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“LUCRECIA, LA HIJA DE SATANAS EN EL VATICANO”
Enigmas de una mujer fatal

Un documental que emitirá mañana la señal TV Quality indaga en la vida de Lucrecia Borgia y en los excesos de la Iglesia de su tiempo.

Por Verónica Abdala

t.gif (862 bytes)  ¿Una dama culta de enigmática belleza que respondió como pudo a quienes la rodeaban y a los mandatos de la época en que lo tocó vivir, o una ramera despiadada, bruja y envenenadora, que tuvo hijos con su propio padre y mantuvo relaciones sexuales con su hermano durante décadas? Es más lo que se desconoce que los datos probados que se tienen sobre esa mujer llamada Lucrecia Borgia, hija del papa Alejandro VI y hermana de César –el segundo de los cinco hijos que Rodrigo Borgia tuvo con Vannozza dei Catanei–, un hombre ambicioso e inescrupuloso al que se estima autor de la muerte de más de 35 personas, e “inventor” de un poderoso veneno fabricado en base a arsénico, menudos de pollo en descomposición y vino. Lo cierto es que, si como piensa la periodista española Rosa Montero, “hay una historia que se desconoce y es precisamente la que se puede rescatar aguzando el oído y escuchando los susurros de las mujeres”, la de Lucrecia retrata como pocas las formas en que se manejaba la Iglesia durante la segunda mitad del siglo XV, particularmente durante el papado de su padre. “Lucrecia, la hija de Satanás en el Vaticano”, el documental que emitirá la señal TV Quality mañana a las 20, en el marco de su ciclo Sphinx, indaga en la sangrienta historia de intrigas y perversión de una familia decididamente atípica, haciendo hincapié en el desenfreno sexual de sus integrantes. “Lucrecia, la hija de Satanás...” describe también las sucesivas maniobras que Alejandro VI implementó hasta convertir a su hija en un eslabón clave de su ascenso político y el de su hijo César.
Durante los años que duró su mandato como sumo pontífice, Alejandro VI –que había comprado los 14 votos necesarios para asumir el cargo– disfrutó de una vida digna de un rey mundano, más que de un religioso, e incluso de un auténtico obseso sexual. Cuenta la leyenda que gozaba de los espectáculos y recitales que le organizaban para que pasara el tiempo libre y que, no conforme con eso, solía sumarse a las borracheras de sus más próximos colaboradores y presenciar orgías junto a sus hijos. El documental sostiene que era común que sus asistentes regaran sus habitaciones con castañas tostadas para que un grupo de prostitutas y bailarinas contratadas las recogiera del suelo, desnudas, por supuesto. Varios años antes, Rodrigo Borgia (tal era el verdadero nombre del papa Alejandro VI) ya era conocido entre sus pares por promover ese tipo de rutinas. Por el tiempo en que se desempeñaba como cardenal organizó, entre otras cosas, una orgía en unas termas italianas, lo que le valió una severa reprimenda de parte de quien por entonces ocupaba el sitial del Papa.
En 1493, Lucrecia, de apenas 13 años, contrajo matrimonio con el que sería el primero de sus tres esposos, un poderoso señor de Pésaro, cumpliendo con un mandato de su padre, que organizó un festejo de inusual despliegue. Poco tiempo después, el mismo Alejandro VI anularía el matrimonio por considerarlo “no consumado” (Lucrecia se declaró virgen) aunque, según opinan algunos historiadores, el verdadero motivo habría sido su intención de liberarse de las trabas que le impedían acercarse a su hija sin que otros “la molestaran”. A los 20 años, Lucrecia cargaba con tres matrimonios –que en todos los casos obedecían a estrictos intereses políticos de la familia, dispuesta a extender su dominio en Italia– y un hijo. Nunca se supo con certeza quién era el padre de la criatura, aunque se sospecha que Rodrigo Borgia también habría tenido responsabilidad en el asunto. Lucrecia murió en 1519, a los 38 años. Su padre había muerto catorce años antes. Previsiblemente, no se despidió sin antes pedir perdón por sus pecados.

 

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