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EL GOBIERNO ENFRENTA EN SU PEOR MOMENTO UN PARO GENERAL POR 36 HORAS
Con el miedo como primer argumento

No se declaró la ilegalidad de la medida. Pero Storani amenazó con hacerlo si hay �violencia desproporcionada�. Previendo un resultado exitoso, el Gobierno busca desdibujarlo explicando que el miedo y la falta de transporte impiden evaluar la real legitimidad del paro de las tres centrales.
“Inverosímil y sin sentido” fue la descripción que eligió el Presidente para definir la huelga. Pero en la Rosada están convencidos de que el paro se hará sentir, en especial mañana.

Por Fernando Cibeira

En un momento en que se cruzan la debilidad política que trae de arrastre la Alianza y la fragilidad económica que cada tanto le marcan los mercados financieros, el gobierno de Fernando de la Rúa deberá afrontar a partir de hoy el paro general más fuerte en su año de mandato. La protesta fue convocada por 36 horas a partir del mediodía, por la CTA y la CGT disidente, a las que se sumará a la medianoche la CGT oficial. El Gobierno analizó anoche en el Ministerio del Interior la huelga que, entiende, se sentirá mucho a partir del viernes. Una de las estrategias oficiales de respuesta pasará por asociar el paro con la violencia; no por nada ayer ya destacaban el centenar de actos intimidatorios producidos. “Inverosímil y sin sentido”, calificó De la Rúa la protesta, planteada por los sindicalistas como una medida contra el modelo económico.
Luego de amenazar durante las últimas 48 horas con declarar el paro ilegal, pasadas las 22, el ministro Federico Storani anticipó en el salón de Bustos de la Rosada que la medida será legal, aunque adelantó la posibilidad de cambiar la calificación “si hubiera una situación de violencia desproporcionada”. Storani hizo estas declaraciones luego del encuentro en su despacho, del que también participaron la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, el dos de la SIDE, Darío Richarte, el subsecretario de Interior, César Martucci, y jefes de las fuerzas de seguridad. El Presidente llamó además un par de veces para saber de qué estaban conversando.
El ministro de Interior aportó otra de las fichas que piensa jugar la Rosada para tentar el fracaso de la medida: la crónica mala imagen de los gremialistas en la sociedad. “El Gobierno defiende mucho mejor a los trabajadores que sus representantes gremiales”, sostuvo, cuando adelantó que el paro no sería declarado ilegal. La huelga es “inoportuna, injustificada y no tiene el sentido de defender a los trabajadores”, siguió Storani.
En voz baja, en el Gobierno admiten que la huelga será de consideración a partir del viernes. Sobre todo, con la sensación de “ciudad vacía” a la que apuestan los sindicalistas, gracias al paro total del transporte, cada vez más gravitante para este tipo de medidas. La respuesta del Gobierno a tanta quietud se centrará en los actos hostiles que, prevé, marcarán la circulación por las calles hoy y mañana. “Yo tengo un chico que va al jardín de infantes y el viernes no lo voy a mandar porque tengo miedo de que le pase algo”, graficó uno de los funcionarios que participó de la reunión de anoche. Por ese andarivel circularán las objeciones que plantearán desde el Ejecutivo al bastante probable éxito de la medida.
No obstante, saben que los gremialistas cuentan con bastantes motivos como para sentirse optimistas sobre el rating de su jugada. La impotencia del Gobierno para resolver el acuciante tema del desempleo, la parálisis ya crónica del sector productivo, que no logra salir de una larguísima recesión, más el clima “depre” que en la Casa Rosada admiten causaron sus primeras medidas de ajuste, hacen que la gente haya cambiado las expectativas iniciales en la gestión de la Alianza en una sensación de bronca generalizada que podrían canalizar hoy a través del paro general.
En rigor, más allá de los motivos que vienen de antaño, las centrales sindicales decidieron la medida luego del nuevo paquetazo económico anunciado por De la Rúa, dedicado casi en exclusiva a calmar a los sensibles mercados financieros, obviando algún guiño a los sectores más postergados. Para colmo, el Ejecutivo aún estudia la forma de concretar la reforma previsional que elevará la edad jubilatoria de las mujeres y decretará la eutanasia del sistema estatal de reparto.
El previsible alto acatamiento ya generó algunos codazos entre los gremialistas para quedarse con la foto del triunfo. En este tironeo, quedan de un lado los sindicalistas ortodoxos que se separan o se alinean con el Gobierno de acuerdo al momento, mientras que del otro quedan la CGTdisidente y la CTA, que apuestan a capitalizar la protesta desde una postura “progresista” (ver asimismo páginas 6 y 7).
El peronismo, en tanto, apostó a un bajo perfil, a sabiendas de que una buena porción de la conflictividad del país tiene su origen en problemas locales de distritos gobernados por el justicialismo (ver nota aparte). Los nucleamientos gremiales convocantes no llamaron a un acto central como acostumbran, pero sí habrá cortes de ruta, pequeñas movilizaciones y movidas de distinto tipo en diversos lugares del país (ver página 5). Ayer, cada jefe gremial hizo su último intento para convencer a quienes aún no saben si salir o no hoy de sus casas.
“Por eso estamos así, porque De la Rúa cree que no hay motivos para hacer una huelga”, dijo el camionero Hugo Moyano. “Pero los que pararon el país a partir del 10 de diciembre son ellos. Hay fuertes motivos para parar y eso quedará reflejado.” El jefe de la CGT, Rodolfo Daer, reclamó al Gobierno “por la urgente convocatoria a la mesa del consenso y el diálogo social para lograr un acuerdo por la producción y el empleo decente”. En tanto, el titular de la CTA, Víctor De Gennaro, se quejó porque “no hay un ámbito democrático para discutir nada” y pronosticó “un parazo” para hoy y mañana.
Como es de rigor en estos casos, el Gobierno se comprometió a garantizar la libre circulación de las rutas y el acceso al lugar de trabajo a quienes deseen hacerlo. “Nos parece una barbaridad”, opinó la ministra Bullrich sobre los cortes de ruta pautados. “Esto no es un paro, es una jornada de amedrentamiento para aquella gente que quiere trabajar. Al sindicato que no cumpla con los servicios esenciales nosotros lo vamos a denunciar a la Justicia”, más amenazó que anunció.

