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CAVALLO HABLA DE LA CRISIS ECONOMICA Y POLITICA
Y DE SU RELACION CON LA ADMINISTRACION DE LA RUA
�No busco conchabo en el Gobierno�

Se habló de su ingreso al gabinete nacional. Apoya las nuevas medidas económicas y la reforma previsional y alienta el acuerdo con los gobernadores del PJ. Y propone una nueva definición de la Alianza.

Domingo Cavallo volvió a hablar públicamente después de mucho
tiempo. Ahora apoya más medidas.
“En un tema como el previsional, por ejemplo, los anuncios de la semana pasada son importantes”, dice.

Por Sergio Moreno y Claudio Scaletta

La sonrisa como esculpida a cincel en su rostro aparece sólo en dos oportunidades, cuando abre la puerta de su despacho y cuando tiende la mano para despedirse. Mientras el grabador cumple su función, no se ríe, el tajo de su boca se amolda al gesto reconcentrado, encendido por momentos, de todo él. Domingo Cavallo no habla como el resto de los mortales. Domingo Cavallo categoriza, afirma, desdeña, acusa, sugiere, da consejos. No acepta que pudo haber cometido algún error. De hecho, no reconoce responsabilidad alguna en la crisis económica. Todo lo contrario. Dice que estamos así, entre otros factores, porque se dio marcha atrás con algunas reformas que estaba implementando cuando era ministro de Carlos Menem. Dice, también, que está dispuesto a ayudar, “no al Gobierno, sino a la gente”, con sus ideas, por más que las ofrezca al Gobierno. Pero aclara, como intuyendo que eso se cree de él: “No estoy buscando conchabo en el Gobierno”.
–El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, dijo que la actitud de los gobernadores peronistas en la negociación con el Gobierno era algo así como tomar café sobre la cubierta del “Titanic”. ¿Comparte este diagnóstico?
–Es importante que haya un acuerdo para proyectar austeridad, en el gobierno nacional y también en los gobiernos provinciales y municipales, para que Argentina siga siendo un país creíble y que recuperemos lo que hemos perdido en los últimos años, que es el crecimiento económico. Y en ese contexto se pueda avanzar hacia la solución de los problemas sociales, con uso mucho más eficiente de los recursos. Creo que es muy importante un acuerdo, pero no lo pondría en términos de que, si no, viene una catástrofe. Lo mejor es reconocer que en un clima de austeridad del sector público se van a abrir oportunidades de inversión para volver a crecer.
–¿Qué cree que está sucediendo con la percepción de los inversores que siguen mostrando grandes resquemores?
–Aquella gente que decide si pone sus ahorros al servicio de la economía argentina, y sobre todo los que tienen que tomar decisiones de mediano y largo plazo, hace ya varios años que se sienten desalentados. Por eso ha ido declinando la inversión real en la Argentina, se ha producido un estancamiento de la productividad, que es la enfermedad fundamental que tenemos en nuestra economía. Creo que para revertir esa situación es muy importante que el PEN, y también las provincias, municipios y los legislativos demuestren que van a ser austeros y eficientes en el manejo de los recursos públicos para crear el clima que permita que renazca el espíritu inversor del sector privado.
–El Gobierno durante de este año consiguió reducir el déficit en 3000 millones mediante medidas en la línea de lo que “el mercado” reclamaba.
–Lo importante es la percepción de quienes tienen que comprometerse a mediano y largo plazo con la Argentina de qué pasa con el déficit estructural del país. Lo que pase con el déficit en un trimestre o en un año no es algo tan importante. Lo importante es lo permanente. Argentina será capaz de tener un sistema tributario y de recaudar los impuestos de tal forma que sin ahogar a la iniciativa privada y al sector productivo alcancen los recursos para financiar los gastos del Estado a un nivel adecuado. Y, además, esos recursos van a ser suficientes para que se presten buenos servicios sociales. Ese es el tema que uno tiene que evaluar. Para saber si vamos en esa dirección hay que fijarse cómo se van diseñando las instituciones permanentes. No sólo las políticas, sino en este caso las económicas y sociales.
–¿Este gobierno no lo ha hecho?
