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DOS POTENCIAS LITERARIAS SE SALUDAN, EN UN DOCUMENTAL
Burguess cuenta a Lawrence

El gran atractivo de un especial que Canal á dará el sábado es ver cómo un autor maldito concreta la exhaustiva revisión de un colega.

Burguess ejerce la defensa del autor de �Mujeres enamoradas�.
�Los intelectuales lo menospreciaban, era un perseguido�, afirma.


Por Mariana Enríquez

t.gif (862 bytes) Para muchos, el novelista británico D.H. Lawrence es un pensador clave del tema de las conductas sexuales, acaso comparable con Sigmund Freud. Sus novelas �en especial la última, Amante de Lady Chatterley� fueron consideradas pornográficas hasta los años �60, y su insistencia en la importancia de los instintos por sobre la razón fue una denuncia de la hipocresía británica a principios del siglo XX. Este sábado, a las 12, Canal á presentará un documental sobre Lawrence que recorre su vida y obra, pero no desde un punto de vista convencional: el narrador es Anthony Burguess, autor de La naranja mecánica, que expone sus teorías sobre la importancia de Lawrence y el sentido de su obra, además de recorrer Eastwood, pueblo natal del novelista. Y para la lectura de los textos del escritor, �Burguess on Lawrence� cuenta con la voz del talentoso actor británico Ian McKellen (Dioses y Monstruos, Eduardo II).
Lo notable de �Burguess on Lawrence� es que sirve para recordar la situación real del autor de Mujeres enamoradas durante su vida. Un hombre de provincias que escribió acerca de su pueblo sin siquiera molestarse, en algunos casos, en cambiar los apellidos de los vecinos a quienes usó como personajes de ficción. Hasta el día de hoy, confirma Burguess, ciertos habitantes de Eastwood se niegan a tener algo que ver con Lawrence: en el documental, cuando el equipo intenta entrar en las tierras de una de las familias usadas como inspiración para Mujeres..., se les prohíbe siquiera filmar en los alrededores. Eastwood no es Stratford-on-Avon, el pueblo de Shakespeare: hay un pequeño museo Lawrence y un bar lleva el nombre de �The White Peacock�, su primera novela, pero no es Lawrencelandia. Hasta hace pocos años, explica la anciana que se encarga del museo, algunos parroquianos de los pubs insistían en que Lawrence había cometido una injusticia con el retrato cruel de su propio padre en Hijos y amantes. �Lo odiaban �dice la mujer�, nunca lo comprendieron.� 
Mucho menos cuando Lawrence se casó con una aristócrata alemana (Frieda, por añadidura esposa de uno de sus profesores en la Universidad de Nottingham), cosa que durante la Primera Guerra era poco menos que traición. Fue investigado por sospecha de espionaje, y no se le permitió dejar el país. �Lawrence era provinciano y de clase obrera�, explica Burguess, �un hombre que no fue a Oxford y que fue despreciado por quienes tenían acceso a esa educación. Los intelectuales de Bloomsbury, como Bertrand Russell, lo menospreciaban. Era un perseguido. Se volvió antiinglés: nadie amaba Inglaterra como él, pero sintió que Inglaterra se había traicionado a sí misma, convirtiéndose en un monstruo de consumismo, en carne muerta... Ya no era la Inglaterra de Shakespeare y Blake.� 
En búsqueda de ese país mítico, voluptuoso y lejano de las mezquindades, se decidió a recorrer el mundo, una vez finalizada la guerra. Su peregrinaje terminó en Nuevo México, donde escribió La serpiente emplumada, influido por la religión vitalista, mágica y cercana a los instintos de los aztecas. Pero no es sólo las búsquedas exóticas lo que recorre el documental sino que muestra las antiguas minas de Eastwood que tanto influyeron a Lawrence en su búsqueda de la belleza de los hombres comunes, contra el materialismo brutal de la sociedad industrial. Además puede verse la casa donde nació, fotografías de toda su vida con fragmentos leídos de novelas como El arco iris, Mujeres enamoradas o ensayos como Nottingham and the Mining Countryside y poemas.
�Lawrence creía que el hombre era una criatura sexual e instintiva�, explica Burguess. �Como William Blake, creía que todo lo que vivía era sagrado. Antes de morir publicó El amante... y perdió su batalla contra la hipocresía británica, porque fue considerado un pornógrafo. Sus pinturas, exhibidas al mismo tiempo en Londres, fueron confiscadas. Que ese gran, tierno y cándido trabajo fuera pensado como algo sucio demuestra la falta de sutileza e inteligencia de quienes controlan nuestros destinos.�

 

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