 

Claves

A las 12 comienza el paro general por 36 horas convocado por la CGT rebelde, la oficial y la CTA.
Hoy será un día de movilización, cortes de calles y cortes de rutas. Habrá transporte hasta las 0 hora de mañana. Desde entonces el paro será total.
Es el mayor desafío sindical al gobierno de la Alianza, a pocos días de anunciar su paquete económico.
El Gobierno, para atenuar el impacto del paro, argumenta que los sindicalistas están amedrentando y que la falta de transportes impedirá evaluar la verdadera adhesión.
Doce diputados del Frepaso hicieron público un documento de adhesión al paro.

 

LUZ ROJA EN NEUQUEN, TUCUMAN, JUJUY Y SALTA
Un informe de Gendarmería

Por Felipe Yapur

“Alteración del Orden Público”, “sectores disconformes”, “hechos de violencia de variada intensidad” y “plan de lucha en rechazo a las medidas económicas dispuestas por el PEN”, son algunas de las consideraciones que la Gendarmería Nacional redactó en un “paper” que entregó al Ministerio del Interior y donde detalla, provincia por provincia, los conflictos sociales que se desarrollan actualmente, donde los actores son en su mayoría empleados estatales, productores y desocupados, y los que podrían producirse a partir del paro nacional que comienza hoy.
El “paper” llegó a manos del diputado justicialista Mario Das Neves, quien señaló a Página/12 que presentará un pedido del informes al ministro del Interior, Federico Storani, al considerar que “el tipo de trabajo realizado por la Gendarmería es un tanto peligroso” y que en todo caso “debería dedicarse a proteger las fronteras, combatir el contrabando, evitar la huida de delincuentes y no hacer inteligencia con nuestra gente”. Gendarmería divide al país entre tres grupos de alta, media y baja prioridad en cuanto a conflictos se refiere:

Alta conflictividad:

Jujuy: La fuerza de seguridad sostiene que “los conflictos suscitados en diversos sectores sociales de la provincia se incrementarán, en la medida en que no se solucionen los distintos reclamos, con la modalidad de movilizaciones y corte de rutas esporádicos”. Destacan los cortes de ruta que impulsarán los desocupados de La Quiaca y Comunidades Rurales, el paro por tiempo indeterminado de los docentes provinciales y la continuidad de las protestas del Frente del Gremio Estatales. Curiosamente no hacen ninguna referencia al líder de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Carlos “Perro” Santillán.
Neuquén: En esta provincia la Gendarmería puso la mira en “los empleados públicos, docentes, desocupados y otros sectores” porque continuarán con las movilizaciones y cortes de rutas. El informe finaliza con un escueto “no se descartan incidentes”.
Salta: Se pone mayor énfasis en los conflictos que se viven en las localidades de Tartagal y General Mosconi, escenario de los últimos cortes de ruta y donde asesinaron al piquetero Aníbal Verón. La Gendarmería prevé medidas de fuerza “para presionar a las autoridades nacionales y provinciales y obtener respuestas a sus demandas”.
Tucumán: Doce conflictos describe el “paper” que incluye desde las protestas de los desocupados, obreros y trabajadores de la industria azucarera, empleados municipales, la universidad hasta los reclamos de la central empresaria local. La Gendarmería advierte concentraciones, movilizaciones y cortes de ruta y destaca en un recuadro que “no se descartan hechos de Alteración del Orden Público”.

Media Conflictividad:

Este grupo incluye a Santa Fe, Chaco, Catamarca, Entre Río, Misiones, Corrientes, Córdoba, Chubut, Río Negro y San Luis. De todas estos distritos la Gendarmería considera que en las cuatro últimas se producirán “posibles hechos de Alteración del Orden Público”.

Baja Conflictividad:

Tierra del Fuego, Santa Cruz, Formosa, Mendoza, Santiago del Estero, San Juan, La Rioja y Buenos Aires son los distritos más livianos para esta fuerza de seguridad. Curiosamente, en Buenos Aires sólo destacan como puntos de conflicto el posible corte de ruta en el partido de Merlo y las asambleas en el hospital Eva Perón del partido de San Martín.
El informe concluye con una síntesis donde los espías de la Gendarmería realizan lo que consideran la “probable evolución a nivel país”. Discriminan a Salta, Jujuy, Tucumán y Neuquén como los escenarios más conflictivos por ser provincias “con mayor cantidad de desocupados” y advierten que “podrían ser aprovechadas por sectores disconformes para promover violencia de variada intensidad”. Por último destacan el paro convocado por las centrales sindicales como la causa de posibles “hechosde alteración del orden público” fruto del “plan de lucha en rechazo a las medidas económicas dispuestas por el PEN y en reclamo de fuentes de trabajo para los desocupados”.

 


 

El transporte es la llave

Gobierno y gremios tienen claro que los cortes de calles y rutas y el transporte serán la clave del éxito o no del paro.

Moyano: Sostuvo que su central organizó cacerolazos y ollas populares, pero no cortes de calle. Lo que no quita que algunos gremios decidan cortar rutas.

La ministra Patricia Bullrich tuvo un día más que agitado.
Fue la encargada de defender los argumentos contra el paro.