–En un tema como el previsional, por ejemplo, los anuncios de la semana pasada son importantes. Lamentablemente han quedado oscurecidos por –en mi opinión– dos errores que el Gobierno cometió. Uno, el meter el tema dela edad de la mujer, que era absolutamente innecesario. Se podía dejar perfectamente la edad de retiro de la mujer en los 60 años.
–¿Por qué sucede esto, es una demanda de las AFJP?
–No. Es un error que se cometió porque se calculó el costo fiscal de asegurar la jubilación mínima de 300 pesos a todos los jubilados cualquiera sea su edad. Entonces se pensó que si las mujeres se retiran a los 60 años, como van a tener una esperanza de vida muy larga, aun cuando hayan acumulado una cierta cantidad de fondos en sus cuentas van a tener una jubilación baja y para llegar a 300 pesos va a haber que incurrir en un costo fiscal muy elevado. En todo caso, evitar ese costo fiscal se hubiera resuelto diciendo que la jubilación mínima de 300 pesos se asegura desde los 65 años en adelante. Pero no se impide que una mujer que siente que a los 60 años tiene que jubilarse pueda hacerlo a partir de los 60 años, cobre lo que le corresponde según los fondos que tiene acumulados en su cuenta, y si esa jubilación es menor a 300 pesos, ese importe lo empiece a recibir desde los 65 años. Yo le diría más. Una vez que todo el mundo tenga su cuenta de capitalización individual habría que darles libertad para elegir el momento del retiro a todas las personas. En todo caso, el límite de edad hay que fijarlo para establecer a partir de cuándo se tiene derecho al complemento que lleva la jubilación al mínimo de 300 pesos o el que se establezca. Pero removiendo este tema de la edad de la mujer, los demás aspectos apuntan a darle al sistema una mayor equidad. Es cierto que se elimina la Prestación Básica Universal, pero se crea la jubilación mínima para todos los que al momento de jubilarse no alcancen a tener fondos como para respaldar una jubilación de 300 pesos. Que incluso ese mínimo en el futuro podría ser aumentado. Y obviamente, si hay recursos disponibles lo más probable es que se aumente el mínimo. Y eso es equitativo, porque significa usar los fondos del presupuesto para aumentar la mínima en lugar de darle una cifra igual a todo el mundo.
–Pero abolido el sistema público, ¿el Estado tendrá capacidad de decidir cuál es la jubilación mínima?
–Por supuesto, porque los recursos presupuestarios que el Estado seguirá manejando los va a destinar a complementar las jubilaciones que estén por debajo del mínimo. Y la política redistributiva del Estado a favor de los jubilados se va a materializar beneficiando a los que están en el escalón más bajo. Además, la eliminación de la PBU se hace para poder asegurar una jubilación o una pensión graciable a todos aquellos ciudadanos que lleguen a los 65 años y no tengan derecho a ninguna jubilación, porque no han hecho los aportes, etc. Entonces, el Gobierno no debería presentar esta reforma como una imposición de los organismos de crédito, porque creo que además no lo es. Creo que el diseño de esta reforma fue hecha en el Ministerio de Economía y yo me atrevería decir que por Pablo Gerchunoff. El error que está cometiendo el Gobierno es hacerle creer a la gente que una reforma, que va en la dirección correcta, es una imposición de los organismos multilaterales de crédito, cuando en la práctica es una idea que se venía manejando en el Ministerio de Economía.
–¿Debería salir por decreto o ser aprobada por el Congreso?
–Los diputados de la Alianza deberían trabajar para asegurarle al Gobierno la aprobación de esta ley. Ahora, si ellos le dicen al Gobierno “no le vamos a aprobar esta ley”, obviamente lo están obligando a que la saquen por decreto. A mí me gustaría que saliera por ley, porque eso va a dar mayor seguridad jurídica a todos los jubilados y a todo el mundo.
–Lo concreto es que todos los diputados del Frepaso se oponen, al igual que muchos del radicalismo.
–El Gobierno no ha hecho el ejercicio de discusión interna que sobre estos temas debería haber hecho. Creo que tienen que explicarles a sus propios diputados que no es una imposición del FMI, sino una reforma en la que ha venido trabajando Pablo Gerchunof. Y además, dejando del lado eltema de la edad de la mujer, todos los demás aspectos conforman un perfeccionamiento del sistema jubilatorio en la dirección de la equidad.
–¿La falta de confianza es resultado de que no hay crecimiento o se debe también a factores políticos?
