Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12


OPINION

Dos amores distintos

Por Mario Wainfeld

 El chiste era contado, temo que con más gracia que aquí, por el humorista español Gila. Un gallego, propiamente en Galicia, tenía casi como único capital una vaca. La lavaba a diario, se despertaba al alba para ordeñarla, reptaba buscándole pasturas más o menos comestibles. En invierno la hacía dormir dentro de la casa para que no se resfriara. Un buen día la arropó con la frazada de su cama matrimonial. Su esposa sufrió un ataque de celos y lo arrinconó: "Ya ni me miras. Le dedicas todo el tiempo. No lo soporto más. Elige: o ella o yo". El gallego respondió "mujer, no te pongas así..., son amores distintos".
También son distintas las relaciones entre Fernando de la Rúa con Fernando de Santibañes por un lado y Carlos "Chacho" Alvarez por otro. Es posible que quiera a los dos. Y es verosímil que necesite a ambos. Pero lo cierto es que a uno, antes que nada, lo quiere y a otro, antes que nada, lo necesita.
Una de las pocas figuras políticas del radicalismo que tiene entrada cotidiana con el Presidente y cuenta con su permanente aval, describió así su relación con el ex financista, pidiendo reserva de sus señas personales: "De la Rúa me quiere, me escucha, me consulta. Pero es naturalmente desconfiado, aun de mí. Es que sólo confía a fondo en su propia familia, que integran sus dos hijos Antonio y Aíto... y también De Santibañes". La sorpresiva designación del ex financista en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) tuvo para el Presidente dos funcionalidades. La primera fue llenar el gabinete de economistas respetables para el establishment y "los mercados". La segunda, posicionar a su amigo en el quinto piso del edificio de 25 de Mayo al 500, esto es, a menos de cien metros de la Casa de Gobierno.
La designación de Alvarez como vicepresidente obedeció a razones de otro calibre, ligadas al equilibrio interno de la Alianza. Fue desde el vamos una garantía para evitar una fuga de votos frepasistas y para solidificar el compromiso de toda la coalición con el Gobierno después. Además, last but not least, para permitirle a De la Rúa limitar al máximo posible el poder de casi todo el aparato del radicalismo.
Alvarez desató una crisis de gabinete cuando comenzó a responsabilizar (por acción u omisión) a De Santibañes con relación a una operación que incluyó publicaciones con intromisiones en su vida privada. El Presidente viene intentando calmar a Alvarez. Primero procuró, vanamente, convencerlo de la inocencia del Señor Cinco. Luego le prodigó gestos de confianza: lo hizo el viernes pasado cuando fue a buscarlo al Senado para entrar ambos juntos a la Casa de Gobierno y, según informa la nota central de esta página, también le ofreció conceder al Frepaso un puesto en la SIDE. Un espacio que, reconocen fuentes cercanas a Alvarez, el partido minoritario de la coalición gobernante no reclamó con énfasis (o quizá no reclamó tout court) cuando se conformaba el equipo de gobierno.
Algunos atribuyen esa desidia a un proverbial desdén de Chacho por esas pequeñas batallas. Otros, chachistas de la primera hora, le recriminan al actual ministro de Trabajo Alberto Flamarique, principal operador del Frepaso, no haberse interesado en esa tarea que --según ellos-- Alvarez le encargó en los pasillos del Hotel Intercontinental.
De ser aceptada, la propuesta presidencial implicará una suerte de reparación a Alvarez sin tener que prescindir de los servicios del actual jefe de la SIDE. Más peliagudo sería un escenario en el que el vicepresidente rehusara el convite. Y puede que así obre al menos por dos razones: a) por considerar magra la reparación, b) por sopesar como un presente griego hacerse corresponsable --en minoría y por abajo-- de la gestión de una SIDE conducida por quien considera un adversario y a quien muchos frepasistas sindican como un incompetente. En ese supuesto seguiría pendiente la resolución de un conflicto institucional que, según Alvarez, no es consecuencia de una disputa ideológica con el fundamentalismo liberal del Señor Cinco, sino de la pérdida de las mínimas confianza y solidaridad políticas.
Los personajes de los chistes se desvanecen cuando se relata el final. Nunca se sabrá qué pasó entre el gallego, su mujer y la vaca. Más pronto que tarde se conocerá si De la Rúa consigue resolver la encerrona que le produce el enfrentamiento entre uno de sus mejores amigos y su mejor aliado.
  

 

PRINCIPAL