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PONTAQUARTO, EL HOMBRE FUERTE
 DEL SENADO QUE CONECTA A LOS DOS PODEROSOS 
Puente de plata entre Genoud y Alasino

Nada en el Senado puede hacerse sin el radical José Genoud y el peronista Augusto Alasino. Y tampoco sin su operador: Mario �Tato� Pontaquarto, el secretario parlamentario.

Pontaquarto, la llave de todo. José Genoud, su padrino. Augusto Alasino, gran amigo.

Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) �¿Cohecho yo para merecer esto?�, tituló con ingenio El Civismo, el periódico de Luján, el último miércoles. La nota ligaba el escándalo del Senado, las presuntas coimas y el anónimo lleno de datos y cifras con un personaje muy conocido en Luján que recién ahora pasará a ser noticia nacional: Mario Pontaquarto. Empleado del Senado desde 1983, en diciembre último �Tato� Pontaquarto llegó al cargo más alto al que podía aspirar, la Secretaría Parlamentaria, de la mano del radical José Genoud y el peronista Augusto Alasino, el antiguo apóstol de Carlos Menem. Los tres forman hoy el poder real del Senado, y nada puede hacerse sin que los tres lo impulsen, lo controlen o, como mínimo, decidan ignorarlo. 
Pontaquarto es cualquier cosa menos un apartidario. Aunque tiene menos de 40 años, es un antiguo militante radical que preside en Luján el Ateneo �Sergio Karakachoff�, por el valiente abogado de la UCR platense que fue víctima de la dictadura. En General Rodríguez, donde vive, muchas veces prestó el quincho de los ferreteros Costalonga, de la familia de su mujer, la ex Miss Primavera de la zona Silvana Costalonga, para asados de Franja Morada o la UCR. 
Los vecinos describen a los Costalonga como una típica familia de clase media, bien de pueblo, y comparan su argentinísimo destino de estancamiento con el progreso de Pontaquarto. �En Navidad, de la sidra al Chandon�, dicen, como quien dice, en Rodríguez. Y sitúan el punto más alto del progreso en 1998. 
Por esa época �Tato� progresaba en el Congreso, donde había llegado a ser el hombre fuerte de la DAS, Dirección de Ayuda Social, la poderosa obra social del parlamento. En ese momento, con Carlos Ruckauf de vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, fortaleció aún más sus relaciones con el peronismo mientras se ofrecía a unos y otros como el funcionario capaz de poner un poco de orden gracias a un economista mendocino, Raúl Baglini. Es que Pontaquarto, radical bonaerense, opera en rigor como un mendocino en la Capital Federal. Cuando va a Mendoza para en casa de Baglini �a quien amigos y enemigos elogian como polemista y hábil emprolijador de desprolijidades� y en política responde ciegamente a Genoud. 
Discreto, 52 años, casado con una profesora de francés, tres hijos, balbinista, golfista, vicegobernador en 1983, senador desde 1986, con deseos de renovar la banca en 2001 o ser candidato a gobernador en 2003, Genoud manejó el bloque radical del Senado entre 1992 y 1999 y aún sigue haciéndolo hoy en las sombras. Articulado sin ser brillante, en la sesión del jueves a la madrugada con Alberto Flamarique, otro mendocino, delante suyo, Genoud fue quien quiso cerrar la ronda de oradores banalizando la sospecha de la extorsión con el argumento de que, siempre que hay leyes importantes, hay suspicacias. Y al día siguiente en Página/12 no ocultó su enemistad con Carlos �Chacho� Alvarez. �Es nuestro fiscal�, ironizó.
Genoud adora a Pontaquarto por su compromiso con él, su relación fácil con Alasino y buena parte del bloque justicialista y su carácter siempre expansivo, tan distinto al del senador. Son dos almas gemelas que conocen como pocos la cámara (�Tato� prefiere lo terrenal a la especulación política) y pueden interpretar tangos en el restaurante Bardiner con uno cantando y otro, Genoud, actuando como si tuviera un fueye entre las manos. Por eso Genoud se empeñó en que Pontaquarto alcanzara la Secretaría Parlamentaria, un cargo con nivel equivalente al de secretario de Estado e importantísimas funciones de coordinación entre los presidentes de los bloques y las autoridades del Senado. Después del triunfo de Fernando de la Rúa, la Alianza decidió que Genoud sería presidente provisional del Senado, el segundo hombre en la sucesión del Presidente de la Nación tras el vice. Para las funciones de segunda línea, el Frepaso eligió quedarse con la Secretaría Administrativa, que fue para el abogado Ricardo Mitre, un viejo amigo de Alvarez que dejó la actividad privada para ayudarlo. La UCR tomaría la Secretaría Parlamentaria.
�Lo ponemos al patotuerto éste, ¿no? �dijo después Humberto Salum, de la UCR jujeña. 
Los senadores se miraron. Ni siquiera los del noroeste tenían registrado nada parecido a �patotuerto� en su lengua cotidiana y no sabían que Salum quisiera desmerecer a �Tato�, sino más bien lo contrario. El senador solo había querido hacer un juego de palabras con el apellido de Pontaquarto. Un gesto de confianza, y de paso bajarle el precio a la decisión que debían tomar.
�Sí, pongámoslo �se apuró Juan Ignacio Melgarejo, de Santa Cruz.
Un silencio que dos senadores presentes describieron a este diario como denso hizo las veces de aprobación. 
Fue el mismo silencio que volvió el miércoles último, cuando en medio del escándalo Alvarez reunió a la Comisión de Labor Parlamentaria. Preguntó si alguien tenía el anónimo encima. Todos lo negaron. 
�Circula en la Sala de Periodistas �dijo un senador.
�Chacho� envió a Alejandro El Gordo Colombo, prosecretario parlamentario, a buscar una copia. Un diario que no es Página/12 publicó al día siguiente que, después, Alvarez hizo leer el papel a Pontaquarto, que según el diario figuraba allí en un papel protagónico. Pero las cosas no sucedieron así sino de otro modo. Fue el propio Alvarez quien leyó el papel para sí mismo, haciendo comentarios ante cada nombre.
�Che, Constanzo, a vos te nombran como siete veces. ¿Tenés un 405? Vos, Galván, te salvaste. Ni te nombran. Tato, ¿vos tenés un 406? �preguntó a Pontaquarto, que tiene un 406.
Para ponerlo en la forma de expresión habitual estos días: en el anónimo, que Genoud y Alasino calificaron de �bazofia�, el presunto dinero de las presuntas coimas habría sido trasladado en un Peugeot 405 y en un Peugeot 406.

