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“EXPEDICION ROBINSON”, la APUESTA del 13 para la noche del lunes
En la televisión, sólo se trata de sobrevivir

El programa, que comienza hoy a las 23, adopta la forma del documental, pero insertándose en la tendencia del �reality show�. Dos equipos con ocho participantes cada uno �compiten� por la supervivencia en una isla desierta. El ganador se lleva 100 mil dólares. El conductor, Julián Weich, y el equipo de realizadores explican el espíritu de esta aventura que fue un éxito en Estados Unidos.

Julián Weich es una suerte de nexo entre los participantes y los televidentes.

Por Patricia Chaina

t.gif (862 bytes) Después del éxito de “Gran Hermano” en Europa y de “Sobrevivientes” en Estados Unidos, llega a la Argentina el reality-game-show: “Expedición Robinson”, hoy a las 23, con Julián Weich como conductor y por Canal 13. El programa creado por la productora inglesa Planet 24 se emite en Suecia desde 1997. Y en Dinamarca, Noruega, Bélgica antes de que llegara a Estados Unidos la versión de CBS para convertirse en el éxito televisivo del año 2000: 51 millones de personas sintonizaron el último episodio -.el 23 de agosto– donde Richard Hatch recibió el premio de un millón de dólares. De ahí que España prepare su adaptación –en coproducción con Promofilm– y que para la versión italiana las grabaciones comiencen en 10 días.
La apuesta del 13 tiene que ver con reposicionarse en una franja horaria caliente, después de terminada “Fort Boyard". Cabe agregar que el resto de los canales ofrece productos competitivos a las 23: “Todos al diván” (Azul), “Maldito lunes” (Telefé), “Todo x 2 pesos” (Canal 7) y “Por ese palpitar” (América).
La versión de Promofilm ideada para la Argentina fue grabada en un archipiélago del Caribe, en Panamá. A dos islas pequeñas arriban los dos equipos en competencia, cada uno con 8 participantes, cuando comienza el juego. En otra isla con mínima infraestructura logística –hoteles, aeropuerto, radio, lanchas– se estable la base de producción. A partir de ese momento, por medio de juegos y de un mecanismo de eliminación basado en votaciones secretas de los participantes, se va reduciendo el número de jugadores. Al quedar 8, se unifican en un solo equipo y los juegos pasan a ser individuales. De ahí que la potencial seducción del programa no sólo resida en quién ganará el premio, que aquí es de 100.000 pesos, sino en cómo transitaron esas siete semanas, tanto los jugadores como los responsables de este evento televisivo. De eso hablan en la entrevista con Página/12 Julián Weich, Marcela Campos (directora creativa del ciclo), Luis Fernández (productor ejecutivo) y Juan Pablo Lacroze (realizador).
El programa mostrará, además de los juegos, el día a día de los expedicionarios a través de sus propios testimonios. De ahí que la selección de los participantes se basó “en sus condiciones de salud psicofísica –dice Campos–, pero además en que pudieran desempeñarse como buenos narradores porque el relato de ellos serviría para contar las historias que les pasaban en la isla”. Así “Expedición Robinson” encuentra un formato documental y se inserta en la tendencia del reality show, tan de moda.
Con esos elementos, Julián Weich ofrece en cada episodio una explicación de los juegos y un comentario de las situaciones de vida de los participantes: “Julián es el nexo entre el juego y los televidentes y también funciona como garantía por tener relación directa con los participantes en el desarrollo de las pruebas y en el ‘consejo de la isla’ donde los participantes eligen quién se va”, explica Fernández y agrega: “Sin dudas la parte más dura para los equipos es decidir qué compañero se tiene que ir”, admite.
–¿Por qué motivos pueden ser descalificados por el consejo de la isla?
Marcela Campos: –En una convivencia en situaciones extremas, surgen muchos motivos. Ellos eligen libremente por qué echarlos.
–¿No evaluaron que con esa instancia de la competencia, donde ellos deben tomar la decisión de ir dejando afuera a sus compañeros de equipo se potencian valores individuales sobre otros como la solidaridad grupal, por ejemplo?
