloro, quien proyectaba contraer matrimonio a fines de este mes con su novia y secretaria, también médica, de 35 años.
¿Por qué las obras sociales no pagan sus deudas a los prestadores de salud?
Lo expresado por diversas fuentes se resume en que la expulsión de mano de obra fabril y la desocupación bajaron la cantidad de aportantes. Según Cano --a cuyo cargo está la fiscalización de las obras sociales sindicales--, "el desfinanciamiento afecta a la mayoría de los prestadores de salud". Las obras sociales más afectadas son las de "ramas productivas como la textil, la metalúrgica, la azucarera; a las de servicios, como por ejemplo las de trabajadores de empresas privatizadas, no les va tan mal".
¿Cómo inciden las condiciones generales del mercado actual?
"La globalización también llegó a la salud --según la misma fuente próxima a la Fundación--: la hegemonía del sector financiero se impone; muchas obras sociales tercerizan las contrataciones a financiadores que imponen las reglas del juego e hicieron bajar los precios de las prestaciones entre el 15 y el 20 por ciento en los últimos cuatro años."
¿Qué factores afectan en especial a instituciones como la Fundación Favaloro?
Según la fuente próxima a esa institución, "en la Argentina no hay mecanismos de reconocimiento de la calidad de las prestaciones; no hay exigencia de calidad: entonces, la Fundación, que, por ejemplo, cuenta con una enfermera diplomada para cada cama, compite en desventaja con prestadoras que ofrecen inferior calidad".

 

 

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