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QUIENES SON LOS MUERTOS DE LA INTIFADA 
Rostros de la masacre de los inocentes 

Las vidas de cinco de los muertos durante la violencia �dos palestinos, un israelí judío y dos árabes-israelíes� permiten vislumbrar la realidad de la Intifada más allá de las eternamente crecientes cifras de bajas. 

Un niño palestino sostiene en alto la famosa secuencia del niño de 12 años muerto tras 40 minutos de fuego israelí. 

Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes) Estas son las cifras. Para ayer al anochecer, la carnicería que actualmente está envolviendo a Israel y los palestinos había dejado 128 muertos y tantos heridos que los hospitales han perdido la cuenta �tal vez más de 4000�.
Para el mundo exterior, la carnicería tiene un solo rostro: el de Mohammed al Direh, el niño de 12 años que murió hace tres semanas en los brazos de su padre después de estar 40 minutos bajo fuego israelí. Fue una muerte registrada hasta el detalle más horripilante por un camarógrafo palestino.
Esa filmación llevó a condenas generalizadas a Israel por uso excesivo de la fuerza contra los tirapiedras palestinos. También impulsó a miles de jóvenes palestinos �incluyendo a ciudadanos del Estado judío que viven dentro de las fronteras de Israel� a unirse a las violentas protestas. Pero desde la muerte de Mohammed el 29 de setiembre muchos más han muerto. Estos son cinco de ellos:
1) Sara al-Haq.
En la casa de familia, en Kusra, una aldea aislada cerca de la ciudad cisjordana de Nablús, hay un poster que muestra a un padre orgulloso sosteniendo entre sus brazos a una bonita nena de dos años. La mira telescópica sobreimpresa en tinta roja sobre los rulos de tono cobrizo no se nota a primera vista.
La tarde del 1º de octubre, Sara tenía fiebre. La niña, que sus padres describen como una máquina de hablar infatigable, permanecía en un silencio apático. De modo que su padre, Abid al-Azeem Abdul al-Haq, dejó temprano su taller de ceramista para llevarla a una consulta médica en Nablús.
Se encontró con una confusión total: bloques de cemento obstruyendo las carreteras y docenas de soldados israelíes fuertemente pertrechados. Tres hospitales le negaron ayuda, ya que estaban al tope tratando de atender a los heridos que llegaban. �Me avergoncé. Había un montón de heridos y aquí estaba yo, trayendo una niñita con fiebre�, dice su padre.
Bien entradas las 8 de la noche, y cuando el cielo ya había oscurecido, Al-Haq volvía a casa con Sara en el asiento de atrás de su coche y en los brazos de su tía, Reema Rabis. Cuando llegaba a su aldea, advirtió un auto estacionado a un lado del camino. Al-Haq redujo la velocidad, pero volvió a acelerarla enseguida al advertir que el auto tenía matrícula amarilla, lo que significaba que era un vehículo israelí, posiblemente propiedad de colonos del vecino asentamiento judío de Migdalim. En el asiento trasero había dos hombres con los gorros de los judíos ortodoxos.
Cuando Al-Haq aceleró, los dos hombres abrieron fuego. La tía abrazó a Sara y cayó gritando que la habían alcanzado. La niña estaba en silencio. Al-Haq no detuvo su vehículo hasta que estuvo de vuelta en la seguridad de su aldea. Cuando abrió la puerta del auto, Sara estaba en el hueco entre los asientos, con el cerebro fuera de su cabeza.
En el auto había ocho agujeros de bala. Al-Haq dice que los colonos solían ser bienvenidos en la aldea, pero duda que ahora puedan seguir conviviendo. �Creo que la mentalidad de los judíos es como en el Lejano Oeste, con indios y cowboys. Creen que el tipo con el arma más grande es rey �sostiene�. El tipo que disparó contra el auto no quería matarme a mí, o a Sara, o a Reema, o incluso a Yasser Arafat. Simplemente quería matar a cualquier árabe.�
