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A DIEZ AÑOS DE LA REUNIFICACION DE LAS DOS ALEMANIAS
Mucho que celebrar, poco, nada...

Al cumplirse una década de la absorción de la ex Alemania oriental (comunista) por la República Federal, las diferencias siguen subsistiendo. Y todo indica que están lejos de zanjarse.

Por Mark Milner
Desde Berlín

t.gif (862 bytes) Hoy Alemania celebra el décimo aniversario de su reunificación. Para algunos, sin embargo, celebrar puede no ser la palabra correcta. El sueño no se hizo realidad. La reunificación impuso una pesada carga al contribuyente de Alemania Occidental. Oficialmente la cifra es de sólo 500 mil millones de marcos alemanes (215 mil millones de dólares), aunque estimaciones menos oficialistas duplican y aun triplican la suma. Pero a pesar del gigantesco flujo de dinero de Occidente a la nación ex comunista, el desempleo en los Länder (estados) uncidos al yugo de la República Federal sigue siendo el más alto, los sueldos son más bajos. Y este subdesarrollo económico, que por cierto no perjudicó, probablemente ayudó al surgimiento de la extrema derecha.
La economía de la vieja Alemania oriental nacida en 1949 era la vitrina del viejo bloque soviético. Su integración a la locomotora de Alemania Occidental no parecía representar un desafío insuperable. Los mercados financieros de Alemania, en estado festivo por la reunificación, casi no pensaron en el tema. Los inversores reñían por treparse a bordo de lo que prometía ser un tren de ganancias fáciles. Una década después, el sentido común quedó patas para arriba. Lejos de fusionarse adecuadamente con Occidente, Alemania oriental se defendía como podía mientras cerraban sus plantas industriales o les recortaban las horas de trabajo y los obreros eran despedidos de puestos que una vez creyeron seguros.
El desempleo en los nuevos Länder está en un 17 por ciento, más del doble del nivel actual en las regiones que pertenecen a la ex Alemania occidental. Durante los últimos cinco años, el producto bruto per cápita estuvo detenido en menos del 60 por ciento que el de Alemania occidental. A los analistas bursátiles les gustaría poder nombrar aunque sea una empresa de Alemania oriental que haya logrado ingresar al índice Dax de las empresas líderes que cotizan en bolsa.
¿Pero por qué la vitrina resultó un fiasco? Dos decisiones adoptadas en medio de la euforia de la unificación tuvieron un gran impacto en la economía de Alemania oriental. La insistencia del canciller Helmut Kohl, en contra del consejo de Bundesbank (el banco central alemán) en una tasa de cambio uno a uno del marco alemán oriental para el marco alemán occidental le hizo ganar votos en el Este, pero hizo que gran parte de la base industrial de los nuevos Länder perdiera su competitividad de la noche a la mañana. Por otra parte, la determinación de los sindicatos de Alemania occidental de que las tasas de los salarios en el Este debían crecer proporcionalmente con los del oeste significaba que los esfuerzos para manejar el tema de la competitividad estaba bloqueado desde el comienzo.
Las empresas industriales de Alemania oriental estaban rezagadas respecto de sus contrapartes occidentales. Tomemos por ejemplo la planta química, naturalmente estatal, ubicada en Schwarzheide. Fue adquirida por BASF, una de las tres empresas químicas más grandes de Alemania occidental, a la semana de la reunificación. Al momento de la compra, la planta empleaba casi a 5 mil personas. Desde entonces, BASF invirtió 2 mil millones de marcos (858 millones de dólares) en el lugar e impulsó la productividad. Pero redujo su personal a 2 mil.
El futuro no es precisamente rosado. Aunque las cifras de la economía resulten distorsionadas por la depresión en el sector de la construcción y a la industria manufacturera le vaya mejor de lo que registran los datos, los analistas coinciden en que sin un programa autónomo y serio para impulsar el crecimiento económico, Alemania oriental seguirá siendo dependiente de Occidente durante muchos años.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

10 años no es nada

En febrero de 1990, el canciller germano-occidental Helmut Kohl obtuvo la unión económica y monetaria de las dos Alemanias, lo que significó de hecho el fin de la soberanía de la República Democrática Alemana (oriental). El 18 de marzo, las primeras elecciones estealemanas pluripartidarias fueron ganadas por el partido democristiano del canciller Kohl bajo la promesa de la reunificación.
El 3 de octubre de 1990, la bandera de la Alemania reunificada ondeó en la Puerta de Brandeburgo, menos de un año después del terremoto político de la caída del Muro de Berlín: el acto simbólico selló el fin de 43 años de Guerra Fría.
La reunificación del país significó al mismo tiempo la aparición en la escena internacional de una nueva Alemania, la de “la República de Berlín”.
Diez años después, en el Este triunfa el desencanto y persiste un alto nivel de desempleo (17% de la población activa).
El PDS –heredero del ex Partido Comunista– es la tercera fuerza política en el Este.

 

 

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