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Cada vez que habla en los últimos tiempos, Brinzoni hace más transparente su forma de pensar. Ayer no fue la excepción: “La historia debe escribirse desde la verdad y no desde la facción”, advirtió y llamó a definir “sin hipocresías la verdad histórica”. También hizo propias palabras de la Iglesia y sostuvo que “en este año jubilar somos convocados ‘a demoler el odio y alcanzar la gracia de la reconciliación’. Somos ‘urgidos a sabernos perdonar mutuamente’”. Además de reunir a 1500 militares, Brinzoni logró que en el acto estuvieran presentes unos 3 mil alumnos de escuelas primarias y secundarias formoseñas en virtud del asueto dispuesto por el gobierno provincial. El gobernador Gildo Insfrán acompañó al jefe del Ejército durante la ceremonia, en la cual resultó notoria la ausencia de autoridades nacionales. El ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, concedió una autorización expresa para realizar el acto, pero no concurrió: el martes pasado había tratado de diferenciarse de Brinzoni, al aclarar que le parecía correcto que el Ejército “honre a sus muertos caídos en combate”, pero que “no se puede tomar el acto de reivindicación de hechos de heroísmo y confundirlo con los excesos y brutalidad que han sido sujeto de autocrítica clara, institucional, por parte del arma y que se cometieron en acto de represión ilegal”. De la Rúa adhirió por medio de una carta, que fue leída en el acto y en la cual manifestó que acompañaba el “homenaje y sufrimiento” de la sociedad formoseña por el intento de copamiento al Regimiento de Infantería de Monte 29 del 5 de octubre de 1975. Entonces, un numeroso grupo de Montoneros trató de tomar ese cuartel. El operativo fue denominado “Primicias”, por ser la primera acción armada de esa organización contra un regimiento, e incluyó el secuestro de un avión de Aerolíneas Argentinas que se utilizó para transportar a los guerrilleros y facilitar su escape. El ataque se prolongó durante varias horas y murieron 16 guerrilleros, 10 soldados que cumplían el servicio militar obligatorio, un oficial y un suboficial. También resultaron heridos 18 militares. “5 de octubre de 1975. Domingo caluroso, de siesta provinciana sacudida por el ataque guerrillero al Regimiento de Infantería de Monte 29. La guerra se corporizó en un instante y dejó de ser, para Formosa, algo irreal y lejano”, arrancó Brinzoni. La palabra “guerra” en el primer párrafo fue la primera referencia a una “teoría de los dos demonios” que se repitió el varios tramos de su discurso. Las palabras de Brinzoni demuestran su coherencia –tan sólo una semana atrás cuestionó la detención de militares acusados de violaciones a los derechos humanos en el exterior y adelantó su idea de “asesorar” a los que deban viajar al extranjero– y hacen cada vez más notorio que tiene una visión diferente de la de su antecesor, Martín Balza, sobre el papel de las Fuerzas Armadas durante la dictadura militar. Basta recordar que, en su despedida de la fuerza, Balza destacó que “el subversivo terrorista no tiene responsabilidad institucional, en cambio, el militar debe regirse por códigos” y admitió que “faltó atreverse al juzgamiento legal del oponente. Se optó por recurrir a macabros procedimientos” como la desaparición de personas. “Brinzoni quiere reflotar la teoría de los dos demonios”, coincidieron desde los organismos de derechos humanos. José De Luca, del Movimiento Ecuménico por los Derechos del Hombre, advirtió que “quiere justificar el plan sistemático de represión, pero por más que se haga el buenito, sabemos cómo fueron las cosas”. El titular del Serpaj y Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, consideró “inaceptable que pretendan exhibir que hubo una guerra cuando se trató del genocidio de un pueblo indefenso”. En ese sentido, se preguntó “si los jóvenes de ‘la Noche de los Lápices’, los bebés secuestrados o los científicos y la gente que tuvo que abandonar el país eran terroristas” y explicó que “después del asalto al regimiento de Monte Chingolo la guerrilla ya estaba destruida y lo que vino después fue la aplicación de una política de exterminio para beneficiar a determinados sectores económicos”. Mabel Gutiérrez, de Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, refutó “la teoría de los dos demonios” y la intención de Brinzoni de deslindar la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la represión ilegal: “Los derechos humanos –subrayó– los violan los Estados porque son los obligados a defender a todos sus habitantes. Los civiles cometen delitos”.
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