Por Pablo Rodríguez
Quizás las feroces críticas que se lanzaron en su contra
hayan funcionado como un Nuremberg del que salió arrepentido. El
rabino ultraortodoxo Ovadia Yosef, luego de declarar alegremente que las
víctimas del régimen nazi eran almas pecadoras que
fueron reencarnadas en el Holocausto para que se hiciera justicia,
se arrepintió. Esos seis millones de judíos eran todos
sagrados y puros y unos verdaderos santos, declaró. Yosef
es el líder espiritual del partido religioso Shas, imprescindible
con sus 17 diputados para la formación de cualquier gobierno. Por
eso desde el gabinete del alicaído premier Ehud Barak salieron
sólo críticas tenues e incluso declaraciones sobre un eventual
retorno del Shas al gobierno. Aunque Yosef haya recapacitado, otros rabinos
no le van a la saga en provocación: ayer se reunió el Gran
Rabinato de Israel para estudiar la construcción de una sinagoga
en la Explanada de las Mezquitas, donde se encuentra la mezquita de Al
Aksa y el Domo de la Roca, el tercer lugar más sagrado para el
Islam. Ayer, un grupo de ultraortodoxos fueron a rezar allí mismo,
generando un enfrentamiento con un grupo de palestinos.
En este contexto no demasiado pacífico, crecen paradójicamente
las versiones sobre una segunda cumbre israelo-palestina, luego del fracaso
muy fresco de la cumbre de Camp David entre el premier israelí
Ehud Barak y el líder palestino Yasser Arafat. El mismo Arafat
declaró ayer que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton,
indicó que una nueva cumbre podría tener lugar después
de la convención demócrata que termina el 17 de agosto.
Por su parte, el partido opositor israelí Likud emitió un
comunicado en el que afirma que, según las informaciones
que nos han llegado, la cumbre se celebrará el 27 de agosto en
Estados Unidos. El documento señala además que la
gira que el enviado estadounidense para Medio Oriente, Dennis Ross, hará
a partir del 13 de agosto en la región tiene como objetivo preparar
esta segunda cumbre. Es demasiado pronto para hablar de una cumbre,
respondió la portavoz del gobierno israelí, Merav Parsi
Tsadok, por ahora no hay nada nuevo al respecto.
El punto álgido que desembocó en el fracaso de la cumbre
de Camp David es el estatuto final de Jerusalén, cuya parte oriental
es reclamada por el mundo árabe como la capital del futuro Estado
palestino. En la residencia presidencial norteamericana fueron discutidas
diversas particiones de la Ciudad Santa para dejar conformes a las partes,
pero el acuerdo no llegó. Quizá por eso, y envalentonados
por declaraciones extravagantes como las del rabino Yosef, el resto de
los rabinos de Israel están considerando la posibilidad de construir
una sinagoga junto a uno de los lugares sagrados del Islam, bajo el pretexto
de que allí también hubo alguna vez (en la época
de los romanos) un templo sagrado judío. El Gran Rabinato israelí
postergó el tratamiento de este asunto en una reunión realizada
ayer.
Lo cierto es que las huestes ultraortodoxas parecen dispuestas a gritar
su verdad y poner así toneladas más de pólvora a
unas relaciones israelopalestinas que de por sí pasan por un mal
momento. Mientras el diputado árabe-israelí Ahmed Tibi,
así como 15 abogados árabes, presentaban ante la Fiscalía
israelí una queja por las declaraciones de Yosef sobre los árabes
(había dicho que Dios se arrepiente de haber creado a los
árabes), el líder de la organización fundamentalista
islámica Hamas, Ismael Abu Shanab, hacía un ejercicio de
demencia similar al destacar que el Corán nos enseñó
que los judíos son gente de la que nunca se puede uno fiar.
El que está puesto en un aprieto con este tema es el gobierno israelí.
Por supuesto que las opiniones no incitan a hacer regresar al Shas
a la coalición, pero Barak no descarta ni a ésta ni a ninguna
otra formación para el gobierno que piensa formar, declaró
Merav Parsi-Tsadok. Shas sigue siendo un elemento central de toda
coalición, tuvo que decir el ministro de Cultura y de Ciencia,
Matan Vilnai. Responsables del partido que tiene por líder espiritual
a Yosef reconocieron que existe una posibilidad de volver al gobierno,
luego de que éste quedara con una minoría parlamentaria
la semana pasada.
