Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
ESPACIO PUBLICITARIO


Cómo poner verde de ira a Gore (y alegre a Bush)

El demócrata Al Gore intentará todo para evitar que crezca el radical Ralph Nader. Porque en las peleadas presidenciales norteamericanas, un ascenso del Partido Verde favorecería al republicano George W. Bush.

El gobernador de Texas y candidato republicano George W. Bush.
Los votos verdes que pierdan los demócratas lo favorecerán.

Por Julian Borger *
Desde Washington

t.gif (862 bytes) El �problema Nader� de Al Gore se esparció ayer como un sarpullido por el mapa de Estados Unidos, mientras sus chances de ganar en ocho estados se ven cada vez más amenazadas por el desafiante y radical Partido Verde. Desviando recursos para cortar el paso a la amenaza que llega desde la izquierda, el vicepresidente montó una ofensiva contra Ralph Nader, el líder verde, dedicando gran parte de su tiempo a visitar pequeños estados como Oregon y Washington para defender sus credenciales verdes. �Puedo comparar mis antecedentes sobre medio ambiente contra cualquiera, incluyéndolo a él�, disparó Gore a la prensa antes de subir al Air Force Two.
Entretanto, los seguidores y asesores del vicepresidente en el Congreso presionan a sus bases locales sobre el punto de que un voto para Nader equivale a un voto para el candidato presidencial republicano George W. Bush. En la carrera presidencial más peleada en cuatro décadas, el veterano activista de 66 años mantiene el equilibrio de poder en ocho oscilantes estados, que juntos suman 70 de los 270 votos del colegio electoral, el cuerpo a través del cual los estados eligen al presidente.
Gracias a su retórica anticapitalista y agitadora, Nader normalmente reúne a grupos más numerosos que Gore o Bush, y sus seguidores celebran sus enfurecidas denuncias contra los partidos Republicano y Demócrata como instrumentos corporativos. Describió a Bush como �una gigante corporación que se postula a presidente disfrazada de persona�, pero generalmente reserva sus palabras más duras para Gore, a quien llamó �mentiroso�, �nariz de Pinocho� y �cobarde político certificado�. La amenaza Nader es más fuerte en estados como Washington y Oregon, donde florecen las cuestiones ambientales. Pero Nader también lanzó sus golpes contra la globalización en centros urbanos de Michigan, Wisconsin y Minnesota, de donde las antiguas industrias se retiraron en los últimos años. En el abandonado pueblo de Flint, Michigan (donde la General Motors dejó caer 23.000 puestos de trabajo en los últimos cinco años), Gore reunió hace poco a 200 personas. Nader reunió a más de 1100 entusiastas seguidores.
En muchos temas donde republicanos y demócratas comparten terreno, Nader ofrece una postura marcadamente diferente. Propone una moratoria en casos de pena de muerte, un corte de un tercio en el gasto militar, la despenalización de la marihuana, el establecimiento del financiamiento público para las campañas políticas y un sistema universal de salud. Una docena de antiguos compañeros de su época militante en los años `60 y `70 hicieron un llamado la semana pasada para que reconsidere su campaña: �La Casa Blanca podría ir a manos de Bush. El resultado sería un significativo revés para el progreso social al que ha entregado su carrera�. Pero Nader restó importancia a los ruegos de sus viejos camaradas asegurando a una masa de seguidores que �el poder más importante que tienen sobre nosotros es el poder de hacernos creer que son la única opción�.
Parte del problema de Gore es que no hay un contrapeso a Nader en la derecha para quitar votos a Bush. Ross Perot ayudó a la elección de Bill Clinton en 1992 al restar votos a George Bush padre, pero el partido se quebró este año y su candidato Pat Buchanan apenas araña el uno por ciento en las encuestas de opinión. Sin embargo, la importancia de Nader fue magnificada por la ajustada carrera electoral, que podría ser la más peleada desde que John F. Kennedy derrotara a Richard Nixon por una fracción de punto en 1960. De todos modos, la emergencia de Nader como un jugador serio en el tablero electoral debe mucho a la simpatía de América por los rebeldes. Nader sigue muy pocas reglas del libro de juego de los políticos tradicionales. Generalmente aparece malhumorado, raramente sonríe, y habla con un estilo agitado y entrecortado que carece de la cadencia usual de los políticos populistas. 

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Florencia Grieco.

 

KIOSCO12

PRINCIPAL