Trece niños han sido muertos en la violencia, de acuerdo con la organización israelí de derechos humanos B�Tselem. Pero esa cifra no incluye a Sara. El motivo es que la organización aún está investigando afirmaciones contradictorias del ejército israelí en el sentido de que la niña fue muerta por su propio padre mientras estaba limpiando un armadentro de su casa, o de que fue él quien disparó primero contra los colonos.
Kusra se encuentra en una sección de Cisjordania que permanece bajo controles de seguridad y administración de Israel. Al-Haq no limpió la sangre de su hija de su Renault rojo por varios días después de su muerte, a la espera de militares o policías israelíes que llegaran para investigar. Nadie vino.
�Mohammed al Direh tuvo suerte porque uno de los periodistas grabó el minuto en que fue muerto. Sara no tuvo esa suerte�, dice su padre.
2) Khalil Lawrence.
Miliciano de Fuerza 17, la guardia pretoriana de Yasser Arafat, Khalil Lawrence es el portador de dos legados históricos. Su abuelo combatió junto a Lawrence de Arabia, y cuando tuvo un hijo le puso el nombre de su héroe británico.
El nombre de Lawrence Khalil Badar fue profético. Pasó 26 años en cárceles israelíes y murió en la de Beer Sheva hace cinco meses, cuando le faltaba poco menos de un año para completar una condena por ataques guerrilleros contra Israel. Khalil Lawrence, de 25 años, aún no había nacido cuando Badar fue encarcelado, y su relación con él se limitó a visitas de 45 minutos una vez por mes.
Los residentes de su aldea, Beit Dukko, a unos 12 kilómetros del centro de Jerusalén, se unieron para criarlo como si fuera suyo. Su madre, Amna Hussain, que no tenía otros hijos, dice que los vecinos le ofrecían ayuda financiera y regalaban montones de golosinas al niño, a quien le relataban también las hazañas de su padre. Cuando la autonomía llegó a los territorios ocupados por Israel, la opción de carrera de Khalil fue inevitable: en 1995 se unió a las fuerzas de seguridad palestinas.
En las primeras horas del 12 de octubre Khalil fue muerto en un tiroteo con las fuerzas de seguridad israelíes en las afueras de la ciudad cisjordana de Ramalá. Miles de personas participaron del cortejo fúnebre, en un evento que se volvería crucial para la historia de las tres últimas semanas. Antes de que Khalil pudiera ser enterrado, docenas de participantes del cortejo habían atrapado y quemado hasta la muerte a dos reservistas israelíes. La madre de Khalil está demasiado destrozada por la muerte de su hijo y su marido para sentir compasión por los israelíes linchados.
�Estoy contra la violencia. Antes de que muriera Khalil le pedí muchas veces que no entrara en combate. Ahora pienso que era mi único hijo, e incluso si matan a todos los judíos del mundo no va a ser suficiente para mí.�
3) Yossi Tabaje.
Eran nueve hermanos en la familia de Binyamin Tabaje, que vino de la ciudad etíope de Gondal. Cuatro murieron en su país de hambre y enfermedades, y otro en el largo viaje a Israel.
Ahora son tres. La última catástrofe que golpeó a los Tabaje vino el 29 de setiembre, cuando Yossi, de 26 años y teniente de la policía fronteriza de Israel, estaba de patrulla cerca de la ciudad de Kalkilya, en los límites occidentales de Cisjordania.
Según el testimonio de su hermano Binyamin, Tabaje era ambicioso. Se había alistado en el ejército en la esperanza de que eso lo ayudaría a entrar en la universidad. Era muy sociable y, como Binyamin le advirtió docenas de veces, demasiado rápido para hacerse de amigos.