Ecos en Argentina
Sergio Bergman, rabino
de la Congregación Emanu-El (reformista): Son expresiones
aberrantes. La raíz de este tipo de pensamiento se encuentra
en la literatura profética. Los profetas de Israel, ante la
destrucción del templo de Jerusalén, explicaron que
eso tenía que ver con que el pueblo se alejaba de la alianza
con Dios. Pero eso puede darse en el contexto del hombre bíblico.
En el contexto del hombre contemporáneo, plantear este tipo
de posiciones es una manipulación política, con la cual
se trata de amenazar y atemorizar.
Natan Grunblatt, rabino
de Jabad Lubavitch (ortodoxo): (Yosef) no es un viejo senil.
Es un genio talmúdico, pero tomaron sus palabras en forma parcial.
El rabino aplicó un principio existente en la Torá:
cuando se verifica un homicidio, tenemos el daño que recibió
la víctima por motivos que van más allá de lo
humano y tenemos al victimario. Esa persona fue elegida por Dios para
serlo porque en su alma tiene arraigado el mal y esto lo convierte
en un conducto perfecto para que a través de él Dios
traiga sobre la víctima lo que crea apropiado.
Simón Moguilevsky,
rabino de la Congregación Israelita de la República
Argentina: Es una opinión muy extremista, fuera de lugar.
Yosef es una persona que sabe, que conoce; es un líder espiritual,
pero me parece que sus palabras son desafortunadas. |
OPINION
Por Herman Schiller *
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El talibán judío
El
21 de julio de 1994, apenas tres días después de
producida la masacre de la AMIA, un rabino ortodoxo le dijo al
periodista Abraham Felperín en FM JAI que eso había
sucedido por castigo de Dios. ¿Entonces Dios es nazi?,
le inquirió con indignación el reportero. Ya no
importa qué sandeces le respondió el rabino, pero
la anécdota se suma al cuadro de avances del pensamiento
irracional en los últimos años. Y, además,
cobra dramática actualidad por el exabrupto que acaba de
vomitar el rabino Ovadia Yosef al convertir en victimarios a las
víctimas judías del nazismo.
Ovadia Yosef, versión judía de los curas fascistas
o de los talibanes afganos o de los ayatolas más reaccionarios,
estuvo en Buenos Aires hace algo más de veinte años,
en plena dictadura. Y, para sorpresa de algunos incautos, eligió
la sede del Banco Mayo de la calle Paso entre Tucumán y
Viamonte para convocar a la prensa. Por supuesto que a Ovadia
Yosef no le pasó siquiera la idea de decir algo sobre el
horror que estaba ocurriendo en la Argentina inclusive el
tratamiento diferenciado que los militares dispensaban a los judíos
en la tortura de los chupaderos, ya conocido por la
judeidad, pero sí lanzó anatemas y diatribas
sobre los judíos que no resguardaban el Shabat.
Desde la tribuna de Memoria Activa, en noviembre del 95,
alertamos sobre la utilización que la derecha local y los
servicios harían del asesinato de Yitzhak Rabin
a manos de Yigal Amir, un fundamentalista judío. No pasó
mucho tiempo y Norberto Ceresole (uno de los ideólogos
de los carapintada) lanzó la hipótesis
de que las masacres de la AMIA y la Embajada fueron obra de los
propios judíos. Ahora, esta arremetida del rabino Ovadia
Yosef, lejos de ser una cuestión psíquica
porque es representativa del fanatismo y la exacerbación
religiosa, les da argumentos servidos en bandeja a los herederos
del Tercer Reich que niegan el horror del hitlerismo.
En 1939, apenas los nazis entraron en Varsovia, los dirigentes
comunitarios judíos de derecha se dieron a la fuga para
salvar el pellejo. La organización y la resistencia del
ghetto estuvo a cargo de los jóvenes de los movimientos
jalutzianos (pioneros), los bundistas (socialistas)
y los comunistas. Sin duda, fue una rebelión de izquierda,
de la Organización Judía Combatiente, y no de los
ritualistas. Ovadia Yosef, continuador de los que se escaparon,
ahora coincide con los antisemitas para descalificar a las víctimas
del Holocausto. Entre bueyes no hay cornadas.
* Periodista. Ex candidato a vicejefe de Gobierno de la Ciudad
por Izquierda Unida.
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