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LA SIDE, ENVUELTA EN DOS ESCANDALOS INSTITUCIONALES
De Santibañes en el ojo de la tormenta

Las escuchas telefónicas a la familia de Menem y la campaña gráfica contra Carlos Alvarez fueron atribuidas a los servicios. La SIDE niega todo. Pero hay hechos que despiertan sospechas.


Por Susana Viau
y Eduardo Tagliaferro

t.gif (862 bytes)  Las escuchas telefónicas que derivaron en la difusión de una trifulca personal entre Carlos Menem y Zulemita y la posterior campaña gráfica sobre supuestos hechos de la vida privada del vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez empujaron a la SIDE y a su titular, Fernando de Santibañes, al centro de escenario, generando el más grave conflicto institucional de los ocho meses de gobierno. Hombre de absoluta confianza de Fernando de la Rúa, De Santibañes ha sostenido en numerosas oportunidades que el organismo que lidera no espía a los ciudadanos ni los persigue por razones políticas, religiosas o sexuales. Sin embargo, ni los relevos producidos en el organismo ni los nuevos contratos parecen respaldar esa afirmación.
“En la SIDE, cualquier cosa que la prensa publica contra De Santibañes se la atribuyen al Chacho, a eso póngale la firma”, dijo a Página/12 una fuente de la secretaría. Coincidía con el diagnóstico de otro conocedor de los organismos de inteligencia: “La SIDE no es amiga de Alvarez”. Ninguna de las dos opiniones señalaba a De Santibañes como gestor de la operación. Pero tampoco lo desincriminaba. Por el contrario, refuerza las especulaciones de quienes miran hacia la oficina del ex banquero cuando se busca al responsable.
El informe blandido por Kohan en el despacho de De la Rúa y elaborado a su pedido por un alto oficial de inteligencia que no es, como se afirmó, el ex segundo de Hugo Anzorreguy, Jorge Igounet, sostendría que la participación de lo que define como “línea interna” (los miembros orgánicos de la SIDE) se habría limitado a proveer la información con que contó “la línea externa” para emplearla como material para la doble estrategia diseñada por Dick Morris. Según esta visión, las preocupaciones del gurú de la comunicación institucional de la Alianza están presididas por lo que considera la escasez de hechos de gobierno perceptibles para la opinión pública, lo que dificulta instalar su teoría de la “campaña permanente”. El déficit, entonces y según la misma versión, debería cubrirse con otros sucesos que alimenten el apático y deprimido imaginario colectivo. En ese sentido, Carlos Menem sigue siendo un poderoso acaparador de centimetraje periodístico. El segundo pero no menor objetivo sería el vicepresidente Alvarez, a quien desde este sector se visualiza como una figura disfuncional a su estilo, incómoda, interpeladora, cuestionadora en diversos planos.
La evaluación que maneja Kohan identifica a la “línea interna” con el propio De Santibañes, su segundo, el franjista Darío Richarte, el mayor Alejandro Brousson, director de contrainteligencia de la SIDE, Román Albornoz, director del área denominada “Reunión” de la nueva estructura de la secretaría (dedicada al seguimiento y operación con medios) y no excluiría al encargado de la “Ojota” –dirección de Observaciones Judiciales–, un sector clave a cargo de las pinchaduras telefónicas y que, al menos en el papel, sólo puede actuar por orden judicial.
La “línea externa” es una construcción política sobre la que se proyecta la influencia de De Santibañes. La integran, con la paternidad a distancia de Morris, treintañeros vinculados al delarruismo y de la que forman parte el publicista Ramiro Agulla, el ex dirigente estudiantil Lautaro García Batallán, el secretario de Medios y en ocasiones el vocero presidencial, Darío Lopérfido, y también Antonio de la Rúa. El team es conocido como “grupo sushi”, en alusión a la afición, por cierto fashion, a la comida japonesa. Pese a que ciertas versiones aluden a la influencia, tanto dentro como fuera de la SIDE, de Enrique “Coti” Nosiglia, las fuentes consultadas por este diario coinciden en señalar que la relación entre el ex ministro del Interior y Fernando de Santibañes se habría resentido. Una de las razones sería el excesivo personalismo del banquero y la otra la escasa permeabilidad demostrada por la conducción de la SIDE hacia los recomendados de Nosiglia. La polémica personalidad de algunos de los hombres del entorno del Señor 5 también influyó en el distanciamiento del Coti. Brousson desembarcó con Gustavo Beliz en el Ministerio del Interior para realizar tareas de inteligencia, apadrinado por el teniente coronel José Benjamín Meritello, suegro del entonces ministro. Su salida del ministerio se habría debido, recuerdan los memoriosos, a la difusión de unas cuantas travesuras cometidas en materia de espionaje. El mayor obtuvo su conchabo en la SIDE durante los primeros tiempos del menemismo, bajo la conducción de Juan Bautista Yofre. Albornoz es un sociólogo, ex militante de ATE, ligado a los orígenes del Frepaso y volcado posteriormente al radicalismo. En los pasillos de la SIDE se comenta que también actúa en relación a los medios el asesor Luis Pico Estrada –ex periodista, que tendría como entretenimiento desentrañar quiénes son las “gargantas profundas” que se esconden detrás de las noticias (malas, es obvio) referidas al Gobierno–.
El cuadro no ayuda a disipar las dudas que alienta el Frepaso sobre la autoría de la operación que afectó a su jefe. El hecho de que uno de los hombres más cercanos al Presidente esté en cabeza de la lista de posibles impulsores de la movida contra la segunda jerarquía de la República no es un conflicto menor y muchos piensan que la crisis entre estas dos piezas clave no ha hecho más que empezar. También intuyen que la embestida de Ambito Financiero y la revista de Daniel Hadad La Primera no es sino el primer fotograma de una escalada progresiva contra la vicepresidencia.

 

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