Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

�Bioy encarna el país que que pudo ser y no fue�

En el libro �Palabra de Bioy�, el periodista Sergio López pasa en limpio sus conversaciones con el escritor, de las que se extraen jugosas apreciaciones sobre política, cine, mujeres y escritores varios.
Bioy sorprendió a López por su humildad

Por Verónica Abdala

Sergio López tuvo ocho años de encuentros periódicos con Bioyt.gif (862 bytes)  El periodista argentino Sergio López conoció a Adolfo Bioy Casares en España, en 1990, cuando a éste le fue concedido el Premio Miguel de Cervantes. Bioy confesó por aquellos días que el reconocimiento, el máximo de la lengua castellana, lo fascinaba, básicamente, porque consideraba que al autor de El Quijote “le debía la literatura, y por lo tanto la vida”. López, que admiraba desde muy joven al autor de La invención de Morel, Plan de evasión y El sueño de los héroes, y que había leído todos sus libros, sintió la necesidad de conocerlo mejor y, aunque le pareció más que improbable la posibilidad de que Bioy se interesara por algo más que una entrevista de rigor con motivo del Cervantes, le planteó, vacilante, escribir en conjunto un libro de conversaciones. Sabía que la idea sonaba descabellada –¿por qué motivos se prestaría el escritor, a esa altura de su vida, al esfuerzo mayúsculo que suponía iniciar la extensa serie de entrevistas que el proyecto requería?– y, sin embargo, se arriesgó. “Si le parece, empezamos mañana a las once”, fue la sorpresiva respuesta de Bioy. A ese breve intercambio de palabras, siguieron ocho años de encuentros periódicos, casi todos ellos en la casa porteña del escritor, en los que ambos dialogaron largamente sobre la política, el cine, las mujeres, las corrientes y los estilos literarios, Jorge Luis Borges, Silvina y Victoria Ocampo, la muerte, el oficio de escribir, las obras propias y ajenas. Esos diálogos son los que componen Palabra de Bioy, un libro que acaba de publicar editorial Emecé.
–¿Por qué cree que Bioy aceptó la propuesta?
–Puede parecer extraño, pero yo creo que se sintió muy halagado por el hecho de que un chico joven se interesara en él, y hubiera leído toda su obra, de una manera aceptable.
–¿Por qué escribió en el prólogo: “Con Bioy murió una manera de estar en el mundo”?
–Porque creo que la imagen que un escritor deja de sí mismo es también parte importante de su obra. En ese marco, Bioy encarna para mí la Argentina que pudo ser y no fue, a través de una serie de valores que se desvanecen: la cortesía, la discreción, la austeridad, la humildad. El en sí mismo es un valor que ya no está, es el referente de una época que se nos escurrió de las manos.
–A lo largo de las conversaciones que mantuvieron, ¿qué aspectos descubrió de la personalidad de Bioy que no imaginaba de antemano?
–Nunca imaginé que fuera a tal punto humilde. Sincera y profundamente humilde. También su inteligencia, que descolocaba pero sin incomodar, y la gratitud de aceptar con humor y agradecimiento todo lo que le había deparado la vida.
–A pesar de que en los años en que usted lo entrevistaba perdió a su mujer, y poco después a su hija...
–Sí, y sin embargo, él lo aceptaba, con dolor, pero con estoicismo y resignación. En ningún momento hizo un tema de aquel drama. Supongo que agradecía que alguien fuera a su casa y lo distrajera. Era muy discreto en relación a su dolor, y yo se lo respeté en todo momento.
–¿En qué medida estas muertes lo afectaron, y cómo se traducían esos cambios en su conducta cotidiana?
–Yo creo que lo volvieron un hombre más triste pero, sobre todo, más tolerante. El dolor aplacó su carácter y relativizó algunas de sus certezas.
–¿Hubo algún otro tema sobre el que Bioy hubiera preferido no hablar?
–Sí, su relación con las mujeres. No hacía alarde de las numerosas historias que había vivido, todo lo contrario. Era un caballero, y se reservaba ciertas zonas, que quedaban selladas.
–En sus últimos años, ¿sentía culpa por sus antiguas infidelidades a Silvina, le pesaban sus aventuras?
–Puede que en parte sí, para con Silvina. Pero no dudo que, de volver a nacer, hubiera hecho todo del mismo modo. Mi impresión es que él sabía quela vida a menudo es muy complicada, y pensaba que esas historias eran el resultado de esa variable. Por eso no hacía alarde de todo aquello. Esos temas, como el de la identidad, están también en su literatura. El nos pregunta desde sus libros: ¿somos los mismos a los 20 años, a los 30 y a los 40? ¿Podríamos ser los mismos?
–Sus palabras, en el libro, prueban que, pese a todo lo que le tocó vivir, era un hombre que estaba plenamente satisfecho con la vida que había llevado...
–Por supuesto: tuvo una vocación, de la que disfrutó hasta sus últimas horas, una vocación sin fecha de vencimiento, no tuvo problemas económicos, pudo tener una vida activa, en todo sentido, fue favorecido con la aprobación de las mujeres, y tuvo la increíble suerte de tener amigos como Borges. Yo creo que era honesto cuando decía, en una de las charlas, que sin condiciones hubiera firmado un contrato de inmortalidad.
–La relación con Borges los enriqueció de manera recíproca...
–Sí, Borges aprendió de la llaneza de Bioy en cuanto al estilo, y Bioy amplió su universo cuando conoció los universos de Borges.
–¿En qué medida cree que este tipo de libros puede colaborar con la mayor comprensión de la obra de un escritor y de su persona?
–No sabría responder eso. Supongo que pueden ayudar en la medida en que no se conviertan ni en una cadena de chismes ni en un interrogatorio policial. La clave de un buen reportaje es saber prestar atención, es querer llegar a la verdad que se esconde tras las palabras. No caer en la obsecuencia. Escribir y no conformarse con transcribir. Ser veraz. Entretener sin distraer. Ser honesto, por sobre todas las cosas.

De Joyce a Buenos Aires

- “El Buenos Aires de cada uno es el barrio de la infancia. La patria es el barrio de la infancia.”
- “Borges vivía entusiasmado por la literatura, y uno admiraba ese entusiasmo. Alguna vez dije que él era la literatura viviente, y me parece que es la pura verdad.”
- “Cuando uno se entera de que James Joyce vivía borracho comienza a comprender algunas cosas ¿no? El Ulysses parece escrito por un borracho. Yo creo que su influencia fue nefasta para muchos escritores jóvenes.”
- “Si los escritores son buenos escritores para los lectores, son buenos escritores. Y si en cambio son buenos para una camarilla de críticos, entonces no son tan buenos.”
- “En mi opinión, el único camino para escribir bien es leer mucho y escribir mucho, acertar y, sobre todo, equivocarse.”
- “Yo a veces condeno toda mi obra. Pero es que a veces me olvido de que existe Dormir al sol, que quizás la justifique.”
- “Un estúpido nunca podría escribir un ensayo que no fuera estúpido, y sin embargo sí podría escribir una linda novela.”
- “A la muerte le temo sólo en parte. Es decir, puedo temerle al dolor, o al sufrimiento, pero nunca a la idea de desaparecer para siempre.”

 

 

 

PRINCIPAL