La mañana de su muerte, se detuvo para tomar un refresco y ofreció un trago a las fuerzas de seguridad palestinas que estaban de recorrido con él en una patrulla conjunta. Mientras su acompañante contemplaba la escena en un silencio de estupefacción, un palestino abrió fuego matando a Tabaje en el acto. El israelí no disparó un solo tiro y Binyamin Tabaje, el hermano mayor de Yossi, está pidiendo una investigación. El asesino se entregó posteriormente a las fuerzas de seguridad palestinas. En la tienda de especias de la ciudad israelí de Ramle donde trabaja como oficinista, Binyamin no tiene consuelo. Su hermano menor ya había sobrevivido a situaciones de peligro anteriormente: llegó a Israel a los 10 años después de una odisea a través de Etiopía y de Sudán. �Siempre tuvimos miedo de que algo le pasara a Yossi, pero como habíamos perdido tantos hermanos, además de nuestra madre, pensamos que Dios se apiadaría de nosotros�, dice Binyamin.
No puede pensar más allá de su dolor, y pasa sus días llorando sobre álbumes de fotos familiares. �La política no me importa nada. Lo que será, será. Tengo demasiado dolor para que me importe otra cosa.�
4) Asil Asleh.
Quizá la muerte de Asil Asleh, un adolescente árabe-israelí de la aldea de Arabeh en Galilea, representó mejor que ninguna otra los sentimientos de traición y desesperación que separan ahora a Israel entre árabes y judíos. Asil, de 17 años, tenía una gran sonrisa y era el rey de los contactos personales. Era un adicto al chat en Internet y al e-mail. Incluso para un adolescente, pasaba muchísimo tiempo hablando por teléfono, formando un círculo inusitado de amigos árabes y judíos. Por cuatro años había sido un impulsor decidido de las �Semillas de la Paz�, un programa norteamericano de verano para reunir a miembros de las dos comunidades segregadas. �Entregaba toda su vida y su entusiasmo�, relató su padre, Hassan Asleh. �No era sólo uno más del movimiento, era su motor�. 
Hassan todavía intenta entender las razones de su muerte. Dice que Asil, que había ido a una huelga de protesta, fue primero golpeado hasta caer al piso y después rematado de un tiro en la cabeza por tropas israelíes. 
�Estoy mucho más que enojado. Estoy furioso: primero porque el gobierno no investiga y después porque nos está matando a todos.� Al final, sin embargo, se mantiene fiel a los ideales de su hijo. �Ha sido muy difícil en este último período, pero creo que tenemos que encontrar alguna manera de vivir juntos. No nos queda otra.� 
5) Wisam Yazbak
El Día de Perdón judío iba a ser la fecha en la que Wisam Yazbak se comprometería. Era un árabe-israelí que vivía en Nazaret. Había establecido de la nada una empresa de maquinaria y ganó dinero suficiente para comprarse una mansión. Sólo le faltaba la novia que había escogido: una enfermera, también de Nazaret. Pero el 8 de octubre, cuando el ocaso había inaugurado el día más santo del calendario judío, una turba judía que venía de Nazaret Superior descendió sobre el barrio de Wisam, tirando piedras contra las casas. Aunque sólo tenía 26, Wisam tenía una cierta posición en la comunidad y se unió al alcalde y a políticos árabesisraelíes para intentar contener la situación. Fue baleado en la nuca por el fuego de la policía, y se transformó en el segundo árabe-israelí que moría esa noche. Su madre no puede aceptar que el mayor de sus cinco hijos esté muerto. �No puede creer que su hijo se fue. Todavía va a la puerta para esperarlo�, relató el tío, Mahmoud Yazbak. 
Wisam era definitivamente un emprendedor hombre de negocios como para interesarse en la política. Pero su tío, un profesor de historia en la Universidad de Haifa, integra el Centro Judío-Arabe por la Paz. �Aún no he tenido el tiempo para pensar en el futuro. No sé si dejaré todo esto o si lo que pasó sólo me dará más fuerza para buscar la coexistencia entre árabes y judíos.� 