 


 

�NO TENGO NADA QUE OCULTAR�, DIJO PONTAQUARTO
La declaración de bienes que no llegó

Por M.G.

El viernes a las 17.55, como registra el pedido número 8450 en la Mesa de Entradas de la Secretaría Administrativa del Senado, Página/12 presentó una solicitud escrita para conocer la declaración de bienes de Mario Pontaquarto. Cualquiera puede hacerlo. Por ley, es de acceso público. Las empleadas lo reconocieron amablemente y solo agregaron que un trámite reglamentario interno determina que la copia se obtenga recién en tres o cuatro días. 
A las 18, este diario preguntó a funcionarios del Senado si podían acelerar la entrega de la documentación. 
A las 18.10 llegó la respuesta:
�Efectivamente hay un trámite a seguir, pero el señor Pontaquarto nos informó que tiene toda la voluntad de aportar información. Pueden llamarlo. 
Habían pasado solo 10 minutos. La rapidez indica que el Senado ha cambiado de ritmo después del Huracán Chacho. En una semana pasó de manejar tiempos de la república romana al vértigo de la política argentina. 
�¿Entonces nos va a mandar su declaración de bienes? �preguntó este diario telefónicamente a Pontaquarto. 
�Sí, porque no tengo nada que ocultar. Lo mismo le dije al jefe de la Oficina Anticorrupción, el doctor (José Luis) Massoni, cuando me presenté allí aunque no estaba obligado a hacerlo, solo para colaborar. Hay un solo problema.
�¿Cuál?
�Que como soy secretario parlamentario y éste es un cargo elegido por el cuerpo la entrega de mi declaración de bienes está sujeta a ciertos pasos. Consulté aquí en el Senado y no quiero ser yo quien rompa las normas.
�Bueno, eso se soluciona. Si no quiere forzar el reglamento usted puede mandarnos el original que presentó. Después lo cotejaremos con el que nos dé la Secretaría Administrativa, pero así usted cumple con su idea de informar velozmente. 
�Le voy a preguntar a mi secretaria si acá tenemos el original. 
�Gracias. Si lo tiene, envíelo.
El original de la declaración de bienes de Mario Pontaquarto nunca llegó. 

 

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