Julián Weich: .-La solidaridad toma otras formas, está presente en lo cotidiano. Lo demás es un juego, y un juego competitivo, con sus reglas. Algunas duras, porque es cierto que se presenta ahí una situación difícil. Como cuando alguien dice “yo no mataría a nadie” hasta que otro con un revolver le apunta a un ser querido, y uno justo tiene otro revólver, ¿qué hacés? ¿Lo matás, o no? Acá pasan estas cosas, extremas, y uno no sabe cómo va a reaccionar la gente hasta que no está en la situación. M. C.: .-Para nosotros fue un aprendizaje, porque es difícil predecir el comportamiento de la gente. Cada uno fue de distintas maneras en esos días y además la gente es mucho más ingeniosa de lo que uno cree. El contexto de geografía y de intensidad de convivencia provoca en cada uno cosas que desconocía, buenas y malas, muchas buenas.
J.W.: –Nadie empezó a matar gente, por ejemplo... (se ríe).
Juan Pablo Lacroze: –Quizá haya influido el escenario natural y la fantasía colectiva de sobrevivir que sostiene al juego, que le aporta un desafío real: el sobrevivir en una isla desierta, contra las otras variantes de estos programas de entretenimientos basados en la vida real como “Big Brother” (Gran hermano) donde se juega en un lugar cerrado y con muchas cámaras ocultas. Y mientras ahí los que deciden quién deja de jugar son los televidentes, acá, como en “Sobrevivir” deciden los participantes. Es un mecanismo de selección válido, porque esto es una competencia.
Luis Fernández: .-En esa versión del juego el eje es el encierro y giran alrededor de la idea del infierno, acá el estar en contacto con una naturaleza generosa y la historia que cuentan tendrá que ver con lo que cada grupo pudo construir como comunidad y con cómo se relacionaron entre ellos. Y construir no sólo desde lo concreto, que debían decidir a cada momento, cómo hacer el techo de una choza o quién iba a buscar comida, sino qué tipo de reglas de convivencia lograron generar dentro del contexto del juego.
–¿Y los que ganaban qué obtenían?
J.W.: –Depende el tipo de juego. Los juegos de bienestar premian con algo para la isla o personal, para el bienestar de ellos: algún alimento, algo que los beneficie. Los de inmunidad les permite a ellos no ser eliminado de la isla en el próximo consejo.
–¿Cómo se dirime la última etapa?
L. F.: –Cuando se arma un solo equipo, los juegos ya son individuales. Y la resolución final es muy distinta de todas las pruebas anteriores.
J.W.: -.Pero contarla sería adelantar el final de la película.
–¿Qué evaluación pueden hacer sobre el estado anímico de los participantes?
J.W.: –Hay de todo. No fue mejorando o decreciendo, dependía del clima, por ejemplo, de cuestiones personales, si habían ganado estaba contentos, si habían perdido, tristes. O a veces al revés. Dependía de mil variantes.
M.C.: –Hubo una evolución interesante respecto al objetivo del juego. A medida que pasaba el tiempo, se iba perdiendo el objetivo de ganar el dinero del premio. Podría decirse que la fantasía de sobrevivir en una isla desierta funciona.
L. F.: -.El premio deja de ser el incentivo, porque se desdibuja en sus prioridades, no está tan presente como en otros programas.
J. P. L.: .-Llega un punto en que se nota que la experiencia de ganar, por el honor personal, era más fuerte que el premio del dinero.

Todos apuntan al 100 mil

Algunos números para ir poniéndose en clima:
6700 personas se presentaron al casting de jugadores-expedicionarios. 16 fueron los elegidos.
8 integrantes conforman los dos equipos en competencia.
65 argentinos integraron los equipos de producción, más 30 panameños.
50 días transcurren entre el inicio y la jornada de premiación.
13 capítulos durará esta “competencia televisada de la vida real”.
2 son los juegos que se verán en cada uno de esos episodios.
100.000 pesos ganará quien logre sobrevivir siete semanas, en una isla desierta, dice la consigna guía del juego en su versión argentina.

 

 

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