De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

 

Parte de guerra

Ayer la intifada en Cisjordania y Gaza seguía fuera de control. Cinco palestinos murieron y 200 fueron heridos en choques con la policía y el Ejército israelíes. En total, desde el comienzo del levantamiento hubo 128 muertos y más de 4.000 heridos, casi todos palestinos. 
La Liga Arabe emitirá hoy su posición conjunta hacia el levantamiento palestino. El borrador que trascendió ayer fue menos duro de lo que se esperaba: no habla de romper relaciones con relaciones sino de que cada país miembro las reduzca �al mínimo�, dentro de lo que consideren posible. Pedirá además la formación de un tribunal y una comisión internacionales para procesar a los �criminales de guerra israelíes�. Libia se retiró disgustado por el documento �timorato� e Irak llamó a una jihad contra Israel. Arabia Saudita adoptó una posición inusualmente dura al condenar a Estados Unidos por el colapso del proceso de paz y establecer un fondo de 1.000 millones de dólares para �la intifada en Jerusalén�. En varios países árabes se registraron enormes manifestaciones de apoyo a los palestinos.

 

 

HABLA JEROEN JUNNING, ESPECIALISTA DE OXFORD
�No todo responde a Arafat�

Por Marcelo Justo 
Desde Londres

En el complejísimo mosaico político militar que son los palestinos uno de los grandes enigmas es si el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, podrá seguir imponiendo su autoridad a las distintas facciones. Sobre el tema, Página/12 dialogó con Jeroen Junning, especialista en temas palestinos de la Universidad de Oxford.
�Los israelíes acusan a Arafat de ser el responsable de los incidentes. ¿Qué grado de control real tiene sobre las distintas facciones palestinas?
�Creo que hay que distinguir las fuerzas que conforman el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina y otros grupos como Hamas o la Jihad. Cuando Arafat asumió el poder creó diversas fuerzas de seguridad. Estas fuerzas no tienen un centro único sino que operan con independencia unas de otras, sea como fuerzas policiales o servicios de inteligencia. La idea original de Arafat era otorgar poder a las distintas tendencias de la Organización para la Liberación de Palestina para que se neutralizaran mutuamente, de modo que nadie le disputase el poder. Esto lo consiguió pero a un precio: no todas las fuerzas de seguridad responden plenamente a sus órdenes.
�¿Qué pasa con Fatah, su propia base política y el principal grupo de la Organización para la Liberación de Palestina? 
�Tanzim, la principal fuerza militar de Fatah, parece haberse distanciado de Arafat. Hoy responde al líder de Fatah en Cisjordania, Marwan Bargouti, que desde hace cinco años viene adoptando una postura bastante crítica al liderazgo de Arafat. 
�¿Qué le critica?
�Las diferencias provienen de la Intifada de los 80. Marwan Bargouti pertenece al grupo de gente vinculada a la OLP que vivía en los territorios ocupados y que se formaron durante aquella rebelión. En esa época la mayoría de la dirigencia palestina, empezando por Arafat, se hallaba en Túnez. A partir de los acuerdos de Oslo en 1993 y del regreso de Arafat en 1994, se percibe una clara tensión entre ambas partes porque los líderes de la rebelión, que con razón se veían a sí mismos como la causa de los acuerdos de Oslo, percibían a Arafat como un usurpador de los frutos políticos de la Intifada. Estas diferencias se han traducido en los últimos tres años en enfrentamientos armados entre miembros del Tanzim, disconformes con la marcha del proceso de paz, y las distintas fuerzas de seguridad. 
�¿Qué peso tienen los otros grupos que conforman la OLP?
�El Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina forman parte de la OLP pero se oponen al proceso de paz. Es difícil estimar qué fuerza tienen. En principio no parecen demasiado fuertes, aunque tienen presencia en algunos lugares como Ramalá. 
�¿Qué representatividad tienen los que están directamente fuera de la OLP, como Hamas y la Jihad Islámica? 