–Obviamente hay una falta de confianza básica, que viene de muchos años atrás, y que tiene que ver con –primero– la disminución del ritmo de crecimiento, la recesión y últimamente la sensación de que estamos en depresión económica. Esa es la causa fundamental de la desconfianza, por eso se pararon las inversiones. Pero además se suma el clima de incertidumbre política de los últimos meses. Eso hace que la desconfianza básica de los inversores en algún momento se transforme en histeria financiera. Es decir que ya nadie quiere comprar un bono argentino, como pasaba hasta el jueves de la semana anterior. Pero nuestro problema no es curar la histeria financiera. La confianza en Argentina va a renacer cuando seamos capaces de explicar que hemos encontrado el remedio a esa enfermedad que es la depresión económica.
–Usted hizo gestiones por el Gobierno, apoyó las últimas medidas, se fotografió con Machinea, se reunió con Alfonsín, mandó a sus diputados a votar las medidas del Gobierno. ¿Por qué lo hace?
–Porque siento responsabilidad por la solución de los problemas de nuestro país. No es cuestión de aparecer apoyando u oponiéndose al Gobierno. Lo que uno tiene que hacer en momentos difíciles es contribuir a que los problemas se resuelvan. Esa es mi responsabilidad como dirigente.
–Si se le solicitara que su contribución fuera desde dentro del Gobierno, ¿usted también estaría dispuesto a hacerlo?
–Mire, yo no me lo planteo al tema. No soy una persona que está buscando un conchabo en el Gobierno. Yo soy un dirigente político que tengo mi rol como presidente de un partido.
–Pero hasta no hace mucho se hablaba de su ingreso al Gobierno. Lo decían los propios funcionarios de la Alianza.
–A mí eso no me consta. A mí me consta que en su momento De la Rúa y Chacho Alvarez, juntos, decidieron invitarme como presidente de Acción por la República a un diálogo político. Poniéndonos en el mismo lugar en el que pusieron a Alfonsín y a Menem. Me parece muy bien que el Gobierno nos convoque. Y cuando nos ha convocado nosotros hemos estado disponibles para ayudar no al Gobierno sino a la gente para la solución de sus problemas.
–Usted pidió elecciones para la vicepresidencia. Supongamos que se realizasen y que usted gana. ¿Qué haría? ¿Sería opositor u oficialista?
–Propuse llamar a elecciones para vicepresidente y simultáneamente para el Senado de la Nación. Y dependiendo del momento de la elección, que también se elija la mitad de Diputados. Lo propuse porque creo que es la oportunidad de que se defina cuál es la alianza que realmente respalda la gestión de gobierno, porque ahora no se sabe quién está apoyando a De la Rúa. Como Alvarez renunció y no le resulta fácil al Frepaso identificar si está o no está en el Gobierno, creo que se necesita consultar a la gente para que se explicite cuáles son las ideas, los planes, los equipos, y en función de eso la gente decida. Me parece que la Alianza va a tener que repensar en cómo apoya o no a De la Rúa y va a tener que elegir un candidato a vicepresidente que simbolice el apoyo a De la Rúa.
–Veo que cree, como ya una vez lo dijo, que usted sería mejor apoyo de De la Rúa que sus actuales apoyos.
–Yo no sería mejor apoyo que Chacho si Chacho apoyara a De la Rúa y asumiera plenamente la responsabilidad para la que el pueblo lo eligió.
–Eso, ahora, no está ocurriendo.
–Claro, pero la excusa que puso Chacho para renunciar es que con este Senado no podía gobernar. Pues bien: yo propongo que la elección para vicepresidente, a la que se podría presentar el propio Alvarez, se hiciera con una renovación completa del Senado y con elección directa de los senadores. Incluso dije más: si Chacho se presenta, a lo mejor mi partido lo apoya. Cuando dije que yo me presentaría de candidato si Chacho no iba, algunos interpretaron que yo me estoy postulando como candidato de la Alianza. No es así.
–¿Por qué apoyaría a Alvarez?
–Porque creo que De la Rúa y Alvarez deben completar de aquí al 2003 el mandato para el que la gente los votó, con un buen plan de gobierno. Y yo creo que nuestro apoyo les ayudaría a formular un plan de gobierno.
–O sea que ellos ponen los hombres y usted el programa.
–No, creo que los podemos ayudar a tener un mejor plan que el que han puesto en marcha hasta este momento. Yo no digo que les vamos a escribir el programa, pero sí los podemos ayudar a que tengan un mejor diagnóstico y mejores ideas respecto de cómo resolver los problemas.
