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YA SON 36 LOS MUERTOS ARABES EN LA BATALLA POR LA EXPLANADA DE LAS MEZQUITAS
Intifada se reescribe con sangre

Once palestinos, entre ellos dos niños de 10 y 7 años, y un miembro de las fuerzas de seguridad israelíes murieron ayer en una nueva jornada de enfrentamientos sangrientos en Israel y en los territorios ocupados. Pero la Autoridad Palestina acepta un alto el fuego condicionado.

Por Suzanne Goldenberg
Desde Netzarim, Gaza

t.gif (862 bytes)  Desde su fortaleza de cemento, los francotiradores israelíes que infligieron la muerte que se convirtió en el símbolo de estos días de sangre y furia, ayer abrieron el fuego con misiles anti-tanques, haciendo volar en pedazos cualquier esperanza de un fin muy próximo para la violencia en Medio Oriente. La batalla por Jerusalén –como llaman los palestinos a estos enfrentamientos– desencadenó la peor violencia conocida en los últimos cuatro años, y convirtió en mártir a un niño de 12 años. Los 12 muertos de ayer elevaron a 36 el total de muertos palestinos y árabes israelíes desde la provocativa visita del jueves del líder derechista Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas.
Afuera del puesto de mando israelí en Netzarim, donde Rami al-Dirreh, de 12 años, pasó el sábado en una agonía de terror los últimos momentos de su existencia, las renovadas exhortaciones del premier israelí Ehud Barak por un cese el fuego fueron desestimadas. Dos palestinos más murieron aquí ayer y más de 40 fueron heridos. Barak y el líder palestino Yasser Arafat intercambiaron iracundas recriminaciones. La violencia fue extendiéndose. Ayer los enfrentamientos explotaron por primera vez en territorio propiamente israelí.
“¿Un cese del fuego? ¿Cómo puede haber un cese del fuego entre piedras y armas de fuego? Es un buen chiste”, comentó el brigadier general Osama alAli, a cargo de la cooperación de seguridad entre las fuerzas palestinas e israelíes. “La única posibilidad para un alto el fuego es que los israelíes levanten la base militar que instalaron en nuestro territorio. Tienen que levantar la bota con la que están aplastando nuestras cabezas.” Ayer por la tarde, todos los palestinos en Gaza habían visto las conmovedoras imágenes con que la televisión había registrado la muerte de Rami. Impactado por cuatro balas, murió el sábado en los brazos de su padre, después de esconderse detrás de un tanque de agua durante un tiroteo entre soldados israelíes que disparaban desde sus atalayas blindadas y jóvenes palestinos. Su padre, alcanzado por ocho balas, había hecho gestos desesperados a los israelíes para que dejaran vivir a su hijo. Pero los 15 cráteres en la pared que estaba detrás de donde estaban atrapados dejó en claro que las tropas habían dirigido intencionalmente sus ametralladoras hacia padre e hijo. Rami era un blanco de tiro. También fue un blanco el conductor de la ambulancia que murió al intentar acercarse al niño de 12 años. “Rami todavía respiraba cuando acercamos la ambulancia, pero cuando abrimos las puertas empezaron a disparar nuevamente”, dijo Bassam al-Bilbays, que conducía con el médico.
Esto contribuye a explicar porqué, un día después, el general Ali se mostraba poco dispuesto a atender las demandas israelíes de un alto el fuego. Mientras los manifestantes palestinos comenzaban a reunirse, y a vociferar contra los soldados hasta que éstos cambiaron sus balas de goma por otras de plomo, Ali se enfurecía por la presencia de tropas israelíes “en el riñón de Palestina”.
La fortaleza que protege el asentamiento judío de Netzarim en el interior de Gaza,es un símbolo de las frustraciones del autogobierno palestino, y una fuente habitual de fricciones. La semana pasada, un soldado murió aquí, en un preludio para la explosión de furia que el jueves siguió a la visita del halcón israelí Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas. Los palestinos consideraron la visita de Sharon como un símbolo de los reclamos de Israel por su más sagrado santuario, el Haram al-Sharif, donde el profeta Mahoma ascendió al cielo.
“Vemos morir a nuestros hijos y no podemos evitarlo”, se enfurece el general Ali. “Son terroristas. Aunque usan uniformes del ejército, eso es los que son exactamente.” Las protestas atrajeron a los más jóvenes. Ayer niños de seis y ocho años levantaban barricadas de neumáticos ardientes enlas calles de Gaza. En Bourij, donde casi todas las casas tienen una fotografía del Domo de la Roca, todos están convencidos de que Rami es un mártir que murió por Jerusalén. Su madre no quiere contarle a sus cinco hijos menores cómo murió, para evitar que caigan bajo el hechizo del mártir. “Nada bueno va a salir de esto. Tendremos muchos más mártires, y nada va a cambiar”, dice ella.
Y los muertos serán aún más jóvenes que Rami. Entre los que fueron asesinados ayer se contaba un niño de 10 años, muerto por las ametralladoras disparadas desde helicópteros israelís cerca de un enclave judío en la ciudad cisjordana de Nablus. La lucha también estalló en las ciudades cisjordanas de Ramallah y Hebrón y en Jerusalén las fuerzas de seguridad evacuaron a los judíos de su santuario más sagrado, el Muro de los Lamentos, a causa de la tensión.
Lo más preocupante para Barak era el derrame de la violencia al territorio mismo de Israel. Ayer en Nazareth cientos de jóvenes enmascarados arrojaron piedras a la policía israelí cerca del lugar donde los cristianos creen que el arcángel Gabriel anunció a la Virgen María el nacimiento de su hijo Jesús. Un árabe israelí murió y varias decenas fueron heridos en enfrentamientos en la ciudad norteña de Umm al-Fahim.
Sin embargo, Barak fue terminante en sostener que correspondía a las fuerzas palestinas y a Arafat poner fin a la violencia.
En respuesta, Arafat exigió que Israel retire primero sus fuerzas de los puntos de ingreso a las ciudades palestinas, y que aquellas dejaran de hacer fuego sobre su pueblo. Amenazó con varias “medidas” si Israel no detenía la carnicería en 24 horas, incluyendo un reclamo ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Y un anunciado alto el fuego, con la condición de retiro de tropas israelíes y establecimiento de una comisión investigadora, fue sin embargo desmentido anoche por David Zisso, portavoz de Barak.

 

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