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Desarrollo en el Mercosur, según
el país desde donde se lo mire

Cuatro economistas debatieron las condiciones que ofrece el bloque regional para el desarrollo y sus trabas. Unos apuntan contra el liderazgo �localista� de Brasil; otros, a la política cambiaria argentina.

Economistas de Uruguay, Chile, Brasil y Argentina protagonizaron el debate en la Fundación OSDE.


Por Claudio Scaletta

t.gif (862 bytes) �Brasil obtiene ventajas de su liderazgo, pero sin querer pagar costos�, dijo el economista uruguayo José Manuel Quijano. �¿Por qué esa preferencia staliniana por la industria?�, se preguntó a su turno Patricio Meller de Chile. �El tiempo del consenso de Washington terminó: hay una nueva legitimidad para las políticas de desarrollo�, dijo el brasileño Pedro da Motta Veiga. Así, los intereses emergentes de las realidades internas de cada país del Mercosur y el viejo debate sobre el desarrollo, postergado por la lógica dominante de los mercados financieros, lograron imponerse por sobre los discursos técnicos de los expositores del seminario �Mercosur: un desafío posible y necesario� organizado por la Fundación OSDE.
En la apertura del debate �y ante una audiencia que, mayoritariamente, aplaudió por igual los énfasis de todos los discursos, sea el �aperturismo� sin matices de Meller o el �industrialismo� moderado de Da Motta Veiga�, Quijano, que actuó como moderador, intentó resumir el porqué de la conformación de bloques regionales: la vocación industrialista y el aprovechamiento mutuo de los procesos de aprendizaje interno en busca de una mayor competitividad fue el eje encontrado. En cuanto a las fortalezas y debilidades de la Unión Aduanera, consideró a la gestión del proceso de integración como su flanco más vulnerable. También señaló a un responsable: Brasil, al que acusó de ejercer un liderazgo errático e irresponsable.
Contra la respuesta que podría haberse esperado, Da Motta Veiga compartió la crítica al liderazgo ejercido por Brasil, pero destacó la existencia de un cambio de mirada. Sin embargo, objetó la actitud ambivalente de su país: �No puede ser que Brasil defienda las salvaguardas cuando negocia en el ALCA y las condene cuando discute en el Mercosur�, sostuvo. También llamó a �desarmar la agenda conflictiva�, pues �no tiene sentido discutir temas insolubles como los del azúcar�, concluyó.
A su turno, el histriónico Patricio Meller apuntó sus dardos contra el �liderazgo de Brasil� y contra el �industrialismo�. �Si Brasil cree que el Mercosur es un instrumento para mejorar su competitividad externa, me preocupa�, afirmó. �Brasil tiene que poner todos sus huevos en la canasta del Mercosur. Yo no quiero un líder que tenga una visión tan local, sino continental�, enfatizó arrancando el aplauso del auditorio.
Respecto del industrialismo, Meller no dejó espacio para las medias tintas. �¿Los acuerdos de libre comercio son para industrializarse? ¿Para qué queremos la tecnología moderna?�, inquirió. �¿Acaso la que está acá (en referencia al aparataje electrónico utilizado para la puesta en escena de la conferencia) la produjo la industria local, o es importada? ¿Por qué es mejor exportar 100 millones en computadoras que en uvas?�. 
Tras tantas preguntas, y para evitar que su discurso se disuelva en una polémica decimonónica, describió largamente toda la tecnología �de punta� que hay detrás de la producción agraria en la que Chile ha diversificado sus exportaciones. Para terminar, Meller destacó que el problema de fondo del Mercosur no estaba en el nivel de los aranceles, sino en las barreras paraarancelarias y las diferencias entre los regímenes cambiarios de los distintos países. El tipo de cambio fijo de Argentina �genera inestabilidad en la región�, se quejó.
Fue a Roberto Bouzas a quien le tocó responder las afirmaciones de Meller. El economista de Flacso destacó que el arancel único de Chile era resultado de una larga y dolorosa reconversión y que, en todo caso, era adecuado a un país chico, no para países con estructuras industriales más complejas, como Brasil y, �salvando las distancias�, Argentina. En cuanto �a que no podemos funcionar con distintos regímenes cambiarios, lo que digo es que vamos a tener que funcionar�. En este punto explicó que deben buscarse formas de compensación frente a la existencia de shocks cambiarios y convergencia fiscal. Bouzas consideró que hablar de �culpas� (de Brasil) era incurrir en una lógica equivocada. �Tenemos que pensar en términos de intereses y no de culpas. En el Mercosur todos tenemos problemas pendientes y yo prefiero verlo como un proceso de aprendizaje�. En el final, el tono fue optimista: �La interdependencia ya no tiene vuelta. El Mercosur es una región que se está construyendo y éste es su sentido. Creó una serie de nexos y vínculos que están aquí para quedarse�, concluyó Bouzas.
El punto en que todos coincidieron es en que terminó el tiempo de la retórica y de �listar las dificultades� para dar lugar a una verdadera política de integración.

 

 

Protección y apertura

Frente a las críticas efectuadas al proteccionismo de Brasil como factor disolvente dentro del Mercosur, el economista Pedro da Motta Veiga destacó la transición de su país desde el proteccionismo �duro�, que fue su tradición hasta fines de los �80, hacia sus actuales más moderadas políticas activas. No obstante, Da Motta Veiga consideró que la apertura realizada por Brasil durante la década del 90 �fue más cautelosa que la realizada por otros países de la región y más adecuada a la realidad de su industria�. Para el economista, la diferencia es que Brasil tuvo y �tiene una estrategia de desarrollo de largo plazo�. �La etapa del Consenso de Washington, de la globalización triunfante, ya pasó y hay una nueva legitimidad para las políticas de desarrollo�, reafirmó.

 

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