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LOS DE BIANCHI LLEGAN CON SEIS PUNTOS DE VENTAJA AL MONUMENTAL
River y Boca en el partido del año

El superclásico 2000 tiene ingredientes como para ser un buen partido: la lucha por la punta, el buen momento de los dos y la presencia de todos los titulares en ambos equipos.

Tito Bonano y el Pepe Basualdo, dos referentes. River �tiene� que ganar; a Boca el empate no le disgusta.


 �Hay una deuda�
Por Adrián De Benedictis

Luego de la obtención de los dos últimos torneos, River se puso como objetivo principal volver a lograr el tricampeonato. Pero al mismo tiempo, Boca pretende cortarle esa racha exitosa y recuperar la corona de campeón que cedió en la segunda parte del año pasado. Por ello, uno de los que pretende salir victorioso del estadio Monumental es Roberto Oscar Bonano, arquero de River y de la Selección. Después de la primera derrota en el campeonato ante Chacarita, Tito, como se lo conoce en el mundo del fútbol, busca recuperar una sonrisa similar a la que le iluminó la cara el año pasado cuando River se impuso 2-0.
A pesar del buen funcionamiento que le dan a River el cuarteto integrado por Ortega, Aimar, Saviola y Angel, el arquero es de la idea de que en este caso no importa la forma en que se llega a la meta: �Así River esté último y no pelee por nada, tiene que ganar el clásico. Y si se diera en el caso contrario sucedería lo mismo. Este partido lo tenés que ganar sí o sí. Al hincha no le importa mucho si River juega bien contra Boca, quiere ganar�. Y agrega: �Es una deuda que uno tiene con el hincha, y en este caso una deuda que tenemos con nosotros mismos por querer seguir en la lucha por el torneo, y también por la Copa Mercosur�. 
Comparando las individualidades de los dos equipos, Bonano no encuentra muchas diferencias: �Más o menos, sabemos lo que son capaces de hacer jugadores como Palermo o Riquelme, pero no hay una forma especial de prepararse. Lógicamente, uno toma los recaudos como contra cualquier equipo. Quizá para hoy les prestaremos atención a algunas cosas en particular�. Además, Bonano piensa que en este momento �tal vez River tiene jugadores con más brillo individual, pero mucho tiene que ver lo colectivo�. 
La herida por la eliminación de la Copa Libertadores de este año precisamente ante Boca será difícil de cerrar. Sin embargo, para el ex jugador de Central, eso no pesará en el momento de jugar: �Más allá de que no sea un clásico más, sólo es una posibilidad seria de acortar la distancia y de crecer en la parte anímica. Eso será muy importante para pelear con chances lo que resta del campeonato. Para nosotros sería muy bueno que no se alejen más en la tabla. En definitiva, en el juego no pesará la diferencia de puntos, para nada�.
Mientras el técnico de Boca, Carlos Bianchi, mantiene la incógnita sobre la formación, a Bonano no le preocupa la disposición táctica del conjunto visitante: �No tengo ni idea qué planteo utilizará Boca, pero a nosotros sólo nos tiene que interesar lo que haremos nosotros. Será fundamental mantener el orden�.
Bonano espera las últimas horas para afrontar un desafío crucial. Esta noche será el tiempo del análisis, y finalmente él podrá saber si la historia le hizo recuperar la felicidad. 

�Salir a ganar�
Por F.M.

Durante la semana previa al superclásico el nombre de José Basualdo ganó terreno en las especulaciones debido a la posibilidad de que Carlos Bianchi lo pusiera entre los titulares frente a River, en el lugar del mellizo Gustavo Barros Schelotto. El mismo eco se generó días antes de que Boca jugara en Brasil la final de la Copa Libertadores frente al Palmeiras. En esa oportunidad el experimentado volante jugó y lo hizo en un muy buen nivel. Pero esta vez, Bianchi mantendrá el misterio hasta casi el inicio del partido. De todas formas, hace unos días, el propio Basualdo manifestó: �Si yo fuera el técnico, pondría en la cancha a Gustavo�. Todo un gesto de este veterano que le pone el pecho a las difíciles.
�¿Jugás vos o Gustavo?
�Si juego o no, eso dependerá del técnico.
�¿Cómo te sentís con la posibilidad de jugar este superclásico?
�Estoy muy contento, muy entusiasmado y muy ansioso también, y con muchas ganas de sumar los puntos en juego. Contento porque estoy entre los dieciséis. 
�¿Es importante para vos que te tengan en cuenta en las difíciles?
�Sí, pero los momentos difíciles son muy aislados. A mí me gustaría jugar más seguido, aunque esto también sirve porque uno se entrena para estos momentos. Yo estoy trabajando como uno más.
�¿Los seis puntos que Boca le lleva a River son una ventaja en la cancha? 
�Ahora somos nosotros los que estamos arriba y River tendrá más responsabilidad que Boca porque está obligado a ganar sí o sí para acortar la diferencia. Y para nosotros un empate como visitante será un buen resultado. Por eso creo que Boca llega más confiado y tranquilo. La diferencia es importante y eso puede influir en el desarrollo.
�¿Boca buscará un empate?
�Boca siempre juega para ganar, pero igualmente creo que sacar un punto es importante y que puede ser bueno en lo que resta del torneo.
�Desde hace un rato se viene hablando de Aimar, Ortega, Saviola y Angel. ¿Qué pensás de los cuatro fantásticos de River?
�Pobres de los jugadores que tienen que tratar de mantener los títulos que les dio la prensa.
�¿Cómo te imaginás que va a jugar River?
�Creo que van a salir con todo lo que tienen y que van a tratar de ganar los puntos porque los necesitan.
�¿Y el planteo de Boca?
�Nosotros buscaremos no desordenarnos y si es posible sorprenderlos para conseguir el triunfo y alegrar a toda la hinchada.