–¿Dónde falla el diagnóstico del Gobierno?
–Fallaron en materia económica al no detectar que el problema era el cerramiento de oportunidades de inversión, que se dio a lo largo de los 3 o 4 últimos años y que su factor fundamental tenía que ver con aumentos de impuestos y con la falta de clarificación de las reglas de juego y de las regulaciones de la economía. Al considerar que el problema era puramente de déficit, se descargaron con un impuestazo que abortó una recuperación que era lenta pero estaba sucediendo. Además erraron el diagnóstico en materia social. El grueso de los recursos en materia social lo tienen las provincias. Las reformas, entonces, hay que aplicarlas fundamentalmente en las provincias, como lo tenía muy en claro Juan Llach.
–Cualquier tipo de reformulación en las provincias requiere del consenso con los gobiernos locales. El gobierno nacional negocia con los provinciales por el paquete de medidas, hasta ahora, sin resultados...
–Si la discusión se plantea sólo en términos de ajustes fiscales para determinados trimestres y no alrededor de ideas sobre nuevas instituciones, nuevas reglas de juego para el mediano y largo plazo y de solución sostenible de los problemas, obviamente que es difícil avanzar hacia los acuerdos. Por eso, creo que las negociaciones con las provincias y dentro del bloque de la Alianza deben darse a partir de una explicación convincente de que todo esto se hace no por imposición del Fondo ni de los organismos de crédito, sino porque de esta forma se van a resolver los problemas económicos y sociales de la Argentina.
–En esta semana de discusión, ¿habló con los gobernadores peronistas?
–Hablé por teléfono con Ruckauf y con Reutemann antes de que iniciaran las conversaciones. Me encontré con Reutemann el domingo pasado y conversamos un ratito. Al día siguiente, antes de que se reunieran en el CFI, hablamos por teléfono. Y hoy (por el viernes pasado), hablé con De la Sota porque me pareció útil decirle que el manejo de Córdoba en el último año es un buen ejemplo de cómo, si uno proyecta una imagen de austeridad y crea incentivos o alicientes para la inversión privada, se puede crear un mejor estado de ánimo, como el que hay en Córdoba.
(N. de la R.: este reportaje fue realizado el viernes a las 19. Según confiaron fuentes del peronismo cordobés a Página/12 ese día, Cavallo le trasladó a De la Sota que en el Departamento del Tesoro norteamericano creían que era imperioso firmar el acuerdo. De lo contrario, se caería el blindaje ofrecido por los organismos internacionales de crédito.)
–¿Los gobernadores deben acordar ya con el Gobierno o pueden seguir dilatando su decisión?
–Ellos son dirigentes de mucha trayectoria y saben lo que deben hacer. Yo no les voy a andar diciendo qué es lo que tiene que hacer. Les pudo dar mi opinión: y es que juntos, nación, provincias, municipios, tenemos que proyectar una imagen de austeridad, no sólo presente sino hacia el futuro. Pero también debemos abrir la mayor cantidad de oportunidades de inversión y lograr que haya apuestas de crecimiento de los argentinos y de los extranjeros. Confianza en el futuro del país.
–¿No se siente responsable de la situación económica, de la crisis?
–No. Yo me siento responsable como dirigente de hacer lo posible para salir de la crisis económica. Esta crisis se debe precisamente a que se revirtieron políticas que yo había puesto en marcha. Cuando yo era ministro había mucha inversión y crecimiento. Pero el aumento de los impuestos y la confusión sobre las regulaciones presentes y futuras que marcan la nueva inversión, empezaron cuando dejé el ministerio. Por eso empezó a bajar el ritmo de crecimiento. No sólo que no soy responsable sino que yo anuncié que íbamos a una disminución del ritmo de crecimiento y posiblemente a una recesión. Vengo sosteniendo desde que era ministro que las reformas económicas no son suficientes: se necesitan reformas sociales que no se hicieron. El problema que tenemos no se debe a las pocas reformas económicas que se hicieron en la primera mitad de los ‘90, se deben a las muchas reformas sociales que nunca se hicieron y que siguen manteniendo a la Argentina con instituciones económicas y sociales perversas, que significan ineficiencia e injusticia.

