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ANA CACOPARDO, CONDUCTORA DE “HISTORIAS DEBIDAS”
“Mi sueño es Juan Gelman ”

El programa de Canal 7 propone una especie de paréntesis en el ritmo televisivo para detenerse en personajes que escapan a la fauna del medio.

Cacopardo dice que en TV los entrevistados son figuritas repetidas
“Nos debemos programas de entrevistas donde se investigue”, analiza.


Por Angel Berlanga

t.gif (862 bytes) La idea de “Historias debidas” es tan sencilla que casi se explica con el título y con la interpretación que el oído puede darle a esas dos palabras para transformarlas en tres. En Canal 7, cada jueves a las 23, el programa salda una deuda y despliega una historia de vida. La idea fue de Ana Cacopardo, encargada de la entrevista: el bar cerrado que oficia de escenografía, una musicalización y una iluminación intimistas y unas fotos de álbum familiar contribuyen a potenciar la historia narrada por el protagonista. Por alguna u otra razón, las personas que concurren a ese bar no suelen aparecer por el calidoscopio televisivo. Y a esta singularidad se le agrega otra: una conductora/ anfitriona/ entrevistadora que despliega su oficio en segundo plano.
–¿Por qué se deben estas historias?
–El nuestro es un país con poca memoria. Cuando se analiza a quiénes se les da el micrófono en TV se encuentra a los mismos personajes que circulan por todos los canales, respondiendo las mismas preguntas y dando las mismas y previsibles respuestas. Nos debemos programas de reportajes donde se investigue. Y una conducción que no sea histriónica, que no pretenda ganar el protagonismo que debe tener quien viene a contar su historia. 
–¿Y cuáles son esas historias?
–Hay que descubrirlas, todo el tiempo. Muchos de los invitados, como Enrique Medina, Osvaldo Bayer o Miguel Angel Estrella, son de agenda pública. Pero la propuesta que se les hace es distinta, porque no queda sólo la anécdota individual: siempre aparecen las circunstancias, la historia colectiva, atravesando a cada personaje. Esos dos ejes, la historia personal y la colectiva, estructuran el reportaje. Estos relatos a veces aparecen en los medios, pero transitan distinto, cortito, o en contextos poco propicios. Las historias que se cuentan, las que descubrimos todo el tiempo, tienen que ver con la cultura solidaria, con gente que es fiel a sí misma y se banca hacer memoria.
–¿Qué le dejan los entrevistados?
–Muchas preguntas. Los que más me atraen son los que tienen una ruptura en su vida, hicieron crac, y tuvieron la valentía de bancarse la crisis y ser lo que son. Cada reportaje me deja un legado de preguntas, de admiración por la valentía y la coherencia. Muchas veces me queda la sensación de que la vida de uno es una frivolidad al lado de algunas historias. Estuvo Naty Petrosino, una mujer que fue modelo y actriz y en un momento de su vida, sin estructura y sin iglesia, montó una obra y terminó dándole de comer a 7000 personas en Bahía Blanca. Y cuando vio que eso se institucionalizaba se fue al Chaco a laburar con los indígenas.
–¿Cómo definiría su estilo como entrevistadora?
–Buscaría tres o cuatro calificativos: respetuoso, informado, sensible... cálido. No hago una entrevista agresiva. Durante mucho tiempo hice periodismo político y ahí abunda la pregunta agresiva, efectista, comerse crudo al entrevistado. No es mi estilo.
–¿Cómo se siente en Canal 7?
–Estamos cómodos, porque pudo armarse un equipo y se entendió la idea del programa, que tiene una precondición: detenerse en el medio del vértigo y de la picadora de carne que es la rutina de producción en la TV. Detenerse también quiere decir que las grabaciones son una misa y hay silencio absoluto en el piso, que hay una búsqueda del gesto del invitado, que las cámaras espían y no invaden. Ante todo, “Historias...” es un laburo colectivo. 
–¿A quién no entrevistaría y a quién ansía entrevistar?
–Mi sueño es Juan Gelman, por su obra y por su vida. Me daría gusto y placer entrevistarlo. En cambio, no entrevistaría, ni daría medio segundo de cámara, a ninguno de los genocidas de la dictadura militar.

 

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