 


 

Los partidos memorables de una clásica rivalidad

Todos fueron calientes pero hubo algunos decisivos. El penal que le atajó Roma a Delem en el �62 o los tres goles de Morete en el 5-4 del �72 quedaron en la historia grande. 

9 de diciembre de 1962: Roma detiene el remate de Delem. Boca ganaba el partido y el campeonato.

Por Gustavo Veiga 

Son clásicas historias de clásicos que, de tan clásicas, se han vuelto un insustituible condimento en la mesa de cualquier domingo. Y si se trata del Día de la Madre, River y Boca son como la entrada, el plato principal y el postre juntos. El menú predilecto del país futbolístico que viene con su aroma característico desde la historia, donde siempre abundaron anécdotas curiosas, definiciones al rojo vivo y apenas una final donde estuvo en juego un campeonato. Créase o no, los dos más grandes de nuestro duelo deportivo por excelencia, que eclipsan a Fangio-Gálvez, Gatica-Prada o Bonavena-Peralta, llegaron una sola vez, sin intermediarios, al partido en que se cotizaba un título. 
Sucedió en el torneo Nacional de 1976, en la cancha de Racing y mientras la dictadura militar se adueñaba de la vida de miles de argentinos. Esa noche del 22 de diciembre, Rubén Suñé tuvo una corazonada y colgó la pelota de un ángulo imposible para el elástico Ubaldo Fillol. Arturo Iturralde le había concedido a Boca un tiro libre al borde del área. No era necesario que el ejecutor pidiera barrera, el Chapa dio un par de pasos y, adelantándose a todos, le entregó una alegría incomparable a la Número 12, así bautizada por el Negro de la Tribuna, seudónimo que utilizaba el periodista Pablo Rojas Paz. 
Sí hubo clásicos decisivos �aunque no como aquel del fatídico �76� y en el repaso, River fue el primer aguafiestas. Corría 1933, Boca con empatar era el campeón y el caprichoso calendario hizo que en la última fecha fuera a jugar al desaparecido estadio de las señoriales Alvear y Tagle. Los dos Ferreyra, Bernabé (2) y Nolo, marcaron los tres goles del equipo millonario. San Lorenzo, que iba segundo, aprovechó el traspié boquense y lo dejó con las ganas de dar una nueva vuelta olímpica. 
Boca y River jugaron otro partido clave el 9 de diciembre de 1962 en la Bombonera. Se acababa el campeonato, aunque todavía restaba una fecha más. Ese día, Roma le atajó al brasileño Delem el penal más famoso que se haya cobrado en la historia del fútbol argentino. Las fotografías de la época corroboraron el inusual adelantamiento del arquero y aportaron una perlita: la imagen de un policía que festejó la tapada del Tano, arrojando su gorra al aire. El uniformado era el padre de Alberto César Tarantini, quien sería campeón con Boca en 1976 y con River en 1981. 
Hubo otros clásicos fundamentales, donde los dos sacaron ventajas decisivas que les permitieron quedarse con más campeonatos. Boca disfrutó uno conducido por Alfredo Di Stéfano en 1969, tras empatar 2 a 2, y dio la vuelta olímpica en el Monumental; River se aseguró el título con Américo Gallego como entrenador en 1994, después de un lapidario 3 a 0 en la Bombonera, la última vez que el equipo de Núñez ganó en ese terreno que se ha vuelto casi inexpugnable.
Pero hubo atractivos derbys criollos �dirían de nuestro River-Boca en España� que no definían más que los puntos y, sin embargo, se convirtieron en emblemáticas postales futboleras por su alto voltaje. Acaso el más cambiante y emotivo se jugó el 15 de noviembre de 1972, lo ganó River 5 a 4 en la última pelota, pero tras ir venciendo 2 a 0 y estar abajo 4 a 2 a los 6 minutos del segundo tiempo. Un cuarto de siglo después, el 25 de octubre de 1997, Boca le ganaba a River 2 a 1 como visitante por última vez. A no ser porque ese día Diego Armando Maradona se despidió del fútbol oficial, sería un partido más. Pero no, esa noche se retiró el mejor futbolista de todos los tiempos. Alguien que desparramó tantas emociones con la camiseta argentina que sólo son comparables a las que provoca el clásico de los clásicos.

 

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