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el Kiosco de Página/12

Peligro de muerte
Por Miguel Bonasso

Al menos dos presos de La Tablada están en peligro de muerte inminente como consecuencia de un paro cardíaco: se trata de Miguel Angel Aguirre y Claudio Rodríguez, que fueron trasladados recientemente desde el nuevo penal de Ezeiza al de Villa Devoto. Según los médicos de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Aguirre y Rodríguez han perdido 20 kilos de peso, tienden a la deshidratación y presentan, desde hace unos quince días signos de hipovitaminosis, hipokalemia e hipocalcemia. Ellos padecen el cuadro más agudo pero todos sus compañeros, incluyendo al anciano Fray Antonio Puigjané, están desnutridos, anémicos, con acidosis, hipovitaminosis y carencia de elementos plasmáticos, lo que haría su tratamiento médico dificultoso ante cualquier complicación. 
Según los médicos, los síntomas que presentan los presos �son superiores a los días que llevan de huelga, debido al poco tiempo de recuperación que han tenido de la anterior, por tal razón el deterioro es más rápido de lo esperado� y se teme que su salud pueda �sufrir un colapso�. La primera huelga de hambre concluyó en julio pasado y se prolongó durante 46 días. Este segundo ayuno lleva ya 32 días. Treinta y dos días en que ninguno de los poderes del Estado cumplió con la promesa que les hicieron a los presos y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH): modificar la ley de defensa de la democracia por la que fueron juzgados sin derecho a la apelación y cambiar así su condición de sentenciados por la de procesados. Lo que permitiría que la gran mayoría saliera en libertad al aplicarles el famoso dos por uno que duplicaría los once años de prisión rigurosa que ya llevan cumplidos.
Realizar tal reforma no implica una graciosa concesión del Gobierno, como quieren hacer creer algunos medios protofascistas, sino una obligación del Estado argentino por los tratados internacionales que suscribió y que, desde la reforma del �94, ostentan rango constitucional. (Por suerte la Argentina aún no ha denunciado el Pacto de San José de Costa Rica como pretenden Herr Ruckauf y más de un militar subido de tono por el guiño cómplice de las altas esferas.) 
Sin embargo, cada jueves se repite la misma escena miserable y grotesca: cuando los diputados tienen que tratar el tema, a gatas si se juntan unos ochenta. El bloque justicialista no baja porque pretende que la cuestión sea resuelta por el presidente Fernando de la Rúa. Pero también suelen faltar �de manera sistemática� unos cuarenta diputados de la Alianza que casualmente son radicales y delarruistas (aunque por ahí también se cuele algún presunto �progre�). No lo dice este columnista: ayer lo denunciaron tres diputados socialistas de la Alianza que merecen destacarse por su decencia cívica: Alfredo Bravo, Jorge Rivas y Héctor Polino.
Es fácil entender por qué cuarenta radicales no bajan al recinto. Las señales que manda el Ejecutivo son elocuentes e inquietantes. Empezando por apañar a un jefe del Ejército que ha resucitado el lenguaje �antisubversivo� que precedió al exterminio. Y siguiendo por otras de menor entidad. Este miércoles un grupo de intelectuales, artistas y religiosos intentó entrevistar al Presidente de la República y éste ni los recibió ni delegó en el ministro del Interior o en cualquier otro funcionario la breve cortesía de una respuesta. El doctor De la Rúa, que hace poco desayunó en la Rosada con José Alfredo Martínez de Hoz, el ideólogo y superministro del Proceso militar, no quiso recibir a los dramaturgos Tito Cossa y Eduardo �Tato� Pavlovsky; a escritores como Noé Jitrik, Rodolfo Bracelli y Tununa Mercado, a filósofos como León Rozitchner y Horacio González, a periodistas que luchan por los derechos humanos, como Vicente Zito Lema o Herman Schiller, a hombres de oración como Luis Farinello, el obispo Aldo Echegoyen, el pastor Ricardo de Luca, el rabino Daniel Goldman o viejas luchadoras como Nora Cortiñas y Tati Almeyda de las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), para citarsolamente algunos nombres de una treintena de personas que fueron maltratados por el personal de recepción de la Casa Rosada. 
El próximo lunes, a las 15 horas, este grupo de gente sin armas, dinero, colágeno ni poder irá al Congreso, a entrevistar a los legisladores y luego, a las 17, insistirá con De la Rúa. Es de esperar que para ese entonces ningún preso haya sufrido un daño mayor. Porque si es así publicaré en esta misma columna los nombres y filiaciones políticas de todos y cada uno de los responsables. Para que la sociedad, o lo que queda de ella, sepa que en esta República de Weimar hay miserables que se esconden en los pliegues de las instituciones democráticas pero conspiran contra la República. Y cobardes que los dejan hacer.


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