�Hamas es sin lugar a dudas el más importante. Según las encuestas Hamas cuenta con el apoyo de entre 10 y 15 por ciento de la población. El problema con las encuestas es que mucha gente teme por su propia seguridad al responderlas y por eso miente. Es interesante, porque si se mira a las encuestas que se hacen no sobre simpatías políticas, sino sobre ideas, donde los palestinos se expresan con menos temor sobre qué tipo de Estado quieren, si favorecen o no la ley islámica, es obvio que entre el 30 y el 40 por ciento de la población apoya a Hamas que además tiene una gran redde contención social y una reputación de honestidad que no tienen Arafat y la Autoridad Nacional Palestina. Dentro de Hamas se encuentran las brigadas que organizan los operativos suicidas en Israel, que tienen diferencias con la dirección de Hamas, que muchas veces quisiera distanciarse de su accionar. Por su parte la Jihad Islámica es una organización básicamente militar, bastante pequeña hoy en día, un 3 o 4 por ciento de la población, dividida entre los que apoyan y los que se oponen a Fatah. 
�Es un panorama increíblemente fragmentado para una población de poco más de tres millones de personas. ¿Arafat puede realmente controlar estas facciones?
�En teoría él está a cargo de las distintas fuerzas de seguridad y puede ordenar el arresto de los revoltosos. El problema es que Arafat perdió mucha credibilidad. En los dos últimos años anunció que declararía un Estado palestino independiente y las dos veces cedió a la presión internacional y no lo hizo. Prometió que el resultado de los acuerdos de Oslo serían una capital palestina en Jerusalén Oriental, el desmantelamiento de las colonias judías en Cisjordania y Gaza, y el retorno de los refugiados palestinos. Nada de esto ha sucedido. Entonces mucha gente se pregunta qué sentido tiene este proceso de paz. Porque para los palestinos reconocer a Israel en 1993 fue un sacrificio y compromiso ya que ellos consideran que todo el territorio israelí era palestino. Y a cambio no recibieron nada. 
�Esto favorece las teorías de los grupos violentos y de los que rechazan el proceso de paz.
�Exactamente. ¿Qué puede mostrar Arafat a siete años de los acuerdos de Oslo? Por ejemplo en Cisjordania, aproximadamente el 64 por ciento del territorio sigue en manos israelíes: la Autoridad Nacional Palestina sólo controla los centros de las principales ciudades. Económicamente la situación es ahora peor que en los años 80. La libertad de desplazamiento es mínima. Para ir de una ciudad a otra en Cisjordania tienen que cruzar puestos israelíes. Lo mismo para pasar a la Franja de Gaza. Hasta ahora Arafat podía decirle a los violentos que si proseguían los enfrentamientos moriría el proceso de paz, que era la única alternativa posible. Ese argumento está perdiendo fuerza. Sobre todo desde que Ehud Barak presionó para un acuerdo final, en la cumbre de Camp David en julio. Los palestinos vieron que ninguna de las cosas que Arafat prometió como parte del proceso forma parte de la ecuación que contempla Israel. De modo que es bastante incierto qué tipo de control puede ejercer Arafat sobre su propia población. 
�Este conflicto duró una buena parte del siglo XX. Sin un proceso de paz, podría prolongarse otro siglo. 
�Es una de las posibilidades. Creo que los acuerdos de Oslo tuvieron un defecto. La idea de llevar adelante un proceso gradual en el que se iba paso a paso y se dejaba lo más difícil para el final, era interesante en teoría pero falló en la práctica. Como Israel es un Estado y cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, la relación fue siempre muy desigual y, en los hechos, los palestinos se vieron obligados a dar paz antes de obtener tierra. Para que haya paz, sería necesario que haya un cambio de mentalidad de ambas partes. Que Israel acepte la idea de un Estado palestino viable y digno, aunque sea sólo en la Franja de Gaza y Cisjordania, y que los palestinos cambien su percepción de los israelíes. En las escuelas palestinas se enseña que Israel es enteramente palestina, se enseñan las masacres cometidas por los israelíes, se inculca a los niños la retórica del odio y el enfrentamiento. Para que haya paz todo esto tiene que cambiar. De ambas partes. No sé si será posible.

