Por Diego Schurman
El paro general de 36 horas
que se iniciará este mediodía contra el modelo económico
tendrá dos modalidades bien diferenciadas. Durante esta jornada,
el sindicalismo buscará imponer un cuadro de crisis: ya sea por
el centenar de cortes de rutas y calles programados como por la eventual
represión a la que el Gobierno apelaría para evitar los
anegamientos. Mañana, en cambio, los gremios trabajarán
para el impacto visual, de ciudad desierta, al que ayudaría
la paralización total del transporte y la cercanía del fin
de semana. Pero la pregunta que surgía anoche era quién
capitalizará lo que hasta en la propia Casa Rosada anticipan en
secreto como una medida exitosa: si el justicialismo y las dos CGT la
rebelde y la oficial o si la CTA y los sectores progresistas
que por fuera y dentro del Gobierno rechazaron el paquete económico.
El misterio se mantendrá en la medida en que persista la dificultad
para identificar el padrinazgo político de la protesta social,
que en los últimos meses se presentó imprevista y asistemáticamente
en demanda de pan y trabajo.
El reciente corte de la Ruta 3 fue un claro ejemplo de ello: a la hora
de replicar al Gobierno, en La Matanza no hubo distinción entre
piqueteros de la CTA, militantes del Frepaso, el intendente justicialista
Alberto Balestrini y el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf.
En la intimidad, los funcionarios oficiales coinciden en que la presión
social es grande. Pero hay dos líneas sobre cómo enfrentarla:
unos imaginan que la huelga servirá de válvula de escape
del descontento social que facilitará la reanudación de
una política de diálogo y consenso.
Otros, la mayoría, sostienen que hay que desactivar cuanto antes
las protestas, temerosos de una escalada que termine acorralando a Fernando
de la Rúa. Dentro de este grupo están convencidos de que
el éxito de la huelga que se inicia hoy allanará el camino
para otra que el sindicalismo planea realizar en diciembre.
Por eso, Patricia Bullrich le solicitó a Hugo Moyano, de la CGT
rebelde, y a Víctor De Gennaro, de la CTA, que garanticen una medida
pacífica. En otras palabras, la ministra de Trabajo les pidió
dar marcha atrás con los cortes de rutas, limitando la protesta
a cacerolazos y ollas populares en las principales plazas del país.
La negativa sindical dio paso a la avanzada legal. La Alianza apeló
a uno de los recursos predilectos de Carlos Menem: el decreto antihuelga,
que obliga a cumplir un cúmulo de servicios esenciales en algunos
casos a niveles tan altos que prácticamente desvirtúa el
derecho de reclamar.
El Gobierno amenazó, incluso, con declarar ilegal la
protesta. El propio De la Rúa utilizó esa palabra con un
argumento inocuo: que el paro se llevaba adelante pese a que la misión
del Fondo Monetario Internacional, a la que el sindicalismo pensaba repudiar,
desistió de visitar Buenos Aires.
Efectivamente, la CGT y la CTA ven al Fondo como el padre del modelo y
llamaron a replicar a sus representantes. Pero la convocatoria contempla
otras consignas, como el repudio al proyecto de reforma previsional, el
congelamiento de gastos en las provincias y la demanda de creación
de un seguro de empleo y capacitación, sobre todo en momentos en
que se espera un nuevo crecimiento de la tasa de desocupación.
El argumento de Bullrich fue distinto al del Presidente. Habló
de la ilegitimidad de la protesta, marcando diferencias entre
los últimos cortes de ruta, a los que consideró espontáneos,
con los cortes programados para hoy.
Contrariamente, los sindicalistas sostienen que el paro es la consolidación
de esas protestas y que está legitimado por el descontento que
generó una sucesión de medidas: desde el impuestazo de principios
de año hasta el recorte salarial en el sector público, pasando
por laaprobación de la conflictiva reforma laboral y el reciente
ajuste provincial.
Entre los dirigentes gremiales y los funcionarios sobrevuela el fantasma
de la represión. Unos temen que el Gobierno no presente reparos
a la hora de abrir paso a la caravana de autos varada por los cortes de
rutas y accesos, sobre todo a la Capital Federal. En la Casa Rosada saben
que la imagen de gendarmes y policías recorrerá el mundo,
y que la opción no es compatible con una coalición que asumió
como progresista.
El Gobierno teme que los laureles del éxito de la protesta queden
en manos del PJ. A diferencia de los paros realizados a mitad de año,
Carlos Ruckauf y, en menor medida, José Manuel de la Sota, han
levantado el perfil y por lo tanto estarán en condiciones de capitalizar
el descontento. El gobernador bonaerense hasta pasó el anuncio
de que no recortará los salarios y puso a los intendentes provinciales,
entre ellos a Alberto Balestrini, de La Matanza, a trabajar con Moyano.
De todos modos, el reciente guiño de Ruckauf y De la Sota, aceptando
el pedido de De la Rúa de congelar los gastos provinciales un
requisito del FMI para respaldar el blindaje financiero
los deja con mucho margen de maniobra.
Quienes sí han recuperado sus ínfulas son los legisladores
del PJ. Esta vez no sólo los diputados de extracción sindical
sino todo el bloque justicialista adhirió a la huelga. Y, previsiblemente,
la misma actitud adoptaron socialistas y varios frepasistas críticos
de la gestión delarruista.
Los gremios también jugarán su interna. Moyano, que no puede
disimular su luna de miel con Ruckauf, demostrará una vez más
la capacidad de su CGT rebelde, donde se agrupan los estratégicos
gremios del transporte, para generar dolores de cabeza a cualquier gobierno.
