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Cultos
Por Juan Gelman

¿Era el suizo Carl Gustav Jung, el gran cismático del psicoanálisis, un hombre que se consideraba el fundador de una nueva religión pagana, un dios autodesignado que pensaba que podía salvar al mundo? Así lo presenta, al menos, Richard Noll en The Arian Christ. The secret life of Carl Jung (El Cristo ario. La vida secreta de C. J.) después de rastrear archivos y estudiar no poco material inédito que incluye los análisis, las notas y los diarios de tres de los primeros discípulos de Jung. Noll no se propuso idealizarlo ni hacer el diagnóstico de sus actitudes, sino mostrar aspectos desconocidos de este notorio disidente de Freud.
No siempre lo fue. En 1906, convertido en ardiente defensor de las nuevas ideas, aunque con diferencias que entonces consideró él mismo secundarias, le pide a Freud una relación de �padre a hijo� y en años subsiguientes no se cansa de reiterarle una �devoción incondicional� a su obra y su persona. Freud, por su parte, leía con interés los trabajos de Jung, con quien entabló una real amistad. En 1910 el fundador del psicoanálisis se manifestaba �convencido más que nunca de que él es el hombre del futuro� y lo eligió heredero de su empeño. Freud tenía 50 años; Jung, 31, cuando se conocieron personalmente en 1907, y el apego del moravo por el suizo no carecía de rasgos de política científica: el mundo psiquiátrico de entonces rechazaba con dureza las ideas psicoanalíticas -salvo excepciones� y el autor de La interpretación de los sueños, ante el antisemitismo del entorno, temía que su condición de judío obstaculizara aún más su difusión. Las excepciones también eran judíos y la adhesión del ario puro Jung salvaba al psicoanálisis �del peligro de convertirse en una preocupación nacional judía�, escribió Freud a un colega.
Las concepciones el judío y las del ario se distanciaban cada vez más. En 1912 Jung había ya desestimado nociones psicoanalíticas fundamentales como la sexualidad infantil, las causas sexuales de las neurosis o el complejo de Edipo. Siempre fascinado por los mitos, el ocultismo y la alquimia, Jung iba acuñando sus propias ideas sobre el inconsciente colectivo, los arquetipos, la introversión y la extroversión, la creencia religiosa como ingrediente de la salud mental. El proceso de ruptura con Freud duró dos años y era inevitable.
Jung manifestó tempranamente su inclinación por los fenómenos psíquicos llamados paranormales. A los 15 años decidió que tenía con Goethe -después de leer el Fausto� �un parentesco especial� por su búsqueda de la verdad �que sacrifica el ámbito del intelecto para iniciarse en la invocación mística de los espíritus a fin de alcanzar la sabiduría oculta�. A los 20 presidió su primera sesión espiritista: fue una experiencia notable �relató�; los vidrios temblaban violentamente y su prima Kelly cantó en trance con la voz del abuelo muerto.
Su interés por el espiritismo continuó después de recibirse de médico y empezar su carrera profesional en la prestigiosa clínica psiquiátrica Burgholzli de Zurich. Para Noll, Jung apoyó su pensamiento también en el darwinismo social y combinó su capacidad científica con el pensamiento místico de la época, las teorías nietzscheanas acerca de �una nueva nobleza�, la adoración neopagana del sol, las conjeturas de filólogos y arqueólogos en torno de las culturas prehistóricas y sus religiones matriarcales. Noll concluye que era un hombre obsesionado por su propia importancia, convencido de su misión de convertir al psicoanálisis en una suerte de culto religioso dionisíaco �centrado en su personalidad carismática� que abría a sus seguidores la posibilidad de formar parte de una élite espiritual selecta.
Carismático sí fue. Martin Freud, uno de los hijos de Sigmund, lo retrata dotado de �una presencia imponente. Era muy alto y ancho dehombros, más parecido a un soldado que a un médico y hombre de ciencia. Su cabeza era puramente teutónica, con la mandíbula fuerte, un bigotito, ojos azules y el pelo corto y raleado�. También recuerda la primera visita de Jung a Freud en Viena: �Nunca hizo el menor intento de entablar alguna conversación cortés con mamá o con nosotros, los chicos, sino que se limitaba a proseguir el debate interrumpido por la cena. En esas ocasiones sólo hablaba Jung (de sí mismo y de sus casos y opiniones) y papá, con visible deleite, se contentaba con escuchar�.
Jung repudió tanto al psicoanálisis de Freud como al cristianismo, muy influido �como estaba� por el movimiento étnico (Volkish) en boga en Alemania y Suiza a comienzos del siglo XX, cuyos miembros eran arios, rubios, adoradores del sol, acostumbraban a danzar desnudos alrededor de una fogata y estudiaban textos rúnicos para conectarse con una visión del pasado precristiano. Fue acusado de racista, aunque su simpatía por los nazis es una cuestión ��la más penosa�, subraya Noll� debatible. Viejos colegas y discípulos se alejaron de Jung por su �narcisismo colosal�, dijo uno, por su �complejo de dios�. Lo cierto es que a veces padecía inestabilidades emocionales y violentos raptos de cólera. Pagó otros altos precios: dormía con una pistola de cargador completo bajo la almohada y juró pegarse un tiro si lo invadía la locura.


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