 


 

LA VIOLENCIA Y LA CUMBRE ARABE
�Gana la línea dura�

Los países árabes aprobarían hoy en Egipto una resolución pidiendo la reducción al mínimo de los contactos con Israel, pero una reacción más preocupante se da en sus calles y en el recrudecimiento terrorista.

Fundamentalistas: �Los gobiernos deben responder de alguna manera al sentimiento popular para que estos sectores no sean captados por los fundamentalistas�.

Arafat saluda ayer a
 la cumbre de Egipto.

Por M.J.
Desde Londres 

Everhard Kienle, académico de la prestigiosa School of Oriental and African Studies de la Universidad de Londres y autor de varios libros sobre el Medio Oriente, dialogó con Página/12 sobre la posibilidad de una desestabilización de los países de la zona y de un recrudecimiento de las acciones armadas de grupos fundamentalistas a raíz de la crisis palestinoisraelí. 
�¿Cree que la actual crisis marca un antes y un después en el Medio Oriente?
�Hay una cosa clara. Habrá que reiniciar desde cero todas las negociaciones que comenzaron con la firma del acuerdo de Oslo en 1993. La confianza que se tienen ambas partes es hoy mínima. No obstante, me parece que, por el momento, el efecto de esta Intifada se limitará a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina. Entre los países árabes hay una gran presión de su opinión pública y creo que tendremos un total congelamiento de cualquier gesto que pudiera conducir a una normalización de las relaciones con Israel. Pero no un cambio radical de la situación actual. 
�¿Quiénes son los ganadores y perdedores de la crisis?
�Es evidente que los regímenes moderados son los que más perdieron. Egipto y Jordania invirtieron mucho en este proceso de paz que ahora está desintegrándose sin que puedan hacer nada por evitarlo. Otros países, que no podemos considerar moderados, pero que estaban adoptando una actitud más proclive a una salida negociada, como Siria, se ven obviamente obligados a revertir a una posición dura e inflexible. Los ganadores son los países más radicales, que plantean que la paz con Israel no es posible. Esto no quiere decir que todos los países árabes vayan a adoptar sus argumentos. Pero los moderados se verán obligados a endurecer su posición. 
�Irak parecería un posible ganador neto. Teniendo en cuenta que Israel desconoce abiertamente las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas, los países árabes podrían verse forzados a ignorar el embargo contra el gobierno de Saddam Hussein. 
�El problema es que los mismos países árabes temen a Irak. La memoria de la Guerra del Golfo está muy fresca. Puede haber un grado de acercamiento hacia el régimen de Saddam Hussein, pero creo que tendrá límites. No sólo por razones políticas o de seguridad sino también por motivos económicos. Un pleno retorno de Irak al comercio internacional aumentaría la oferta de petróleo y por lo tanto bajaría el precio del producto, algo que muchos países exportadores no desean. 
�Un claro beneficiario interno de esta última Intifada son los sectores fundamentalistas activos en todos los países de la región. ¿Pueden llegar a desestabilizar los regímenes del Medio Oriente?
�Hay claros indicios de una renovada actividad de los sectores armados del fundamentalismo árabe. El secuestro de la línea aérea en Arabia Saudita que aterrizó en Bagdag, donde los dos secuestradores obtuvieron asilo, y la bomba contra el nave militar estadounidense en Yemen, son dos claros indicadores de esto. Un efecto de la actual crisis es la posibilidad de que haya un aumento de las acciones armadas fundamentalistas, tanto en la zona como en Occidente, pero no creo que todavía podamos decir que este resurgimiento sea una amenaza para los países moderados de la región, aunque sí constituye un desafío a su autoridad. Es claro que sectores cada vez más amplios de la población en estos países consideran que la paz no es posible o que sólo es posible una paz totalmente injusta. Y los gobiernos deben responder de alguna manera aeste sentimiento popular para que estos sectores no sean captados por los fundamentalistas. 
�¿Esta necesidad de los gobiernos de acompañar a su opinión pública se puede traducir en una acción concreta contra Israel? 
�Los países árabes tienen muchas diferencias entre ellos como para acordar una política común. La cumbre que se está realizando ahora es la primera en 10 años y se puede decir que es un éxito que se haya conseguido convocar una cumbre a la que todos asistan. Esto es quizás una señal de la gravedad de la situación. Pero generalmente las cumbre son pródigas en retórica y muy flojas en hechos.
�¿Por qué los árabes no pueden constituirse en un contrapeso de Estados Unidos en la región utilizando el arma del petróleo?
�En parte porque la influencia de Estados Unidos entre sus estados es muy fuerte. Además hay que tener en cuenta que los estados árabes tienen los límites de muchos países del Tercer Mundo para ejercer una presión concreta sobre la política internacional: son económica, institucional y políticamente débiles.

