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�Qué y cómo recordar es una lucha permanente�

El catedrático Andreas Huyssen, uno de los mayores expertos mundiales en el modo de representar al memoria, tiene una mala noticia para el mayor Olivera. Lo explicó en un diálogo con Página/12.

Andreas Huyssen le otorga importancia a la universalización de la lucha por los derechos humanos.


Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) Nació en Dusseldorf en 1942, o sea que tenía solo tres años cuando terminó la Segunda Guerra Mundial con la derrota nazi. Pero Andreas Huyssen pertenece a la camada de intelectuales alemanes preocupados por el pasado, el Holocausto, la memoria y sobre todo la forma en que las sociedades van procesando el recuerdo y la historia. 
Huyssen, que estuvo en la Argentina invitado por la Comisión de la Memoria de la provincia de Buenos Aires, no tiene dudas de que el proceso contra Augusto Pinochet, o el debate argentino de los Juicios de la Verdad, forman parte de una ola de reconstrucción de la memoria con raíces profundas en la sociedad contemporánea. 
Para desgracia de represores como Jorge Olivera, su explicación pone un marco aún más amplio a la receptividad europea para hacer lugar a pedidos internacionales de captura y a la permeabilidad de unos países con otros cuando se trata de extraditar a criminales. 
La acción de la Justicia sería, así, otra pata de un esquema muy arraigado en Europa, que incluye la proliferación reciente de museos, monumentos y memoriales.
�Tal vez deban tomarse seriamente como un modo de disminuir la velocidad de la modernización �dijo Huyssen�. Como un intento, si bien frágil y contradictorio, de tender lazos vitales al pasado y contrarrestar nuestra irrefutable tendencia cultural hacia la amnesia bajo el signo del beneficio inmediato y las políticas cortoplacistas. La memoria siempre se construye.
�¿Habla de memoria en un sentido positivo?
�Sí, dentro de esa idea siempre es construcción.
�¿O invento mítico?
�No. Yo hablo de la reconstrucción como lo opuesto al olvido. Hay también una memoria nacional, y el intento del Estado de construir la historia nacional, desde la esfera pública, como una memoria oficial.
�Pero, al menos en términos individuales, uno no recuerda todo. Selecciona. 
�Sí, hay una memoria dramática dentro la cual algunos hechos del pasado pueden ser bloqueados. 
�¿Pasa lo mismo con las sociedades?
�Es más complejo. 
�¿Hay una sola forma social de recordar?
�No. Qué y cómo recordar es una lucha permanente.
�Pero no depende con exclusividad de la verdad histórica, supongo.
�Claro que no, porque a veces la memoria se acerca a la verdad y a veces se aleja. Por eso ahora se discute tanto cómo representar el pasado.
�¿Desde cuándo?
�Se hizo muy fuerte en la década del �90. Piense por ejemplo en �La lista de Schindler�. Pero esta preocupación por las representaciones se sumó a tres cuestiones nuevas: la reivindicación cada vez más universal de los derechos humanos, la aplicación de justicia y las reparaciones a las víctimas. Y todo esto con el estímulo de hechos como el fin del apartheid, las guerras de la ex Yugoslavia, de Bosnia a Kosovo, y el debate latinoamericano sobre memoria y justicia tan interesante en Chile y la Argentina. Antes, los temas de la memoria no pasaban de la Segunda Guerra y el Holocausto. 
�Pero el tema del Holocausto nunca deja de ser un tema central. ¿Por qué?
�Es que, además de ser una tragedia en sí mismo, el Holocausto funciona como una metáfora que atraviesa todas las situaciones políticas. Suele convertirse en una metáfora ubicua que no siempre tiene que ver con el momento original. 
�¿Cuál sería esa metáfora en la Argentina o en Chile? �La posibilidad de que la democracia colapse, cosa que es vista en estas sociedades como un peligro que puede ocurrir en cualquier momento. �¿Es el fantasma de la crisis de la República de Weimar que condujo al nazismo?
�Las historias son distintas, obviamente, pero ese miedo existe y tiene que ver con la debilidad de la sociedad civil y la falta de instituciones sólidas y legítimas. 
�Muchos expertos dicen que el Holocausto es un fenómeno único y no debiera ser comparado.
�Todo es único. Sin embargo, cuando no hay comparación posible esa singularidad se hace casi religiosa y entonces puede bloquear la utilidad de una experiencia para la reconstrucción de otras. Yo creo que el Holocausto debe generar discusión, en lugar de bloquearla. La tentativa de contrarrestar aparentes trivializaciones como la serie televisiva �Holocausto�, la de 1979, con representaciones monumentales y museísticas �serias�, solo consiguió una cosa: congelar una vez más la memoria en discursos e imágenes ritualistas. Cuando se absolutizan las cosas es más difícil aproximarse a la realidad. Fíjese lo que ocurría en Alemania del Este. El nazismo era visto hasta tal punto como un fenómeno capitalista que la responsabilidad alemana en el surgimiento de Hitler y después en sus crímenes quedaba diluida en la del capitalismo. 
�¿Memoria es conmemorar?
�No solamente. Tiene que ver con la legitimación de la democracia. La sociedad debe recordar porque en ese recuerdo hay una responsabilidad colectiva que es, a la vez, una responsabilidad moral. 
�¿No hay un riesgo de que el Estado termine construyendo una historia oficial a su medida?
�Sí, pero el Estado tiene que participar en la reconstrucción de la memoria. 
�¿Con qué límites?
�La mejor manera de hacerlo es que promueva el debate o lo recoja, sin taponar la vitalidad de la sociedad civil, que por definición produce un cuestionamiento permanente. Después de todo, ese cuestionamiento es la forma de construir la Historia, ¿no? Sin cuestionar puede caerse en el peligro de naciones basadas en historias imaginarias.
�¿Y la imaginación mientras los crímenes se están cometiendo? ¿Una nación puede no saber lo que pasa?
�Los alemanes no querían saber, evidentemente. Y entonces no supieron. Hay que desenterrar ese deseo de no saber. Hay que descongelarlo, y eso no puede hacerse mediante rituales. En la memoria congelada, el pasado es solo pasado. Sin embargo, la temporalidad interna y las políticas de memoria del Holocausto, incluso cuando se habla del pasado, deben orientarse al futuro. Pienso que el futuro no nos juzgará sobre todo por olvidar, sino por no ser consecuentes con esa memoria.

 

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