 

La deuda externa

Por S.M. y C.S.
–Considerando la significación que está tomando dentro del presupuesto, ¿la deuda externa se puede pagar sin renegociarla?
–La deuda externa y la deuda interna, la deuda pública, es un tema del que no habría que hablar. Primero, porque comparativamente con otros países no es grave, como porcentaje del producto o como cualquier indicador que uno tome. Segundo, la carga de esa deuda, si nosotros inspirásemos confianza, sería la mitad que la actual, porque las tasas de interés podrían ser la mitad de las actuales. Los países que tienen altas deudas, como por ejemplo Italia y todos los europeos, hoy no sienten el peso de esa deuda porque las tasas de interés que pagan son muy bajas. Italia paga desde que entró al Euro 4 por ciento y antes pagaba 12 o 14 por ciento. Nosotros tenemos que manejar nuestra política para en vez de pagar 12 o 15, en un determinado momento paguemos 7 o 9, que es lo que está pagando México ¿Por qué México va a pagar esas tasas y nosotros tenemos que pagar tasas mucho más altas? Simplemente porque no estamos inspirando confianza. Vamos a ser creíbles fundamentalmente cuando volvamos a crecer. El gran interrogante sobre la Argentina no tiene que ver con la deuda o con el déficit, tiene que ver con el crecimiento. Nos ven como un país estancado.

 

El dólar y el peso

Por S.M. y C.S.

–¿Existe alguna manera de salir de la convertibilidad, se puede o se debe salir?
–Creo que hay que salir del estancamiento de la productividad en la Argentina. ¿Cómo vamos a resignarnos a que la productividad de nuestra economía sea inferior a la de Estados Unidos? No podemos resignarnos a una calidad de vida como si fuésemos un país de baja productividad. Nosotros tenemos que encontrar la forma de que la productividad en la Argentina crezca a un ritmo mayor que en los Estados Unidos.
–¿Pero cómo nos protegemos, por ejemplo, de las devaluaciones de nuestros vecinos o de otros competidores internacionales?
–Ese, en todo caso, es un problema de los exportadores y un desafío que ellos tienen de aumentar su competitividad. Y nosotros tenemos que ayudarlos no cobrándoles impuestos exagerados, eliminando regulaciones. Pero no tiene sentido que un país aliente sus exportaciones empobreciendo a todos los trabajadores. En definitiva echar mano a la devaluación en un país que usó y abusó tanto de este mecanismo, es tratar de mejorar las exportaciones bajando los salarios reales de los trabajadores.
–¿Puede existir la alternativa de una convertibilidad respecto a una canasta de monedas?
–No, la convertibilidad es una propiedad de la moneda. Conservar la convertibilidad es fundamental, porque los argentinos la conquistaron. La conquistaron cuando repudiaron a las distintas versiones de la moneda argentina que fueron usadas abusivamente por los bancos centrales y los gobiernos para cobrarles a los argentinos el impuesto inflacionario y distribuir arbitrariamente la riqueza. No se puede pensar en un sistema monetario que le quite a la gente la posibilidad de elegir la moneda. Cuando la moneda argentina tienda a ser más valiosa que el dólar, cosa que va a ocurrir, en ese momento la moneda argentina va a flotar, pero no para devaluarse sino para revaluarse frente al dólar. Y en ese momento las tasas de interés de largo plazo en pesos argentinos van a ser más bajas que en dólares. Pero cuánto tiempo pasará, eso no lo puedo decir, no menos de 5 o 10 años.
–¿Qué opinión le merecen las propuestas de dolarización?
–Sería volver a los años anteriores a la convertibilidad, cuando teníamos una economía dolarizada de hecho, porque nadie quería utilizar el austral. Si hemos sido capaces de tener una moneda que la gente usa porque le inspira confianza, qué sentido tiene que ahora la borremos del mapa.

 

 

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