Por Laura Vales

El Gobierno y los gremios tienen en claro que el mayor o menor éxito del paro depende de la cuestión del transporte y de la magnitud que alcancen los cortes de rutas y avenidas (ver página 5). Por eso ayer dedicaron sus últimos esfuerzos a confrontar sobre el tema. El Gobierno reclamó hasta la afonía a las centrales obreras que garanticen las prestaciones básicas de servicios. “Si no hay colectivos y se cortan rutas, más que paro habrá amedrentamiento”, descalificó por anticipado la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich. Los gremios insistieron en que el transporte no es un servicio básico, como la electricidad o la provisión de agua potable. Y en que la pretensión de obligar a colectivos, subtes y trenes a funcionar a un cuarenta por ciento no sólo es ilógica sino que también vulnera el derecho de huelga.
En la Casa Rosada, el argumento repetido fue el de que las cámaras empresarias están dispuestas a cubrir con personal jerárquico los servicios básicos, pero que necesitan la seguridad de que no habrá piedrazos contra los parabrisas ni colectivos quemados. La réplica de los sindicatos es que, más que agitar el fantasma de la violencia, el Ejecutivo debería ocuparse de que no aparezcan provocadores profesionales.
Ayer a la ministra de Trabajo, como corresponde al caso, le tocó la parte más pesada en la cruzada oficial para desacreditar a la medida de fuerza. Desde muy temprano en la mañana Bullrich se cruzó en las radios con el titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano.
Apeló a una doble estrategia: por un lado, reiteró la amenaza de quitar la personería a los gremios que no presten los servicios mínimos exigidos: “Al sindicato que no cumpla lo vamos a denunciar a la Justicia”, advirtió. Con el mismo énfasis pasó revista a las agresiones de los últimos dos días contra líneas de colectivos y subrayó que existe preocupación por la multiplicación de hechos similares.
Rápida de reflejos, en medio de uno de esos contrapuntos Bullrich invitó públicamente a Moyano a una reunión conjunta. “Le pido que venga a las tres de la tarde (al ministerio) para coordinar que haya paz social”, desafió al aire. “Yo voy, espero que usted esté”, replicó el convidado.
Se reunieron poco después de las cuatro de la tarde.
Bullrich lo esperó acompañada por los secretarios de Trabajo, Anselmo Riva, y de Empleo, Horacio Viqueira. Moyano también se presentó con los suyos: el titular de la UTA, Juan Manuel Palacios, el dirigente Omar Viviani y el abogado Héctor Recalde. Hablaron durante más de una hora.
Los funcionarios volvieron a la carga con el tema del transporte y los temidos episodios de violencia, y a Palacios el comentario lo tocó de cerca. “Pareciera que quieren demostrar que para que los colectiveros paren hacen falta amenazas y violencia”, se quejó.
El titular de la UTA apuntó que en los últimos paros no hubo violencia; recordó después que, tras la muerte del piquetero Aníbal Verón en Salta, su gremio hizo un paro con altísimo acatamiento. “Del ciento por ciento -dijo– y no hubo un solo vidrio roto.”
Moyano consideró necesarias otras aclaraciones. Sostuvo que el consejo directivo de su central obrera organizó cacerolazos y ollas populares, pero no cortes ni bloqueos de calle. Lo que no quita, explicó, que algunos de los gremios de su central obrera decidan salir a cortar rutas.
Los hombres de la CGT rebelde sostienen que también les preocupa la posibilidad de que se genere algún episodio de violencia, aunque el temor tiene un origen muy distinto. Después de la represión del 19 de abril pasado frente al Congreso, los sindicalistas aseguran que estarán alertas ante la aparición de provocadores.
La reunión terminó con una difusa promesa de volver a encontrarse el lunes para retomar el diálogo.
No faltó el debate televisivo. Casi a la manera de último round, Bullrich se cruzó en el programa “A Dos Voces” con Rodolfo Daer. El titular de la CGT oficial, que parará sólo el viernes, descargó laresponsabilidad del paro sobre el rumbo elegido por el Gobierno. “El impuestazo, la rebaja salarial, el robo a los trabajadores que se jubilen a partir del primero de enero”, enumeró.
La ministra esquivó el brete de defender tales medidas. Prefirió tomar revancha metiendo cuña en el frente sindical: “El paro lo hacen porque se dejaron correr por Víctor De Gennaro (CTA) y Hugo Moyano, porque tienen una interna política”, le espetó a un Daer sin respuestas.
No hubo diálogo, en cambio, entre el Gobierno y la CTA. “Nos invitaron, pero no quisimos ir”, dijeron en la central obrera sobre la reunión en el Ministerio de Trabajo. A esa misma hora, en el edificio de la central obrera, Víctor De Genaro dio a conocer un listado de los cortes de ruta y actos programados para acompañar las 36 horas de paro. En total, más de doscientos, que prometen dos días sembrados de protestas a lo largo de todo el país.

