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COMENZO EL FESTIVAL “BUENOS AIRES DE DANZA CONTEMPORANEA”
Producción nacional, aquí y ahora

Con 8 estrenos y 8 reposiciones, se inició el sábado y continúa hasta el 4 de noviembre. Según los Coreógrafos Contemporáneos Asociados reunidos por Página/12, �resultará toda una sorpresa�.

Por Silvina Szperling

t.gif (862 bytes)  Cenicienta se acerca a su mayoría de edad y ya no se contenta con el hecho de ser la hermanita pobre en el mundo de las artes. La danza contemporánea, eterna postergada e incluso ignorada en su mera existencia por gestores culturales y difusores mediáticos, celebra en estos días la continuidad de un festival propio en la ciudad. Desde el sábado y hasta el 4 de noviembre se concreta el Festival Buenos Aires Danza Contemporánea, que organiza la Secretaría de Cultura porteña, con la colaboración, el empuje y asesoramiento de la entidad Co.Co.A. (Coreógrafos Contemporáneos Asociados). Gracias a una programación conformada por 8 estrenos y 8 reposiciones seleccionados por un comité integrado por Susana Tambutti, Margarita Bali y Ana Deustch, y subsidiados por el propio festival según su respectiva categorización, los espectadores tendrán la posibilidad de acceder en forma gratuita a un abanico de expresiones artísticas que representa cabalmente a lo más actual y de mejor nivel de la producción local. Desde la dramaticidad y el juego de María José Goldín o el Descueve hasta la danza aérea de Brenda Angiel, pasando por la enjundia de Gustavo Lesgart, el despliegue de movimiento de Roxana Grinstein, la experimentación de Gabily Anadón o la sutileza y humor de Susana Szperling, la danza porteña dice presente.
En diálogo con Página/12, varios de los coreógrafos que presentarán sus trabajos en este marco expresaron sus expectativas, consideraciones y anhelos acerca del festival y de la situación de la danza contemporánea en general.
Lesgart: –Siempre es auspicioso que exista un festival, con todo el movimiento que implica en cuanto a producción y difusión. Lo importante sería que esto no dependiera de la política de un gobierno de turno sino que genere una continuidad en cuanto al apoyo. Ojalá que haya un tercero, y hasta un decimoquinto festival de danza de Buenos Aires.
Szperling: –Lo bueno es que a partir de la movida del ‘98, en la cual Co.Co.A. logró que el Teatro San Martín destinara para la danza el monto de 4 coproducciones y se decidió que con eso se haría un festival, se firmó un decreto por el cual éste debe ser bianual, con lo cual su continuidad está asegurada. Así como la ley Pro-danza de la ciudad: una vez que se sancione, es algo a lo que vamos a poder apelar siempre. Todas estas conquistas son a partir de esfuerzos que hacemos los artistas y aún nos falta tocar muchas puertas en este camino.
Grinstein: –El espacio que la danza está ganando es notable y creo que va a sorprender la cantidad de público que se va acercar a los teatros. El tema es que los grupos, además de las producciones puntuales, necesitan apoyo para tener una estructura que les permita sistematizar el trabajo. Hay muchos países latinoamericanos que lo tienen, por ejemplo, Río de Janeiro acaba de otorgar 11 subsidios a compañías. Esto fortalecería mucho la danza, el nivel de los bailarines, que puedan profesionalizarse, cobrar un sueldo, para poder desarrollarse como tales. También el asunto de la creación de un teatro para la danza, un teatro que albergara artistas que, aunque no sean tan comerciales, convocan a un público que puede crecer mucho si se establece un espacio permanente de experimentación.
Angiel: –Lo importante es que los gestores culturales comprendan que la danza es un arte que debe ser subsidiado desde el Estado. Hay que idear los mecanismos para que ello ocurra, así como pasa en otros lugares, donde la ley de mecenazgo alienta a las empresas a apoyar al arte, reduciéndoles los impuestos. Si hoy nuestros grupos de danza tienen una buena repercusión en el exterior (a veces más que acá), qué no pasaría si tuviéramos el apoyo como para ahondar en esto sin apremios económicos y la permanente zozobra de tener que dedicarse a media máquina.
Grinstein: –Percibimos el festival como un comienzo auspicioso. Estamos esperanzados.
Anadón: –En Argentina tenemos mucha creatividad y mucha sangre. Hay cantidad de grupos independientes y es grande el empuje de la gente a pesar de la crisis económica.
Lesgart: –Los apoyos que reciben los grupos en otros países tienen que ver con que es un negocio para los gobiernos que sus países estén representados en el exterior por los artistas. Es un tema estratégico. La compañía Rosas tiene el cargo de embajadora cultural de Bélgica. La apoyan por el rédito que implica su trabajo para la imagen del país.
Grinstein: –Además, esto es una fuente de trabajo para otra gente: escenógrafos, iluminadores, vestuaristas, maquilladores, maquinistas... ¿Por qué no lo puede ser para nosotros? Incluso, la Argentina genera bastante curiosidad en el exterior. Sin embargo, cuando se piensa en enviar una representación cultural, ésta siempre se centra en modelos que aparentan ser más seguros, como el folklore, el rock nacional o el ballet clásico.
Cardell: –En general se organizan festivales internacionales de perfil contemporáneo, en los cuales el país de origen apoya a sus artistas para que puedan participar. Es muy difícil intervenir en un evento de éstos, aunque te inviten, sin el apoyo del propio país.
–¿Qué pasa con el tema de la conformación de las compañías, y con el nivel y la estabilidad de los bailarines?
Cardell: –Eso tiene múltiples factores, como que la carrera de intérprete es súper corta y se quiere hacer lo más posible en el menor tiempo.
Grinstein: –Hay grupos de creación colectiva y otros donde la cabeza es una. En un caso, el compromiso de permanencia es mayor, en el otro, además de la identificación del bailarín con el coreógrafo, está el tema de la falta de remuneración. También está la vida misma...
Szperling: –El asunto es que a los bailarines hay que formarlos en el propio lenguaje coreográfico. Y eso requiere un tiempo de desarrollo. Como el caso de Gerardo Carrot, que venía de la danza folklórica y yo lo formé en lo contemporáneo después de años de trabajo.
Lesgart: –En Europa es tremenda la movilidad de los bailarines, pasan de uno a otro grupo, de uno a otro país con una velocidad pasmosa. El tema es: ¿qué hago yo como coreógrafo para que mi grupo tenga una identidad a pesar de los cambios de elenco?

 

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