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A LOS 63 AÑOS MURIO AYER BADEN POWELL
Guitarra vas a llorar

El excepcional guitarrista, uno de los nombres emblemáticos de la bossa nova, si se toma en cuenta que compuso �Berimbau�, �Samba da bençao� y �Saravá�, sufría una grave afección en los pulmones.

Baden Powell escribió grandes canciones junto con Vinicius.
El público argentino pudo disfrutarlo
en dos visitas, en 1994 y 1995.


Por Fernando D�Addario

t.gif (862 bytes) Es casi un lugar común aclarar que la santísima trinidad de la bossa nova está conformada por un poeta (Vinicius), un compositor (Jobim) y un intérprete (Joao). Debajo de este bloque de veneración monolítica asoma Baden Powell, un músico menos favorecido por la leyenda, aun cuando dos de estas facetas (la de compositor e intérprete) lo tuvieron como un representante de calidad excepcional. Puede esperarse, de todos modos, que el panteón mitológico de la música popular brasileña le reservará un lugar privilegiado: falleció ayer a los 63 años en un hospital carioca, a causa de una afección pulmonar que lo tenía a mal traer desde hacía un buen tiempo.
Baden Powell, autor de clásicos indestructibles como �Berimbau�, �Tempo feliz�, �Canto de Ossanha�, �Samba de bençao�, �Samba em Preludio� o �Saravá�, entre muchos otros, llevaba consigo la extraña paradoja de mostrarse públicamente con una sobriedad casi ascética, sin una palabra de más, al tiempo que ofrecía una música expansiva, colorida, en algún punto ajena al intimismo confesional de la bossa nova. Llegó a ser uno de sus máximos cultores, pero, a diferencia de Joao, que hizo de la �escasez de recursos� (con las comillas bien grandes) un estilo universal, Powell extrajo del samba y de la bossa un modo de interpretación �virtuoso� (de nuevo, aquí, las comillas). Acaso su formación clásica, más estrictamente ligada a la música barroca, y su admiración adolescente por Thelonius Monk y Miles Davis hayan modelado una concepción erudita del folklore afrobrasileño, sin que el mestizaje entre estos dos mundos lo condujera a la hibridación artística.
La gente recordará fundamentalmente su exquisita relación musical con Vinicius. El poeta era 25 años mayor que él, pero tres elementos acercaron naturalmente sus realidades opuestas (Vinicius era hasta entonces diplomático): la música, la poesía y el whisky. Dicen que Vinicius lo descubrió en un boliche carioca de mala muerte, lo invitó a su casa y prácticamente lo �secuestró�. Estuvieron allí casi cuatro meses encerrados, donde solo se dedicaron a tocar, escribir y tomar. Un puñado de canciones bellísimas y una internación por los excesos etílicos constituyeron el legado de esa extraña asociación.
A diferencia de otros músicos brasileños de su generación, y quizá debido a su perfil (solía decir que su principal referencia era la escuela española, y particularmente el guitarrista y compositor Rodrigo Tárrega), su fama no llegó inmediatamente al Carneggie Hall de New York sino a los más prestigiosos reductos jazzeros de Europa. Vivió 20 años en Francia, luego pasó por Alemania y, en los últimos tiempos, la saudade lo había devuelto a su querida Río de Janeiro. Entre sus logros merecen citarse el premio de artista revelación en el Festival de Berlín de 1967 y el éxito de �Samba da bençao� como banda de sonido del film Un hombre y una mujer, del francés Claude Lelouch. No se pasó la vida grabando, y buena parte de su obra fue puesta a resguardo a través de recopilaciones, registros de sus conciertos y colaboraciones con otros artistas. 
Pese a su reconocida carrera internacional, y a la institucionalización de la Argentina como �segunda patria� de la música popular brasileña, Powell sólo pasó fugazmente por el país en la época dorada (aquellas presentaciones en La Fusa, en los �70, y como acompañante de Vinicius) y calmó la ansiedad de sus ya resignados fans recién en 1994 y 1995, con una serie de soberbias presentaciones en Oliverio. Cuando cerraba una de ellas, con el ineludible �Samba del saravá�, luego de los saludos de rigor (dedicados alternativamente a Jobim, Joao, Chico, Milton, etc.), le dejó al público la frase: �La vida es el arte del encuentro. Lo más importante es que la emoción sobreviva�. 

 

 

Una aventura personal

Por Manolo Juárez
A diferencia de lo acontecido en el tango y en el jazz, donde el piano (y no lo digo porque yo toque el piano) fue un factor fundamental de la evolución armónica, en la voz nueva (bossa nova) la guitarra tuvo un rol preponderante. Entre los iniciadores de ese movimiento musical, que se esparció por su propuesta válida y renovadora la figura de Baden Powell, es un hito fundamental. Todas sus interpretaciones tuvieron una constante: no atarse nunca a las estructuras, por su naturaleza abierta. En su guitarra, cada ejecución, ya sea en temas propios o ajenos, se convierte en una aventura personal. Pero más allá de lo musical, la noticia de su muerte me dio mucha pena. Pero parece que es así: los hijos de puta como Pinochet siguen vivos y la gente que vale la pena se nos va.

 

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