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EN BUEU, EL PUEBLO GALLEGO DE SU FAMILIA
De la Rúa entre los gozos y las sombras

La casona que fue de los De la Rúa en Galicia es la misma donde se filmó la miniserie española con Charo López. Un día cerca del mar, con la historia de una familia de comerciantes, abades y un recaudador de impuestos.

El Presidente muestra feliz el árbol genealógico de su familia.

Por M.G.
Desde Bueu, Galicia

t.gif (862 bytes) Es agradable el olor a mar que viene de abajo, la marusía de los gallegos. Dentro de la casona con las ventanas abiertas, por el salón donde caminan ahora, pisando despacio como en un museo, Fernando de la Rúa e Inés Pertiné, y cerca de ellos Aíto de la Rúa, corría Charo López en �Los gozos y las sombras�. En la casona que perteneció a la familia se filmó la miniserie española que mejor contó el arcaico autoritarismo gallego, y ayer sirvió para que, antes de las sombras del mercado financiero, De la Rúa tuviera unas horas más de gozo, preguntando por parientes, emocionándose sin soltarse nunca, dando la mano en lugar de abrazar y repitiendo que había aprendido de los gallegos �la abnegación del trabajo�.
La casa, que pertenece a los fabricantes de cerveza Mahou, los más poderosos de España, es un pazo, como se llamaban las propiedades señoriales en el siglo XVII. Un pazo debía tener capilla, horreo (la construcción elevada sin contacto con la tierra para mantener seco el grano), palomar y ciprés. Esta lo tenía, como muestra de que los De la Rúa estaban en un nivel superior que otros dos presidentes que llegaron aquí para llorar como descendientes de emigrantes gallegos: Raúl Alfonsín, con una casa modestísima, y Fidel Castro Ruz, de familia más pobre aún.
En la casa de los De la Rúa hay árboles de 200 años, una vista espectacular de las rías gallegas, con sus plataformas en medio del mar para criar mejillones, un cuadro de bruma, un jardín verde de las lluvias permanentes y ahí, descendiendo un kilómetro y medio, el pueblo de Bueu con sus 20 mil habitantes, que ayer recibió a De la Rúa como �hijo de Bueu�.
En la historia de los De la Rúa hay una historia de emigración que no es la de los campesinos pobres, aunque el mar une a las dos. La única pariente de Fernando de la Rúa que vive en Bueu, Adelaida Barreiro Budiño, acaba de perder un hijo. 
�Aquí, cuando veas alguien mirando el Atlántico, ten en cuenta que vivimos de la pesca y que todos han perdido a alguien que se tragó el mar �dijo una gallega rubia y alta, de anteojos redonditos.
La historia revela un parentesco con los Agulla, gente linajuda, aunque dedicada a la salazón de pescado y no a la comunicación.
En los De la Rúa hay un recaudador de impuestos.
Hay un oficial de la Santa Inquisición.
Están los clérigos, como Lucas José, Pedro y Teodoro. 
Hay un abad. 
Está Manuel de la Rúa Agulla, el abuelo del Presidente, que era el primogénito, y a pesar de eso, en 1880, a los 15 años, emigró a la Argentina y, más curiosamente aún, se instaló en Santiago del Estero, un desierto más desierto que ahora.
Durante todo el día, De la Rúa habló del esfuerzo, de las relaciones entre los dos países y de Galicia como parte de la nacionalidad argentina. Bueu tuvo asueto para recibir al Presidente frente al ayuntamiento, feliz como siempre que un emigrante se convierte en figura de otro país y vuelve. 
Sonó �Paquito chocolatero� por la banda de adolescentes, ninguno mayor de 18 años, saco azul, corbata roja y camisa celeste, cuando llegó De la Rúa, y el pasodoble parecía el comienzo de una corrida. En lo alto del ayuntamiento, que el alcalde pintó de color rosado, colgaban tres pendones rojos con los escudos del lugar.
�Educandos de Benejuzar�, otro pasodoble, y un discurso de De la Rúa. �Puenteáreas�, y un saludo a los concejales, parados para recibirlo. Detrás de la banda, gallegos altos, celtas, y gallegos petisones y cejijuntos. Muchos viejos, pero también muchos chicos: Galicia no expulsa más gente sin trabajo; ahora le toca a la Argentina. 
Un cartel de la empresa �Rosa de los vientos�. Más mar. Más marineros. Otro discurso: �Visité este pueblo en 1962, como recién graduado, y me encantó la sencillez de su gente, la belleza de su puerto�. 
Un final en el balcón, con señora que saluda cuando el Señor Presidente lo indica (�Y acá está mi esposa, que levanta la mano para saludarlos�) e hijo, más Adalberto Rodríguez Giavarini, que no viene de gallegos sino de piamonteses y castellanos. 
Unos chicos bailan una muñeira.
Dos compadritos de traje blanco y camisa negra (casi para los cubanos de Hemingway) bailan tango con señoras de vestido que vuela y zapatos metalizados. Un cantante interpreta �Melodía de arrabal�. 
De la Rúa dice:
�Les entrego mi corazón y mi afecto.
En la calle, la marusía se mezcla con el olor que despide el humo de los puros y la oliva con el pimentón de los restoranes. 
Los gozos ya terminan. 

 

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