 


 

LOS PREOCUPAN POSIBLES RECLAMOS EN SUS PROVINCIAS
Los peronistas eligen perfil bajo

Por Fernando Almirón

El Consejo Nacional Justicialista que preside Carlos Menem evitó ayer pronunciarse sobre el paro general convocado –con diferencias de matices– por las tres centrales obreras. Los gobernadores del PJ asumieron una actitud similar ante la medida de fuerza que, si bien apunta al gobierno nacional, en algunas provincias será aprovechada por los gremios estatales para levantar las banderas de las reivindicaciones locales. “Hay que tener en cuenta la realidad de algunos de nuestros gobernadores que están presionados por los reclamos sociales en sus distritos y no alientan la protesta”, explicó un importante dirigente peronista para justificar el silencio de los caciques políticos de la oposición ante la medida decretada por la dirigencia sindical. Así y todo tanto los gobernadores como los dirigentes partidarios del justicialismo mantienen una fluida comunicación con los jefes cegetistas para evitar los excesos.
“A muchos les cayó muy mal la convocatoria a un paro activo, con cortes de ruta”, explicó un mandatario justicialista que no simpatiza con el camionero Hugo Moyano. “Moyano debería medir las consecuencias de sacar a la gente a la calle en estos momentos”, agregó el dirigente.
El gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, que hace un par de meses selló un pacto político con el líder de la CGT disidente, también se ocupó de tomar distancia de los posibles desbordes de la medida de fuerza. “Que no haya violencia y que a ningún comerciante le arruinen la vida, y además que a ningún hombre o mujer que vaya con sus chicos al colegio lo perturben”, pidió.
El PJ bonaerense que preside Eduardo Duhalde evitó, al igual que el Consejo Nacional partidario, elaborar un pronunciamiento orgánico referido a la medida de fuerza. “No tuvimos la oportunidad de reunirnos para analizar el paro convocado por las dos centrales obreras”, argumentó uno de los integrantes de la conducción del peronismo bonaerense. El mismo dirigente, diputado nacional, agregó que el duhaldismo, tal como lo manifestó Ruckauf, teme que la movilización de activistas para producir cortes de calles y rutas pueda derivar en episodios de violencia que desborden la contención de los dirigentes sindicales.
En este mismo sentido Ruckauf le encargó a su ministro de Seguridad, Ramón Verón, desplegar un operativo de seguridad del que participarán unos 2500 efectivos policiales destinado a garantizar el libre tránsito por las rutas provinciales y calmar los ánimos de los exaltados.
La única adhesión formal que los caciques sindicales recibieron del peronismo partió del bloque de diputados, con la firma del jefe de la bancada, Humberto Roggero, y del histórico Saúl Ubaldini.
“Los representantes de los trabajadores están en todo su derecho de hacer sentir sus reclamos”, es la frase que repiten calcada los jefes del PJ que no le ponen la firma a un paro que, por lo bajo, consideran al menos inoportuno.

 

 

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