 

 

opinion
Por Claudio Uriarte

Rebelión en Tierra Santa

Para bien o para mal, por decisión propia o porque se vio desbordado por sus bases, Yasser Arafat se ha puesto a la cabeza de una guerra de liberación nacional contra Israel. Esa guerra difiere de la convencional y reposa en una combinación de movilizaciones populares, terrorismo, atentados, maniobras diplomáticas y propaganda, en la cual la cantidad desproporcionada de niños palestinos muertos por las fuerzas de represión israelíes es un componente tan crucial como probablemente calculado de antemano. Es la guerra del débil y no es agradable, pero la explosión y el espíritu de confrontación y sacrificio en la calle palestina demuestran que la situación no daba para mucho más. O el dirigente se ponía a la cabeza o sus dirigidos avanzaban con la cabeza de su dirigente.
Es de rigor asumir que la chispa que prendió el incendio fue la provocativa visita del líder ultranacionalista Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar santo del islamismo, a finales de setiembre. El hecho es incontestable, pero los elementos de la bomba habían estado combinándose desde hacía tiempo. Dos de ellos son de fondo: 1) setiembre era la fecha prevista en los acuerdos de Oslo para la conclusión del tratado definitivo, pero hoy sólo un 40 por ciento de Cisjordania ha sido entregado a los palestinos; 2) tanto bajo el gobierno obstruccionista de Benjamin Netanyahu como bajo el negociador de Ehud Barak las agresivas colonias israelíes fueron expandidas en las zonas de autonomía palestina, donde los asentamientos armados, las patrullas y los puestos de control israelíes sugieren que la Palestina que el consenso israelí tenía en mente se parecía menos a un Estado que a un cuerpo estrangulado en cada uno de sus nudos vitales. La dependencia palestina del agua, el gas, la electricidad y los puestos de trabajo israelíes completaban viciosamente el círculo.
Pero la bomba necesitaba algo más para activarse, y ese algo lo proveyó Bill Clinton, el americano impasible. A poco de terminar su mandato, y desesperado por pasar a la historia como el hacedor de la paz imposible, Clinton llevó a Barak a precipitar concesiones que la mitad de Israel no estaba preparada para aceptar �como partes de Jerusalén oriental� demandando en retorno concesiones que ningún líder palestino podría sobrellevar. Camp David, una cumbre excesivamente pública con un Clinton en cuarto menguante, acercó las posiciones pero terminó sin acuerdo, y dejó la Explanada de las Mezquitas en el eje de las diferencias. Entonces llegó Sharon.

 

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