De Gennaro despejará dudas en aquellos que, por su declarado entusiasmo
inicial con la Alianza, pensaban que se cruzaría de brazos por
cuatro años. Y, a pesar de ser arrastrado a la huelga por las otras
dos centrales, hasta Rodolfo Daer, de la CGT oficial, tendrá al
menos un argumento para contrarrestar las críticas de sus detractores,
aunque no por ello abandonará las reuniones furtivas en Olivos
o la Casa Rosada para salvaguardar las llamadas cajas sindicales
en el proceso de desregulación del sistema de obras sociales.
1)
¿Por qué el paro?
2) ¿De la Rúa puede dar una respuesta?
3) ¿Qué propone su central sindical?
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Victor De Gennaro
(CTA)
1 Es la demostración acabada del rechazo a las medidas anunciadas,
que son un fracaso para la gente. Ya no es solamente un paro de
repudio. Este paro se comenzó a transitar a partir de La
Matanza, donde los compañeros tenían objetivos claros
y la desocupación era el centro del debate. Paramos contra
el Presupuesto nacional que santifica una redistribución
del ingreso regresiva. Paramos contra el asesinato de Verón.
Paramos contra el pacto fiscal. Me dio una sensación extraña
ver a los gobernadores firmando a escondidas un pacto con el Gobierno
y rajando para sus provincias. Era vergonzante lo que estaban haciendo.
Estaban trasladando a la gente el pago de este costo fiscal en beneficio
de los sectores empresariales y financieros. En fin, la gente asume
el paro por su futuro.
2 Por este camino no. Atado a los grupos económicos y garantizando
la rentabilidad de los grupos financieros, no hay futuro para la
mayoría del pueblo argentino.
3 En el encuentro del Nuevo Pensamiento planteamos la necesidad
de convocar el 20 de diciembre a un encuentro para lanzar la comisión
por un seguro de empleo y formación de 380 pesos para jefes
de familia y 60 pesos por hijo. También tenemos la idea de
crear una comisión pro-consulta popular para exigir que esto
se cumpla. Acordamos participar del Foro Social Mundial, del 25
al 30 de enero en Porto Alegre, con la presencia de dirigentes sociales,
para hacer un contra-Davos. Repudiaremos en el 2001 el golpe y el
genocidio del 76, que es el origen de esta situación
que vivimos y también la inminente firma que realizarán
de todos los ministros de Economía de América para
ser colonia yankee entregando la soberanía.
Rodolfo Daer
(CGT oficial)
1 El paro se realiza por la sumatoria de medidas impopulares, regresivas,
cuya expresión máxima es la entrega del sistema jubilatorio
argentino, que consiste en ampliar la edad de la mujer a 65 años
y quitarles la Prestación Básica Universal a los futuros
jubilados. El paro es para terminar con la recesión, la falta
de trabajo, la injusta concentración del ingreso y la desindustrialización.
2 De la Rúa tiene una gran debilidad y por eso el condicionamiento
de los acreedores. El Presidente hoy está garantizando la
moneda frente a una corrida cambiaria. Pero este blindaje
financiero no resuelve los problemas de fondo. Queremos que la respuesta
del Gobierno no sea ni la reforma previsional, que le saca a cada
jubilado 2600 pesos por año, ni el impuestazo ni la rebaja
de salarios del sector público, ya que son medidas que profundizan
la recesión.
3 La CGT propone un gran acuerdo nacional por el crecimiento, la
producción y el empleo. Queremos que se conforme una mesa
tripartita: un consejo económico social como existe en España
y Francia para discutir la manera de mejorar la paridad cambiaria
sin rebaja de salario y sin devaluación social. Tiene que
haber una reforma impositiva y que los bancos presten tasas de interés
al 8 o 9 por ciento. Y que se rechacen en la Aduana los productos
que entran con subsidios y dumping social. Hay que fortalecer el
mercado interno combatiendo el trabajo en negro, la evasión
fiscal y mejorando los salarios en la medida en que haya crecimiento.
Hugo Moyano
(CGT rebelde)
1 Porque el conjunto de los argentinos no resiste más las
agresiones de la profundización del modelo tal cual lo reconoce
el FMI cuando felicita al Gobierno por las medidas tomadas. Estas
agresiones pasan no sólo por el impuestazo, la escandalosa
reforma laboral y la rebaja a los salarios de los estatales sino
también por el proyecto de presupuesto que es recesivo y
regresivo, y también por las últimas medidas que significan
una acentuación de ese modelo que hace desaparecer el sistema
solidario de jubilación, y produce una quita total a los
haberes jubilatorios del futuro. Todo esto, por la experiencia que
tenemos, va a generar mayores penurias a los argentinos. Y el paro
es la medida necesaria para firmar la voluntad de un pueblo que
no se resigna a esta agonía.
2 Como Gobierno, tiene la posibilidad de dar una respuesta el presidente
Fernando de la Rúa. Alternativas a este modelo sobran, pero
hace falta voluntad política. Hasta ahora, el Gobierno ha
decidido subordinarse a lo que la Iglesia Católica denominó
la tiranía de los mercados o a la omnipresencia
del FMI.
3 A corto plazo, la reactivación económica partiría
de un shock de demanda. Este shock se lograría con el aumento
de la jubilación mínima, del salario mínimo
vital y móvil, todo esto acompañado de una rebaja
del IVA y de medidas de protección de la industria nacional.
En un año, podrían generarse 800 mil puestos de trabajo.
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